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¿La inclusión en contravía permitiría construir puentes entre la casa y la escuela?

Con la pandemia que estamos viviendo, el panorama de inclusión de los estudiantes con discapacidad debe garantizar la continuidad de su educación no solo en la sino en sus casas.

Mayo 14, 2021

Existe una línea muy delgada que une la casa/familia con la escuela/maestro de todo niño, niña, adolescente que hace parte del sistema educativo. Esta misma línea sólo se une en el momento de las reuniones, entre ambos, para informes generales, mientras que cada quien hace lo mejor que puede en el sitio y con el rol que se le asignó. Sin embargo, cuando hablamos de personas con discapacidad o con talentos excepcionales, se hace necesario que esa línea sea tan estrecha que casi ni se note su existencia, porque únicamente con una construcción conjunta que involucre la escuela y la casa, será posible abrirle la puerta a la verdadera inclusión social a la que todos tenemos derecho sin diferencia alguna.

La Constitución y la Ley en Colombia determinan que existe una Oferta General para que todos los estudiantes con discapacidad tengan acceso a la educación, deben ser remitidos a establecimientos educativos para desarrollar actividades escolares de los grados acordes con su edad cronológica, respetando sus características individuales; dentro de espacios y ambientes que compartan con los demás estudiantes, garantizando además servicios de transporte y alimentación cuando sea necesario.

Con la pandemia que estamos viviendo, el panorama de inclusión de los estudiantes con discapacidad debe garantizar la continuidad de su educación, no solo en el espacio físico de la escuela o colegio, sino en el espacio de sus casas, pero todo depende de la habilidad que tengan los padres para tiendan puentes para que en un contexto de igualdad de oportunidades y condiciones los maestros les entregan herramientas y estrategias que faciliten el alcance de logros académicos, diseñados para cada estudiante con la flexibilidad que requiere un currículo inclusivo, el cual deberá ser manejado por los padres en casa.

Abrir la puerta de las casas o la ventana de la virtualidad se inicia con el reconocimiento de los roles preconcebidos que en temas de educación han tenido los papás y mamás, formando en habilidades blandas para vivir de manera adaptada en el medio social, mientras que la práctica y creatividad de un maestro, le permiten adaptar diversas metodologías a las necesidades pedagógicas de los estudiantes, teniendo en cuenta sus diversas capacidades, momento en el cual la escuela entra al hogar para seguir con la educación formal.

Es por ello que las actuales circunstancias requieren que padres y maestros se mantengan en constante comunicación y encuentren la mejor manera de que sus hijos continúen aprendiendo desde casa. Los padres seguirán siendo padres y asumirán nuevos roles como maestros por lo que este texto busca que ambos asuman sus responsabilidades desde la valoración de la actividad de los otros, desde el respeto y la coordinación que requiere educar y formar a un estudiante con características diversas en su aprendizaje.
Les propongo que revisemos algunas alternativas para facilitar esta nueva realidad, sin que se afecten las relaciones entre la triada que nos interesa (Maestros, Padres e Infantes), dejando a un lado la crítica o la desconfianza, sino más bien desde la construcción que se puede dar desde el conocimiento que poseen padres y maestros para el aprovechamiento de las niñas, niños y jóvenes.

Comencemos diciendo que: En la situación actual, una buena relación entre docentes y padres será fundamental para generar un mayor bienestar en los estudiantes y en su proceso académico.

Tener en cuenta que en casa quizás haya otros estudiantes, pero se hace necesario crear un ambiente de aprendizaje sin exclusión, que cuide intereses, posibilidades y expectativas del estudiante con discapacidad o talentos excepcionales, apoyados por actividades que eliminan las barreras para que puedan aprender de manera significativa cuidando su propio ritmo y talento.

Reconocer que la labor de los padres como “maestros en casa” requiere de una buena disposición e ilusión sin que la vida familiar, profesional u ocupacional se convierta al final en una interferencia que haga imposible cumplir con lo pactado entre padres y maestros.

En casa los estudiantes requieren disciplina y paciencia porque hacer de padres y maestros a la vez, según expertos crea conflictos familiares diarios y dependencia, porque los niños se acostumbran a que haya alguien encima de ellos para trabajar, además que muchos han contado en la escuela con maestros que permanentemente usan refuerzos positivos para motivarlos en el cumplimiento de las metas, es justamente ahí cuando los padres aprenden más de los maestros.

Es importante que los padres confíen en el criterio del maestro respecto de lo que el estudiante debe saber y saber hacer de acuerdo con el grado al que pertenece y a las estrategias mediante las cuales se propone alcanzar los logros diseñados para El.

Por otro lado, que los estudiantes estén en casa no significa que los maestros deban ausentarse de su rol como educadores, es función de los padres permitir que ellos sigan presentes y tengan la posibilidad de estar conectados con todos tanto como sea posible, esa es la verdadera contravía de la inclusión.

La vida social que es un elemento básico para la inclusión debe continuar siendo una constante en la vida de los estudiantes con discapacidad, por lo cual los padres y maestros deben facilitar que los estudiantes tengan videollamadas para socializar con sus compañeros y amigos, para evitar que se sientan solos, aunque sus conversaciones no tengan sentido para nosotros como adultos, se trata simplemente de que se diviertan.

El ritmo de aprendizaje a distancia es diferente, dado que la estructura de un día normal no es el mismo cuando se está en casa que cuando se está en la escuela, la psiquiatra Colette Poole-Boykin aconseja que la concentración de un niño en una tarea se establece multiplicando la edad del niño por 2 a 5 minutos, y el resultado es la cantidad de tiempo que pueden mantenerse concentrados. Así los estudiantes de primaria deben aprender de una a dos horas al día, los de secundaria de dos a tres horas y los de bachillerato de tres a cuatro horas al día como máximo.

La pandemia por el Covid-19 nos ofrece una lección de oro: que el rol de una maestra o un maestro en la sociedad es irremplazable, además la necesidad de reconstruir el puente entre escuela y casa es imprescindible.

 


*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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Escrito por
Educadora Especial, con énfasis en Retardo en el Desarrollo, especialista en Estudios de la Mujer. Docente universitaria con experiencia en proyectos de desarrollo social. Asesora en procesos de inclusión para personas con o sin discapacidad que presentan
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Jaqueline Cruz Huertas
Gran Maestra Premio Compartir 2000
Es necesario entablar una amistad verdadera entre los números y los alumnos, presentando las matemáticas como parte importante de sus vidas.