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Me gustan los colegios manejados por curas

La excelencia académica, el desarrollo del conocimiento y la humanización del individuo, los pilares de estos líderes educativos.

Abril 29, 2016

En los últimos meses he tenido la oportunidad de conocer dos megacolegios en la costa caribe, que han sido inaugurados por el Gobierno Nacional y que en una sabia decisión del Ministerio De Educación y las Secretarias de Educación Municipales han sido encomendados a religiosos.

El primero lo conocí durante una visita de tres días a Valledupar. Su nombre es el Colegio Andrés Nicolás Escobar Escobar I.E., un homenaje a un docente asesinado por robarle el dinero de la nómina que llevaba de sus compañeros y es manejado por la diócesis de la capital vallenata, en una de las zonas más vulnerables de esta ciudad.

Más allá del tipo de población, lo llamativo es ver el aire y sello propio que se le imprime a la institución: oración antes de iniciar actividades, respeto por el Manual de Convivencia, respeto por el oficio de ser docente pero también respeto por el oficio de ser docente-directivo, normas mínimas de sana convivencia, respeto por la persona y el amor propio, respeto por la pluralidad religiosa, disciplina, calidad académica en proceso y, sobre todo, poco discurso “mamerto” y de pobreza y más acciones de transformación de una realidad dura pero posible de mejorar con empeño, honestidad, responsabilidad y trabajo.

En un descanso logré entender la bendición de estudiar en ese colegio para muchos de esos niños y jóvenes. Como me lo dijo una estudiante que cursa octavo grado: “Cuando llegué a este colegio entendí lo que era ser valorada por persona”. Ese síndrome de humanismo era el verdadero camino.

Definitivamente, el padre rector estaba labrando un camino donde la autoestima es fundamental, que se debe regar constantemente y que, infortunadamente, muchos profesores del sector oficial olvidan dedicándose a atrofiarla a sus estudiantes.

Mientras tanto, en Cartagena se inauguró hace un par de semanas el Megacolegio Ciudad Bicentenario I.E., obra que fue encomendada a los Hermanos De La Salle y que al igual que el Andrés Escobar, albergará más de 1.400 estudiantes y 60 docentes en una zona en donde el gobierno está construyendo soluciones de vivienda a sectores populares de la capital bolivarense.

Con esta ya son tres las obras de los “curitas De La Salle” en la Heroica: Colegio De La Salle, El Hermano Antonio Ramos y esta nueva institución. Aunque apenas se están organizando, aún no cuentan con ayudas tecnológicas y los salones de clase sin aire o ventiladores. Sin embargo, en el recorrido me encontré con un grupo de profesores creativos, calmados y comprometidos: como si hubieran asumido el reto de ganarse la atención de sus estudiantes en lugar de obligarla.

Definitivamente los colegios orientados por religiosos y religiosas son particulares: fomentan el verdadero trabajo en equipo por el desarrollo integral de sus estudiantes, diseñan planes de área acordes a las necesidades de sus formando, construyen proyectos pedagógicos de calidad y articulados con las dimensiones del ser humano, sus experiencias y actividades complementarias que se ejecutan en clase y en horarios de actividades de extensión son consecuentes con sus metas y Proyecto Educativo Institucional.

Se preocupan por educar al individuo para sí mismo, para ser felices y hacer felices a los demás; creen firmemente en aquello de quien se construye a sí mismo, se proyecta a los demás desde todas sus dimensiones: física, intelectual, emocional, espiritual y social.

Fundamentan todo su proyecto en la excelencia académica, el desarrollo del conocimiento de sus estudiantes y la humanización del individuo.

Es por esto y muchas otras cosas que me alegra la decisión de la región Caribe de entregar colegios oficiales para manejo de entidades que saben del tema y no siguieron los consejos de un exalcalde “loquito” de Bogotá que acabó con la buena labor de muchos de estos colegios y del mismo Gobierno Nacional que cometió el error hace muchos años de quitarles las Normales a estas instituciones religiosas.

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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Rubén Darío Cárdenas
Gran Rector Premio Compartir 2016
Concibo al maestro como la encarnación del modelo de ser humano de una sociedad mejor. Él encarna todos los valores que quisiera ver reflejados en una mejor sociedad.