Las relaciones: nuevo paradigma para la educación

“Yo dibujo puentes para que me encuentres.

Puentes irrompibles, de piedra, invisibles…

Más como te quiero... dibujo y espero.

¡Bellos, bellos puentes para que me encuentres!”

Elsa Bornemann

Cuando escuché por primera vez al profesor catalán Joan Quintana Forns hablar de la importancia de las relaciones en cualquier sistema social, asumí que esta idea era tan obvia que no requería mayor detenimiento. Luego, enfrentado a las múltiples problemáticas de la escuela en su día a día advertí el valor fundamental que representa la construcción de buenas relaciones, comprendí que éstas garantizan el mejoramiento de la calidad educativa.

En tal sentido, me permito resaltar ahora la importancia de las relaciones en tres aspectos centrales del quehacer educativo.

1. Las relaciones y el currículo. De nada nos sirve elaborar la mejor propuesta curricular, con buenos objetivos, contenidos pertinentes, excelente didáctica, recursos y evaluación permanente, si entre el maestro y el aprendiente no se establecen buenas relaciones. Esto es, reconocerlo desde sus fortalezas y no desde sus debilidades, visibilizarlo para poder construir una relación dialogante, donde se parte de las necesidades del aprendiente para construir mutuamente un crecimiento en lo cognitivo, en lo práxico y en lo axiológico.

Es así como este nuevo paradigma coloca el foco en la relaciones, dado que cualquier propuesta curricular fracasa si el maestro no logra conectar o relacionarse construyendo confianza, respeto, transmitiendo saber, pasión y amor por el conocimiento. Considero que solo la praxis del maestro se valida por los resultados de sus estudiantes y de su comunidad educativa, son ellos, únicamente, quienes le refrendan los títulos obtenidos en la academia, ellos dan cuenta del buen desempeño del docente.

¿Hasta cuándo la escuela seguirá descargando en el estudiante la responsabilidad de la reprobación o pérdida del año? Es necesario que los docentes construyan relaciones armónicas y favorables para que éste acceda o concurra al aprendizaje. No podemos seguir aplicando el viejo refrán: “al que no quiere caldo se le dan dos tazas”, si el plan de aula ofertado no es bien presentado, no es atractivo, no es agradable, esto por ende produce rechazo y fobia en los estudiantes.

2. Las relaciones y la comunidad de aprendizaje. Según Paulo Freire “nadie enseña a nadie, nadie educa a nadie. Nos educamos entre todos y en comunidad”. Bajo este presupuesto, considero a la comunidad de aprendizaje un pilar fundamental para construir de manera asertiva conocimiento que emerge de las dificultades de la cotidianidad y de las múltiples aristas que presenta el trabajo pedagógico, administrativo y directivo en cada institución. Siendo de tal tamaño la tarea de educar y la cantidad de actores que involucra, sólo mediante unas buenas relaciones se puede poner en sincronía todas las diferencias y formas de ser de los actores que intervienen en el acto educativo. Conciliar los intereses de los maestros, de los estudiantes, de los padres de familia y aún de los directivos docentes, es casi un imposible sin la promoción que genera e induce la construcción de buenas relaciones.
3. Las relaciones y el liderazgo incluyente. Así como en la escuela son indispensables los laboratorios, los apoyos tecnológicos, las TIC, también se hace necesario un liderazgo incluyente que pueda tender puentes con diferentes instituciones, con el Estado, con el sector privado, con otras empresas, con otros pares. Muchas de nuestras dificultades encuentran solución, si toman como referente procesos exitosos que se están desarrollando en otras organizaciones. La escuela no puede seguir siendo un espacio cerrado, un feudo impenetrable, hay que abrir las puertas de las aulas y de la institución para que lleguen otros saberes, otros lenguajes, otras gramáticas de comunicación, y esto sólo lo permite el tejer puentes o buenas relaciones.

Parafraseando al gran físico Arquímedes de la antigüedad, yo diría: construid buenas relaciones y moveréis el mundo.