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Noche y niebla

El 30 de agosto se conmemora el Día Internacional de las víctimas de la desaparición forzada y la Escuela tiene la palabra.

Agosto 29, 2019

“Noche y niebla. ¡Ya no hay nadie!”; dice Richard Wagner en una de sus obras; y de esta manera Hitler y su siniestro combo, bautizaron una de sus prácticas más aberrantes luego de la denominada “Solución final”, que llevó a que se torturaran, mutilaran, humillaran y ejecutaran, a millones de seres humanos, afuera y adentro de los campos de concentración. Con Noche y Niebla (NN) desaparecieron a miles de personas de las que no se volvió a saber nada, y de las que no se volvió a encontrar ningún rastro.

Desaparecidos a la fuerza por sistemas de poder que en realidad son sistemas para administrar el horror y la injusticia; fueron vistos por alguien, una última vez, y se mantuvieron anclados en el dolor de sus familiares y seres queridos, y en todo lo que la palabra dolor abarca como abismo infinito.

Lo increíble de ésta práctica aberrante radica en el hecho de que se concibió como una forma de terror psicológico, diseñada para horrorizar a las familias y a las víctimas, aislándolas del mundo, y que al exportarse, años después, a otras partes del planeta, por regímenes similares, terminó enriqueciéndose en los grados de crueldad y diversificando sus perversas modalidades.

Con el franquismo, por ejemplo, se desaparecieron niños, con el nazismo enemigos políticos. En las dictaduras del cono sur, niños y enemigos políticos, y en Colombia, el horror de la desaparición forzada, ha sido una práctica sistemática del poder y de los frentes de exterminio, que parecieran embelesados en sus formas de destruir la dignidad de sus compatriotas, a quienes no se les reconoce desde la fraternidad o desde el más mínimo atisbo de humanidad.

En Colombia, la desaparición forzada prueba el grado de deshumanización que nos ha dejado el desgaste de la guerra. La máquina de la muerte colombiana, sus directores de orquesta y sus secuaces, consideran que la democracia es un peligro para sus intereses personales, y que por tanto, el reconocimiento de los Derechos Humanos es prescindible.

Todos los frentes de exterminio han recurrido a esta práctica maldita, y lo siguen haciendo. El Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) calcula que de los casi 90 mil desaparecidos en Colombia, los paramilitares son responsables del 46,1 %, la guerrilla del 20%, los grupos pos-desmovilizados del 9%, y las Fuerzas del Estado de poco más del 8%. Según el CNMH esto sucede prácticamente en todo el territorio nacional, siendo el Magdalena Medio, el Oriente Antioqueño y el Valle de Aburrá, los territorios con el mayor porcentaje de desaparecidos. En Boyacá, por ejemplo, la Unidad de Víctimas reporta 2.273 desaparecidos hasta la fecha, siendo un fenómeno que se mantiene y que pareciera no preocuparle a nadie.

Noche y Niebla dijo Hitler, y en Colombia esas palabras se diluyen en las víctimas y en sus familiares, a quienes el adentro se les abisma en resanar un duelo que golpea el nervio de sus espíritus. Ni Dios puede, a veces, con todo su poder y su silencio, conseguir que los familiares hagan un duelo por el ser que ya no está.

Conocer a estas personas es desolador. Reunirse con víctimas y escucharlas te rompe por dentro, aunque sabes que vas a recuperarte dentro de poco. La mayoría de colombianos que han podido sepultar a sus seres queridos, o quienes han encontrado los restos y han podido enterrarlos y llorarlos, con el tiempo se han recuperado; muchos no, pero por lo menos han cesado la búsqueda, el viaje tortuoso de la búsqueda de los huesos de la ausencia y la presencia encarnada de la espera. En cambio los familiares de los desaparecidos no pueden hacerlo; continúan con sus vidas, con ese dolor sin sitio, como dijo en alguna parte el poeta Jaime Sabines; siguen viviendo con ese dolor que pesa y que desgasta.

Muchas madres continúan sirviendo la comida o un poco de agua a ese hijo que no está; otras ven a sus hijos en las calles, los confunden y gritan a veces, solas, en sus habitaciones y en sus oraciones; otras madres y padres y hermanos, los sueñan. Uno quisiera que los huesos hablaran, que los ríos y la tierra y los árboles hablaran, y que esa noche y esa niebla que recorre a este país abandonado y tan indiferente, sirviera para que todos encontraran un poco de paz. Incluso, ojalá, los asesinos y sus amos; esos émulos de Hitler en el hemisferio occidental.

Hay personas tan acostumbradas al dolor de los demás que no entienden lo que pasa. Uno ve con tristeza que incluso el dolor de los demás, es utilizado por estos políticos de turno para conseguir los votos de ese país adormilado, anestesiado e interesado en sobrevivir, o en vivir bien, a costa de nuestros impuestos.

Por eso ha sido tan importante la propuesta de trabajar desde las aulas el proyecto transversal de Democracia y DDHH, la Cátedra para la paz y la normatividad que obliga desde una dimensión ética fundamental, a que la Escuela se convierta en un espacio de humanización. A propósito de la Desaparición forzada, la ley 1408 del 2010, y el decreto 303 del 2015 que la reglamenta, plantea a los colegios del país, el reto de abordar este problema tan nefasto, para crear conciencia de sus implicaciones. Para quienes no lo conozcan esto señala el artículo 60 del mencionado decreto:    

Medidas educativas. En las fechas establecidas en este capítulo, y de acuerdo con el Proyecto Educativo Institucional (PEI), en los establecimientos educativos públicos y privados se realizarán foros, conferencias, talleres y jornadas de reflexión sobre el derecho a la memoria, a la verdad, a la vida y al respeto por los derechos humanos, como homenaje a las víctimas de desaparición forzada.

Adicionalmente, presentarán los resultados de los procesos pedagógicos adelantados durante el año académico de los estudiantes, tendientes a promover la restitución y el ejercicio pleno de los derechos, el desarrollo de competencias ciudadanas y científico-sociales en los niños, niñas y adolescentes del país, y a propender por la reconciliación y la garantía de no repetición de hechos que atenten contra su integridad o violen sus derechos, en concordancia con lo establecido en el numeral 7 del artículo 145 de la Ley 1448 de 2011.

Las secretarías de educación departamentales, distritales o municipales, o en su defecto la autoridad correspondiente, velarán por el cumplimiento de lo consagrado en este artículo, en los territorios de su competencia.

Las medidas del presente artículo podrán integrarse como una de las actividades de los proyectos pedagógicos transversales definidos por el artículo 36 del Decreto número 1860 de 1994, o por las normas que lo reglamenten, modifiquen, adicionen o sustituyan.

Son pocos en realidad los esfuerzos que se hacen desde las aulas para abordar estas temáticas; y es muy probable que sean pocas las Secretarías de Educación interesadas en estos temas;  por eso el llamado a los docentes pilos y conscientes de la función social de la Escuela como potenciadora de la dignidad humana, cifrada en concepciones democráticas dirigidas a reconocer el valor de los Derechos Humanos.

En Duitama se ha comenzado a vislumbrar una Experiencia pedagógica al crear una Red por la memoria y por una pedagogía de la paz. Hasta el momento se han sumado seis docentes de cinco instituciones públicas de la ciudad, y salimos juntos a conmemorar, por primera vez, a las víctimas del conflicto, el 9 de abril pasado.

El proyecto Mnemósine creó un Museo vivo de la Memoria Histórica pensando en forjar un Monumento que permitiera el diálogo y la reflexión sobre lo que han sido nuestras guerras, nuestra afición por la muerte y el dolor del otro, y por las posibilidades que tenemos como país. Estos profes pilos lo entendieron y se sumaron; ahora esperamos que se sumen más, y que se asuma como una política pública a nivel municipal, dirigida desde la Alcaldía o el Concejo, y motivada por la Secretaría de Educación; así se crearán las condiciones para que el trabajo burocrático en las instituciones deje de ser tan tedioso, y se vaya más allá de los micro-poderes risibles, que ven con alarma la innovación pedagógica.

El proyecto Mnemósine ha permitido entender que el Monumento lo hacemos todos y que el Museo somos todos los que participamos en él, sobre todo, los que se mantienen al margen, porque es a ellos a quienes está dirigido el reto de asumir el dolor de los demás, con absoluta responsabilidad.

Por logística y por el Paro del Magisterio los días 28 y 29 de agosto, realizaremos el homenaje a los desaparecidos el día 10 de septiembre en la Plaza de los Libertadores de la ciudad de Duitama.

Somos maestros y por tanto sabemos que el camino para tener una Colombia digna es largo, pero que se avanza paso a paso; y eso es lo que hacemos en las aulas, paso a paso, día a día, intentar pensarnos como seres humanos dignos, en un país y en un tiempo en el que la consigna es desdeñar, destruir y menospreciar al prójimo y su humanidad.

No olvidemos que el 30 de agosto es el Día Internacional de las víctimas de la desaparición forzada, y que en Colombia tenemos más desaparecidos que en todas las dictaduras del cono sur, juntas. Otro dato más para sumar al déficit de vergüenza que nos caracteriza como país.

 

Imagen de Devanath en Pixabay

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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Docente Licenciado en Ciencias Sociales, magíster en Historia y doctorando en Lenguaje y Cultura en la UPTC. Profesor del colegio Quebec y catedrático de la UPTC Duitama
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Gustavo González Palencia
Gran Maestro Premio Compartir 2008
ogré incentivar en niños y jóvenes el gusto por la música y la ejecución de instrumentos musicales.