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Las percepciones de los estudiantes y las tareas pendientes en la enseñanza de las ciencias sociales

Es importante que futuros maestros, y los que ya están en ejercicio, sean capacitados en el manejo emocional del aula.

Agosto 13, 2019

He querido regresar a este rico espacio de reflexión y diálogo para compartir un artículo sobre la percepción que tienen estudiantes de grado 11 de tres instituciones educativas sobre la clase de ciencias sociales. Interesaba recoger las voces de los estudiantes porque partimos del principio que la percepción y la comprensión que el que el alumnado hace de la vida escolar determina en buena medida su identidad, las interacciones con sus pares y con los maestros, el rendimiento académico, y en general su integración o no al establecimiento educativo

Si bien se trata de un artículo sobre las percepciones de los estudiantes, los resultados indican que dichas voces de una o de otra manera marcan las tareas pendientes en la transformación de las prácticas del profesorado de ciencias sociales del país. El artículo tenía como objetivo analizar las percepciones que tienen los estudiantes las instituciones educativas de secundaria colombianas de la clase de ciencias sociales. Interesaba identificar los aspectos significativos que los estudiantes valoran en su experiencia en dicha clase, y describir analíticamente los significados que le dan a la enseñanza y el aprendizaje de la asignatura.

Los datos de las entrevistas y las encuestas indicaron que, en los estudiantes colombianos de último año de secundaria participantes en esta investigación, hay prevalencia de las percepciones negativas sobre las positivas de las metodologías, los contenidos, la figura del docente de ciencias sociales y el proceso de evaluación. Dichas percepciones generan muy poca o ninguna motivación de los estudiantes por la asignatura y son el producto de experiencias escolares poco significativas en las clases durante el paso de los estudiantes por los ciclos de formación de primaria y de secundaria.

Las opiniones de los estudiantes son reiterativas en que la clase es importante, en que podría ayudarles a potenciar sus capacidades y a comprender el mundo en el que viven, pero las metodologías que se implementan en las clases, los contenidos y las formas de evaluarlos, no son los más pertinentes, a lo que se suman algunos conflictos con la forma de ser de los maestros. Esto corrobora el planteamiento de Mateos (2009) según el cual, el hecho de que, en la mayoría de los casos, los objetivos y contenidos de la enseñanza no se presenten a los estudiantes en forma clara y explícita, no quiere decir que éstos no se perciban, a través del proceso educativo, las intenciones que subyacen en las actividades y directrices que reciben los docentes.

Los dos modelos de probabilidades logísticas incluidos en el artículo indican que el aumento de las opiniones positivas y de las expectativas de los estudiantes hacía la clase de ciencias sociales está directamente relacionados con que los objetivos de las clases sean claros, se genere gusto y motivación en las aulas, y además que los estudiantes sientan que están desarrollando sus capacidades y que lo que se les enseña es útil y necesario para ayudarlos a cumplir sus metas. En consecuencia, lo que se evidencia es una necesidad de replanteamiento de la manera como se están implementando las clases de ciencias sociales, la necesidad de replantear la forma como se organizan y se presentan los contenidos, el tipo de actividades y las formas de evaluación que se proponen a los estudiantes y una revisión del papel del profesor como orientador de los procesos de enseñanza y aprendizaje de la asignatura.

Los estudiantes entienden por metodología a las actividades de aprendizaje que los profesores les proponen en los salones de clases, la preponderancia de este tema sobre los demás en las entrevistas realizadas indican la influencia que tiene este factor en las percepciones negativas de los estudiantes. En los tres colegios lo que los estudiantes llaman “talleres” no solo es la actividad más frecuente, sino también lo que más aburre de la clase, según indican los estudiantes en las entrevistas, los talleres, se reducen a transcripción de información o la solución de preguntas que trae el libro de texto y fotocopias, además de lo poco significativa y retadoras que consideran los estudiantes que son los talleres, subrayan que les producen mucho malestar e indisposición, porque la clase se torna monótona y repetitiva, su trabajo se limita a “pescar” respuestas en unos textos y en la mayor parte de los casos esas respuestas ni se revisan ni se discuten.

Así pues, el uso del libro de textos suele estar asociado con la desmotivación de los estudiantes, y la capacidad que más potencia es la memorización; el esquema de las clases descritas por los estudiantes en las entrevistas que realizamos es similar al identificado por Delgado 2012, la clase inicia con la presentación del tema a cargo del profesor, luego la explicación de algunos conceptos, y orientaciones para leer el libro de texto y responder los “talleres”. Lo que llama la atención es que pese a todas las críticas esta práctica, sigue siendo la más usada de muchos profesores de ciencias sociales y otras asignaturas. Nuestros hallazgos sobre la centralidad que tiene el uso del libro de texto y la consecuente “elaboración de talleres, coinciden con los de Vera, Moreno y Torres (2014), quienes, en sus trabajos con estudiantes de historia de España, también identificaron que, a mucha distancia de otras actividades, las de responder preguntas formuladas en libros de texto siguen siendo las más utilizadas por los docentes. Para estos autores la principal limitación de este recurso es que el profesorado deposita toda la acción didáctica en el libro de texto, limitándose a indicar los contenidos que son dignos de destacar con subrayado o con la simple formulación de preguntas.

Las salidas de campo, la realización de debates sobre temas de actualidad y el análisis de las problemáticas de la vida cotidiana, son algunas de las metodologías, que según los estudiantes no solo potenciarían más sus capacidades, sino que también harían de la clase un espacio más agradable y participativo. Alonso Tapia (1999); De Miguel (2006); Fernández (2006); Coll (2010); Pujolàs (2008) y Bolarín, Méndez y Porto (2014) y Carle, Bruno y Di Risio (2014), son algunos de los autores que han abogado por la diversidad metodológica en las clases de ciencias sociales; estos autores subrayan la importancia tanto de huir de la rutina como de plantear tareas diferentes que ofrezcan perspectivas distintas de la realidad y posibilidades de acción múltiple, a su modo de ver, este tipo de planteamiento no solo despierta la curiosidad en los alumnos a la hora de comenzar la tarea, sino que favorece la riqueza de su aprendizaje en su globalidad.

Sobre la evaluación del aprendizaje, como si indicó en los datos de la entrevista y de la encuesta, solo una mínima parte la percibe como un proceso que contribuye a mejorar la enseñanza y el aprendizaje, en si mayoría destacaron tres cosas: la poca exigencia que tiene el proceso porque desde su punto de vista se pasa la materia con el mínimo esfuerzo, que los estudiantes generalmente a estudian por pasar los exámenes y no por aprender y que sobre todo en los últimos años los esfuerzos de los profesores se han centrado en que aprendan a contestar las pruebas de Estado para poder recibir los incentivos que el gobierno colombiano está dando a los maestros, estudiantes e instituciones con buenos puntajes. En esta misma línea de argumentación Bolarín, Méndez y Porto (2014) sostienen que la evaluación se percibe como fuente de desmotivación por los tiempos, los resultados, por el tipo de pruebas y por los niveles de exigencia, según estos autores, las alusiones de los estudiantes hacen ver que se trata más de una evaluación de resultados que de procesos, y además centrada, fundamentalmente, en comprobar la capacidad de expresar los contenidos de la forma más similar posible a lo que se ha explicado o a lo que aparece en los libros de texto.

En lo que respecta a los contenidos Alonso Tapia (2005) y Bolarín, Méndez y Porto (2014), recalcan el efecto positivo que tiene sobre la motivación de los estudiantes que profesor muestre la utilidad de aprender el contenido, la organización y la claridad expositiva de los mismos. Dos puntos sobre los cuales hay percepciones muy negativas de los estudiantes según los datos de las entrevistas y las encuestas, es el de la primacía de la cantidad sobre la calidad y la poca utilidad y aplicabilidad que le ven a los contenidos de la clase de ciencias sociales. Al respecto, Gimeno (2012); González – Canabach, Valle, Núñez, González – Pineda (1996); y Bolarín, Méndez, y Porto (2014), plantean que tradicionalmente la escuela ha optado por un currículo enciclopédico, gran extensión y poca profundidad, que provoca una amplitud de los programas en los que se confunde e identifican el conocimiento con la reproducción memorística de datos, impidiendo a los alumnos ubicar correctamente el contenido, limitando su esfuerzo a estudiar para pasar los exámenes.

En cuanto a la utilidad de los contenidos, Holton (2003); Gimeno (2012); González – Canabach, Valle, Núñez, González – Pineda (1996); Bolarín, Méndez, y Porto (2014) y Laukenmann, Bleicher, Fub, Gläser Zikuda, Mairyng y Von Rhöneck (2003), Marbà y Márquez, (2010), también manifiestan que parte de la desmotivación hacia las ciencias sociales viene dada por la poca utilidad práctica que el alumno ve en los contenidos teóricos, ya que, en la mayoría de los casos, son conceptos muy alejados de sus intereses. Para estos autores, un alumno que sea consciente de que los contenidos que estudia van a ser útiles para cursos superiores o incluso para el futuro laboral estará mucho más motivado por asimilarlos y aprender a aplicarlos con soltura, mientras que el que considera que los contenidos que el profesor le enseña son solo útiles para aprobar el examen, que son conocimientos que no van a volver a utilizar y, por lo tanto, podrá olvidar tras este, no tendrá ningún interés en entender la materia, y ello provocará una pérdida de motivación.

Finalmente hay que destacar la gran importancia que tiene la figura del profesor en las percepciones que los estudiantes tienen de la clase de ciencias sociales; los alumnos por su experiencia, tienen muy claro cómo debe ser un profesor competente en su profesión y que, ante todo, favorezca el aprendizaje (Mateos, 2009). Tres son los aspectos de la figura del profesor que los estudiantes participantes en la investigación destacaron: el deseo de enseñar y el conocimiento de la disciplina y de la pedagogía, es decir, la competencia del docente, la influencia que tiene la personalidad del maestro en las clases, y el tipo de relación que se establece entre los profesores y los estudiantes.

Sobre el profesor competente Bolarín, Méndez, y Porto (2014), han determinado que, para los estudiantes, son aquellos capaces de crear ambientes que generen aprendizajes, profesores capaces de planificar, organizar, y proponer tareas que no se correspondan con metodologías tradicionales donde los alumnos tengan un papel pasivo. De otro lado, según estos autores la competencia del profesor se relaciona con la transmisión de pasión y alegría por la materia que imparten y la función que realizan. En las entrevistas que se aplicaron para esta investigación, con expresiones como “es un excelente maestro que sabe mucho y se esfuerza para que aprendamos” “esa profesora de sociales de 9 si era buena, preparaba bien sus clases, era muy organizada en el salón, le gustaba enseñar y se esforzaba para que aprendiéramos, lástima que solo nos enseñó un año’’; los docentes que contagian su entusiasmo y su deseo de conocer, que plantean desafíos al estudiante y los anima a enfrentarlos (Delgado, 2012).

En lo que respecta a la influencia de la personalidad del profesor en la creación de un buen ambiente de aprendizaje, fue una novedad identificar la importancia que tuvo este punto en los estudiantes con los que se trabajó, éstos destacan con mucha fuerza que aunque los contenidos de la asignatura y e incluso las metodologías no sean las más llamativas, la empatía que despierta el profesor se convierte en un aliciente para participar en las actividades del aula “ sociales no es mi materia favorita, pero el profesor es muy humano, nos trata bien, es atento y eso ayuda a que uno entre a la clase” “ los temas no son muy interesantes y a ratos a uno le da sueño, pero el ánimo del profesor y su alegría lo terminan animando a uno también”. Como se puede ver en los fragmentos de las entrevistas, los estudiantes valoran positivamente la personalidad del profesor y el buen clima del aula; aquellos profesores más amables y tolerantes consiguen atraer la atención de sus alumnos creando un buen ambiente de aula, que permite que los estudiantes se sientan cómodos aprendiendo y que, por tanto, crezca el interés por estudiar la asignatura (Vera, Moreno y Torres 2014)

Muy relacionado, con el aspecto anterior está el del tipo de relaciones que los profesores que propician en las aulas con el alumnado, los trabajos de Palacios (2013 y 2017), han concluido que una vez los estudiantes de secundaria colombianos se han hecho conscientes de los derechos que les ha otorgado la ley, no permiten ser maltratados por los docentes, los estudiantes entrevistados dicen “aguantar que un profesor no tenga buen conocimiento de área o que la clase sea aburrida, pero en ningún caso aceptan ser maltratados”. Carrillo, Leal, Alcocer y Morgan (2010); Mateos (2009) y Lozano (2005) han establecido en sus investigaciones que parte del alumnado percibe una incongruencia entre las palabras y los hechos de los maestros como una de las más importantes causas de los que los propios docentes llaman falta de respeto. Para el estudiantado, no se puede pretender enseñar valores cuando hay una sistemática falta de respeto o intolerancia entre los profesores y los alumnos; estos últimos consideran que la mayor parte de los esfuerzos para que ellos aprendan valores como el buen trato, se ha quedado en la exposición oral y teórica de los maestros.

Para finalizar….

El artículo muestra necesidad de que el campo de la didáctica de las ciencias sociales siga siendo enriquecido con estudios que recojan las percepciones de los estudiantes sobre lo que ocurre en la vida escolar y más concretamente, lo que ocurre en las aulas de clases.

El trabajo también nos indica la importancia realizar explicaciones más complejas de las percepciones de los alumnos de secundaria de sus clases, esto implica entender que el alumnado concibe la metodología de enseñanza de los profesores de ciencias sociales ligada directamente a su forma de ser, a su motivación por el trabajo y al interés que demuestran por el aprendizaje de los estudiantes.

Parecería importante que las facultades de educación y las escuelas de formación de maestros de ciencias sociales, presten especial atención a la orientación de las metodologías de enseñanza de los futuros maestros. Pues éste trabajo nos indica que el saber disciplinar de los profesores no es suficiente. También deben evidenciar capacidades y habilidades para implementar metodologías que sean atractivas para el alumnado, que les genere expectativas y deseo de aprender.

En línea con lo anterior, los formadores de futuros maestros y los programas capacitación para los que ya están en ejercicio, también deben ocuparse de preparar a los estudiantes en el diseño de implementación de actividades de aprendizaje retadoras y de un alta exigencia cognitiva, procedimental y actitudinal. La visión de los estudiantes consultados en esta investigación, indica que el planteamiento de tareas que los estudiantes consideran fáciles y que no generan ningún nivel de dificultad, provoca desmotivación por la clase y resistencia a hacia la figura del profesor.

Igual de importante que lo anterior, es que futuros maestros y los que ya están en ejercicio, sean capacitados en el manejo emocional del aula, pues como evidencia este estudio para el caso de las ciencias sociales, un ambiente conflictivo, una relación de rivalidad, y poca empatía entre los estudiantes y su profesor puede ser un factor negativo que frena e impide los procesos de aprendizaje.

El artículo fue publicado en octubre del 2018 en International Journal of Instruction. La referencia completa es: Palacios, N. (2018). Perceptions of Secondary School Students of the Social Science Class: A Study in Three Colombian Institutions. International Journal of Instruction, 11(4), 353-374. https://doi.org/10.12973/iji.2018.11423a. El texto completo puede consultarse en: http://www.e-iji.net/dosyalar/iji_2018_4_24.pdf

Referencias

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  • Bolarín, M.J, Méndez, R y Porto, M. (2014). La motivación de los estudiantes para el aprendizaje de la historia: referentes y resultados En Martínez, N. (Dir). La historia de España en los recuerdos escolares. Análisis y poder de cambio de los testimonios de profesores y alumnos, pp 157-176. Valencia: Nau Llibres.
  • Carle, G., Bruno, J. y Di Risio C. (2014). ¿Qué piensan nuestros alumnos de la química? Una experiencia de indagación a estudiantes de la escuela media en la provincia de Buenos Aires Argentina para el diseño de estrategias didácticas. Ponencia presentada al Congreso Iberoamericano de Ciencia, Tecnología y Educación. Buenos Aires Argentina, 12, 13 y 14 de noviembre.
  • Carrillo, M., Leal, M., Alcocer, M. y Morgan, J. (2010). Percepción del estudiante sobre el trabajo en el aula: El caso de una carrera universitaria. Revista de Educación y Desarrollo, 15, 13-20.
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  • Gimeno, J. (2012). Educarse en la era digital. Madrid: Morata.
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  • Vera, M., Moreno, J y Torres, A. (2014). La enseñanza de la Historia en España: la percepción de los estudiantes en torno a las características de los docentes y su metodología En Martínez, N. (Dir). La historia de España en los recuerdos escolares. Análisis y poder de cambio de los testimonios de profesores y alumnos, pp 179-21. Valencia: Nau Llibres.

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