Usted está aquí

Para tener en cuenta al momento de pensar en quién estará al liderazgo del MEN en Colombia

El tema principal de debate no es si alguien es nombrado en un puesto de tan alta importancia, sino qué tipo de sistema para esta situación se tiene en el país. 

Julio 4, 2018

Desde el comienzo de la vida republicana, nuestro sistema educativo estatal ha tenido la infausta experiencia de no tener en sus nóminas ministeriales personas dedicadas de tiempo completo a la labor educativa. En otras palabras, los ministros titulares que han desfilado por este despacho han sido más economistas, abogados, ingenieros y de otras perspectivas de administración pública.

Y pensar que, fue Simón Rodríguez el encomendado por el Libertador para dirigir dicha labor en ese macro ente político conocido como La Gran Colombia; la pauta se esfumó en los venideros tiempos. No se necesita ser un zahorí para saber que vendrá otro gobierno cuyo ministro no será un profesor que conozca en carne propia que es la educación de base. La historia educacional no cambiará en estos cuatro años por venir.

Hace apenas unas semanas atrás, socializaba con mis estudiantes de grado once de un colegio distrital, el Enrique Olaya Herrera, de la ciudad de Bogotá DC, en mis sesiones de filosofía, el tema de las elecciones presidenciales. Abordamos antes de hablar de los mismos candidatos y, por supuesto sus propuestas, dos grandes dimensiones a tener en cuenta y los cuales todo colombiano debería explorar, debería saber.

El primer aspecto era el de la historia de nuestro país relacionada con otros temas colindantes. De aquí se desprendieron sin número de preguntas por parte de los estudiantes. Fue todo un repaso por nuestra historia llena de traumatismos, donde no hay duda, la responsabilidad de la educación como institución oficial fue responsable en no pocos casos.

La segunda dimensión sería el marco teórico en el que se mueve el fenómeno político y jurídico de manera general de nuestro país. Entonces, aparecen términos como Estado, nación, país, pueblo, constitución, etc., los cuales les son tan lejanos a los muchachos y tan imprácticos que, cuando se abordan de forma concreta y comparativa, ellos llegan a comprender la importancia de tener estos conceptos a la hora de ejercer sus derechos como ciudadanos y futuros votantes.

Luego, el tercer paso consistió en abordar las hojas de vida de cada candidato a la presidencia y sus respectivas propuestas. Entre ellos se desatacaban los perfiles de administradores públicos en cargos de libre elección como el caso de Fajardo o Petro, y otros de nombramiento como de La Calle y hasta un representante de las congregaciones evangélicas.

La sorpresa fue que, a pesar de ser candidata a la presidencia con propuestas precisas, la abogada Vivian Morales quien fuera, entre otras, fiscal general de la República, se retiraba de la contienda electoral. Su nombre no sonaba entre las encuestas como favorita. Sin embargo, sí era representante número de personas tal cual se constató en los resultados finales de la primera vuelta.

Al final, la candidata Morales Hoyos se retira y decide apoyar la campaña del Centro Democrático (coalición partidista de derecha y ultraderechas), con esto da aval a los programas que defiende dicho movimiento. Anteriormente, ella misma criticó duramente las posturas de este movimiento. Vivian Morales inició su proselitismo en las filas del liberalismo, luego iría a parar en el movimiento de moda: el Centro Democrático en lo que El Espectador llamó “metamorfosis política” en su columna del 3 de mayo de 2018.

Es importante saber que en sus propuestas sobre educación no existían elementos tácitos para evacuar los problemas del ramo. Solo en sus sitios oficiales se resumían tres o cuatro alusiones, entre ellas la continuidad del programa de “Ser pilo paga” que únicamente ha constituido un medio de exclusión de manera general y de financiación del sector privado en detrimento del público.

Como defensora del proyecto de revivir la Historia de Colombia como asignatura (Ley 1874 de 2017), de carácter independiente, se destacó por su defensa. No obstante, poco pudo definir su visión sobre dicha propuesta. El caso de la toma en cuenta de la Historia como espacio académico es interesante, no obstante, aún existen confusiones formales sobre el asunto. Puesto que podría quedar en manos los tecnócratas de currículo el espíritu de dicha asignatura y olvidar la orientación pedagógica y social que tiene tan importante disciplina.

Cabe decir que, como funcionaria pública, su papel no tuvo gran impacto en la resolución de situaciones problemáticas. El paso por la Fiscalía dejó sin sabores a la hora de no profundizar su liderazgo frente a casos de corrupción e investigaciones inconclusas. Así mismo, como representante y senadora, se caracterizó por sus posturas conservaduristas y evidentemente llenas de ingredientes muy cercanos a la visión cristiana recalcitrante del mundo salida de las versiones evangélicas propias el mundo subdesarrollado; ella pasaría de la defensa acérrima del catolicismo a la otra orilla religiosa. En cuanto a su participación como legisladora, sus proyectos fueron fiel reflejo de la negación de derechos de algunos sectores de la sociedad, en contra de la misma constitucionalidad.

No puede ni debe señalarse a una persona por sus creencias religiosas pues sería constreñir un derecho tan inalienable como éste. Sin embrago, de lo que se trata es de poner en objetividad la situación de pertenecer a un grupo cualquiera que sea su interés. Difícilmente, cuando se hace oficial la militancia ideológica en un conjunto, las influencias del mismo no aparecen en sus decisiones, la historia lo ha demostrado. Entonces, el asunto no es “atacar” a la persona, pero sí destacar la posibilidad de inyección de ideas pertenecientes a un grupo sea este mayoría o minoría. Existe el riesgo de que la religiosidad –no la tan apreciada y connatural espiritualidad- pueda llegar a adueñarse de la escuela, sobre todo en sus sesgos no positivos. Debe respetarse el espacio académico-formativo de la escuela secular y no tratar de retroceder convirtiendo a la escuela en un centro de difusión religiosa de un determinado dogma. Esto no significa que no puedan tocarse los temas religiosos, pero si se tocan ha de ser de manera objetiva y siempre haciendo énfasis a sus legados positivos e incluyentes.

Ahora bien, tras el triunfo del candidato del Centro Democrático, ya suenan los nombres a encabezar los distintos ministerios. Acá es donde suena el nombre de Vivian Morales para ocupar la cartera más importante si lo vemos desde la óptica de lo social. Con esto puede comprobarse una cierta cancelación de la cuota burocrática a un sector político.

Sin caer en paroxismos político-ideológicos, no hay duda en que debe reflexionarse sobre las consecuencias que tendría poner en manos un espacio que tiene toda una responsabilidad histórica y social como lo es el ministerio de educación. La coyuntura del país exige una persona que conozca de fondo, en teoría y práctica los diferentes niveles de educación, que se rodee de un equipo eficiente y comprometido con la educación y no –como es tradición- de cuotas burocráticas; el resultado de esto, será el mejor indicador de lo que quiere un gobierno recientemente elegido frente a la cuestión educativa.

Es difícil creer que un funcionario con tanta variabilidad práctica, pueda cambiar las cosas dentro del MEN. Máxime cuando obedece a las cuotas burocráticas, esto lógicamente independiente de la persona que sea la encargada de dirigir las riendas de la educación en Colombia. De hecho, el tema principal de debate no es si alguien es nombrado en un puesto de tan alta importancia, sino que tipo de sistema para esta situación se tiene en el país; determinar los filtros de idoneidad y meritocracia, de experiencia y trabajo de base podrían ser pautas de vital importancia para ejercer tan alto, impactante e importante cargo.

Situaciones como la dicotomía calidad/cobertura; visión social y visión mercantilista de la educación; la carrera docente; la financiación de la educación superior que fortalezca el sector público y los convenios justos con el sector privado; la revisión de los decretos que contradicen los fines humanos de la educación; la pedagogía de la paz y la ciudadanía; la tercerización de la labor docente, entre otros, serán problemas que han de ser estudiados y resueltos con la mejor disposición a la transformación, cosa que dista según podemos ver de la visión que tiene el nuevo gobierno que no es otra cosa que el continuismo de las exigencias externas de los modelos que han venido afectando de manera muy, pero muy negativa a nuestra sociedad colombiana que espera mucho consciente o inconscientemente del sistema educativo.

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
Boletín de noticias
Registre su correo electrónico para recibir nuestras noticias.
Promedio: 1 (1 voto)
Estadísticas: .
Luis Fernando Burgos
Gran Maestro Premio Compartir 2001
Revivo los mitos y leyendas para invitar a los duendes a guiar procesos de investigación.