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Los profes contra Goliat

¿Cuál es la forma del honor a la que podemos acceder los colombianos que intentamos ser decentes todavía? La visión docente de la segunda vuelta presidencial. 

Junio 5, 2018

En la columna anterior expresé mi apoyo a Sergio Fajardo; el profe de matemáticas que le hubiera hecho frente, desde la educación, a esa visión de país lamentable que sintetiza el uribismo, y que como un imán de vergüenza atrae todas las formas deplorables que se usan en Colombia para hacer política. Una visión retrograda y cruel que instrumentalizó la muerte y el robo, haciendo uso del fanatismo religioso y de ese afán de enriquecimiento fácil que imitan muchos colombianos que adoran ídolos mafiosos, sicariales e inhumanos.

Ver lo que Fajardo hizo en Medellín y lo que hizo en Antioquia, un departamento de gente pujante, en el que cada una de sus poblaciones ha hecho su aporte de muertos para calmar la sed de los asesinos de todas las calañas, me convenció mucho antes de que se candidatizara a la presidencia, que ese profe merecía ser presidente de este país al que como dijo el Maestro, debería darle vergüenza salir a la calle.

No demoran en salir a defender lo indefendible y a señalar que exagero llamándome pesimista y, olvidando eso que dijo Borges sobre el optimismo: los optimistas son esas personas que por lo general no conocen todas las estadísticas.

Hace unas horas, una vez más, Colombia hace historia en el ranking de cifras homicidas. Nuestro país ocupa el tercer puesto, entre 175 países, con la tasa de homicidio infantil más alta del mundo. 718 niños entre los 0 y los 18 años, fueron asesinados en el 2017. Somos el quinto país con el mayor porcentaje de niños desplazados por el conflicto armado por debajo de Siria, Sudán, Somalia y República Centroafricana.

Ese es el país que sintetiza la corrupción y esa clase política parasitaria de la guerra que se lucra de esos 22 mil millones de pesos diarios que cuesta el conflicto, y que usa ese pretexto para encubrir el robo anual de 50 billones de pesos, que podrían dirigirse a educar a ese país premoderno y salvaje que creemos que nos merecemos.

Como docente, como ser humano, como persona de fe, como padre y hermano, como tío y vecino, no puedo ceder y silenciarme con el voto en blanco en la segunda vuelta; ya sabemos que ese silencio nos vuelve cómplices del asesino; ya sabemos que esa forma de la indiferencia es utilizada por los mismos con las mismas.

Votaré por Petro porque lo que hizo a nivel cultural en Bogotá es una muestra de lo que puede hacer en el resto del país, y sobre todo porque no es un corrupto. Votaré por Petro porque no es Duque, y de esa forma mi conciencia quedará tranquila una vez más, porque a estas alturas del partido esa es quizás la última forma del honor a la que podemos acceder los colombianos que intentamos ser decentes todavía.

Eso es lo que deberíamos pensar los profes de Colombia y los que han sido víctimas de la crueldad y la ignorancia que desvanece nuestra humanidad. Eso es lo que debería tener en cuenta el profe Fajardo a la hora de votar ese 17 de junio, y lo que debería tener en cuenta el profe Mockus; ya es hora de pensar un poco menos en nosotros y dirigir el poder del pensamiento a resguardar lo valioso en los demás.

Petro venció y eso se le debe reconocer; ahora toca apoyarlo en su lucha contra ese Goliat al que se arrimaron todos esos vergonzosos políticos de turno; ya es hora de oponerle el asombro y la imaginación a ese Goliat que solo sabe aplicar una pedagogía de la crueldad y de la muerte.  


Imagen 360radio.com.co

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Escrito por
Docente Licenciado en Ciencias Sociales, magíster en Historia y doctorando en Lenguaje y Cultura en la UPTC. Profesor del colegio Quebec y catedrático de la UPTC Duitama
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Carlos Enrique Sánchez Santamaria
Gran Maestro Premio Compartir 2011
Con el apoyo de las tecnologías logré que los estudiantes convirtieran el pasado de exclusión que vivió éste municipio lazareto en un pretexto para investigar, conocer la historia y conectarnos con el mundo.