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Maestras y maestros: creadores y constructores de saberes

El equipo docente tiene que conformarse como comunidad para afectar las políticas públicas. El aprendizaje no puede fragmentar el conocimiento del estudiante.

Abril 27, 2017

Autor: Richard Romo Guacas - Comunicaciones IDEP

A diario se escuchan voces que reclaman equipos de docentes capacitados para asumir los retos que le imponen los cambios generacionales y el desarrollo tecnológico. Pareciera que no basta con un buen dominio de su disciplina, si están alejados del mundo académico actual.

De ahí que la formación, como un valor diferencial, contribuya enormemente a que tanto el maestro y la maestra, como el estudiantado, transiten por escenarios que facilitan los procesos de enseñanza-aprendizaje, en medio de una renovación constante de estrategias que restructuran su destacada labor.

Los y las docentes, cualquiera sea su disciplina, deben tomar conciencia de la importancia de una buena formación, no solo por contar con conocimientos actualizados, metodologías y didácticas atractivas, sino también por apropiarse de elementos que faciliten la reflexión con sus estudiantes y sobre los contextos en los que se desempeñan.

En este aspecto, el Instituto para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico, IDEP, planteó como una de las claves para la educación, el “comprender cómo se aprende como base para disponer las condiciones de la enseñanza”, desde donde se demandan nuevos conocimientos asociados a formas diversas de aprender.

Al respecto, María Cristina Martínez, profesora de la Universidad Pedagógica Nacional comentó que “comprender cómo se aprende, convoca y pone un punto de reflexión acerca de los saberes del maestro. Sitúa la reflexión en un momento de debate que afronta el país acerca de lo que realmente significa ser maestro y también de sus desafíos, porque comprender cómo se aprende va más allá de tener un cocimiento sobre una disciplina; subyace saber quién es el otro sujeto de aprendizaje. Exige una comprensión más amplia sobre el estudiante, no solo del por qué y para qué aprender, sino también de los modos cómo relaciona los saberes con sus interacciones y formas de socialización en las etapas de la vida, sus deseos e intereses.”

Para Jaime Parra, investigador del IDEP y la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, “cualquier reflexión sobre el aprendizaje y la enseñanza, encierra una reflexión sobre profesores y estudiantes. Concretamente es una reflexión sobre la obligación de unos y otros, con respecto al aprendizaje.” Añade que entre el significado de ser docente y la comprensión del estudiante (desde su proceso de aprendizaje), se encuentran tres elementos claves que deben sentar la base del proceso de enseñanza. “Lo primero, es que los estudiantes aprenden muchas cosas; tenemos la mala maña de enumerar los aprendizajes: aprenda carpintería, aprenda a nadar, aprenda matemáticas, geografía, historia. De esta forma, el aprendizaje fragmenta al estudiante porque, entonces, se define una gran cantidad de competencias que el estudiante debe desarrollar y debe aprender.

En segundo lugar y por encima de los conocimientos disciplinares, el maestro debe perseguir que la persona aprenda a ser persona en una sociedad, pues el aprendizaje -fundamentalmente- es algo que realiza la persona para sí misma. Por último, no es importante aprender de todo en todo momento. Aprender debe ser una acción que ha de surgir de una reflexión del aprendizaje, alrededor de lo que significa ser persona y no de la enumeración de competencias o habilidades. De ahí que bajo este contexto, como maestros, no debemos enseñar de todo. La enseñanza no persigue la perfección del estudiante, no persigue el aprendizaje de innumerables cosas, persigue enseñarle al estudiante a ser persona y si eso pasa, el que enseña también tiene que aprender, a sí mismo, a ser persona.”

En la perspectiva de saber quién soy como maestro y qué se debe enseñar, los procesos de formación cobran destacada importancia, tanto desde el papel que cumplen las facultades de educación, las normales y los institutos de investigación, como también desde la visión y el compromiso del docente.

“Cuando se tienen en cuenta los procesos de formación, implica, contemplar dos aspectos fundamentales: pensar en el otro que aprende como un sujeto, donde entonces, se necesita de un educador que sepa lo que enseña; pero por el otro lado, la apuesta pedagógica de las instituciones formadoras de educadores, donde se realizan grandes esfuerzos para que desde las ciencias de la educación (antropología, filosofía, sociología) se ofrezca un contexto general del conocimiento al sujeto que aprende. Lamentablemente las políticas educativas de hoy son adversas y cualquier profesional puede cumplir una función docente, dejando de lado no sólo la formación, sino también la vocación”, señaló la profesora Martínez. En la misma vía el profesor Parra recalcó que “la crisis de identidad profesional y vocacional, también es el resultado de cómo se ha organizado administrativamente la escuela.”

En lo que respecta a la formación de maestros y maestras, si bien es apenas obvio que deben conocer la disciplina, también se requiere contar con un conjunto de herramientas que les permitan conocer al sujeto de aprendizaje y leer los contextos donde se lleva a cabo el proceso de enseñanza – aprendizaje.

“Los estudiantes no son unas tablas rasas, tienen saberes propios y características específicas que obligan al maestro a crear unas propias condiciones de aprendizaje; eso va más allá de la didáctica, no se trata únicamente de transmitir información, hay otros saberes: social, político, de contexto, que el maestro debe compartir. El maestro es un creador y un constructor de saberes, no es un portador, no es un trasmisor, no es un funcionario que administra un currículo, es un creador que después de leer el contexto y conocer a sus estudiantes, facilita esos modos de aprendizaje”, comentó María Cristina Martínez.

El profesor Jaime Parra coincide en que es posible, particularmente, que el maestro o la maestra estén capacitados y tengan las herramientas intelectuales y personales para desenvolverse en cualquier contexto; pero “infortunadamente el maestro vive y sufre ese contexto en solitario. No está preparado como agremiación, corporación o comunidad profesional para aportar al contexto del estudiantado. Los maestros tienen que conversar más entre ellos y conformarse como comunidad. No solo como comunidad enseñante, sino también como comunidad de aprendizaje. Uno de los retos más fuertes es cómo unir estudio y trabajo, es decir, cómo en determinado momento el trabajo se convierte en objeto de estudio y el estudio se convierte en goce para el maestro, donde los pares aprenden en conjunto.”

En ese sentido puntualizó la profesora Martínez “es necesario fortalecer el trabajo colectivo y reconocer que no estamos solos; se requiere hacer alianzas, apoyar la labor de las instituciones y generar dinámicas con grupos de maestros y maestras. Solo mediante el trabajo colectivo es posible, incluso, impactar las políticas públicas, por ejemplo. Es urgente reconocer a los maestros como un colectivo, pero también ellos deben reconocerse como tal.”

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Rubén Darío Cárdenas
Gran Rector Premio Compartir 2016
Concibo al maestro como la encarnación del modelo de ser humano de una sociedad mejor. Él encarna todos los valores que quisiera ver reflejados en una mejor sociedad.