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Los derechos humanos, la educación y el concepto de equidad

Los derechos humanos son considerados un principio internacional de comportamiento.

Febrero 11, 2018

Proteger la integridad física y emocional de la persona contra intrusiones de la sociedad, brindar condiciones sociales y económi­cas mínimas que garanticen una vida digna, tratar con justicia y asegurar el acceso equitativo a los mecanismos capaces de reparar injusticias, son inquietudes claves que deben constituir una causa para la ética social.

Las situaciones concretas de opresión a las cuales se vieron sometidos diferentes pueblos desde que se agruparon como tales y mucho después, cuando se organizaron en sociedades más cohesionadas, generaron aquí y allá, individual o colectivamente, sentimientos y luchas libertarias.

Tres años después de concluida la Segunda Guerra Mundial, surgió como reacción a los actos más terribles de genocidio que conoció la humanidad, la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948). 

Esta Declara­ción aparece como respuesta a la exigencia de todos los seres humanos de ocupar un lugar digno en la sociedad; de vivir en paz; de tener el amparo de la ley ante los abusos del poder; de contar con tribunales donde recla­mar justicia; de recibir educación; de tener derecho a un trabajo digno, alimentación, vivienda y acceso a la salud; de gozar de protección en la niñez y en la vejez; de ser informados, expresarse y manifestarse políti­camente sin temor; de estar a salvo de la discriminación racial, religiosa o de cualquier otro tipo; de preservar su intimidad personal y familiar. A partir de entonces, estas son las condiciones de vida que toda persona, tiene derecho a exigir de la sociedad; un derecho de convivencia humana necesario para que el futuro sea posible y deseable.

Hoy la Declaración Universal, quizás, sea más conocida por su quebranta­miento que por la vigencia total de sus artículos. Las violaciones de estos derechos ocurren todos los días en todo el mundo. Si se piensa en deten­ciones arbitrarias, torturas a detenidos o desaparición forzada de personas, se habla de violación por acción.

Por otra parte, se produce violación por omisión cuando políticas económicas, sin sentido de solidaridad social, no garantizan el derecho a un nivel de vida digna, el derecho a la salud o a la educación. Otra forma de violación es la que se produce por exclusión, cuando determinados grupos de individuos se encuentran explícitamente marginados del goce de sus derechos a causa de su raza, sexo, religión, nacionalidad, clase social, edad, etc. Los grupos discriminados son los que más frecuentemente corren el riesgo de sufrir violaciones por acción o por omisión.

Conocer los propios derechos es una de las vías que conducen a imponer su reconocimiento. Esto no significa enumerar y repetir los artículos y pactos que tienden a la defensa y al respeto por los derechos humanos, sino comprender por qué es necesaria la plena vigencia de ellos; es valo­rar la estrecha interdependencia entre los derechos civiles y políticos con los sociales, económicos y culturales; es advertir que ejercer un derecho significa actuar, tomar decisiones; implica que cada uno sea capaz de asumir su libertad como sujeto responsable.

A pesar de que el núcleo de los derechos humanos ha sido definido con bastante claridad, cambios ambientales que se han presentado en el mundo durante las últimas décadas y que afectan directamente a los se­res humanos, sugieren la necesidad de replantear e incluir en los códigos existentes nuevas definiciones de derechos humanos, como podría ser el derecho a un entorno saludable y adecuado.

Para conseguir que los principios de los derechos humanos sean efectivos se requiere la actividad concertada de varios actores: transnacionales (la cooperación internacional y la sociedad civil global), las organizaciones no gubernamentales (para documentar casos individuales y divulgar vio­laciones), y, fundamentalmente, el gobierno de los estados mundiales, para que pongan al alcance de cada ser humano las posibilidades de vivir una vida plena y ejercer íntegramente sus derechos económicos, sociales, políticos y culturales.

Conozca el libro Educar en derechos humanos: un camino a la paz

Título tomado del libro: Tejedores de cultura. Retos para los educadores del siglo XXI.  Autor: Patricia Uribe A. y Juanita Cajiao N. pp. 101-103

Texto tomado de la página web de la Editorial Magisterio

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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Profesora tiempo completo del departamento de Gestión Organizacional en la Facultad de Ciencias Administrativas y Económicas del Icesi.
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Jaqueline Cruz Huertas
Gran Maestra Premio Compartir 2000
Es necesario entablar una amistad verdadera entre los números y los alumnos, presentando las matemáticas como parte importante de sus vidas.