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Premio Compartir: Recordar es vivir

Relato de Jaqueline Cruz, Gran Maestra en el año 2000, contando su experiencia de recibir este galardón por parte de la Fundación Compartir. 

Noviembre 13, 2017

Yo me venía capacitando en un programa de formación permanente en educación matemática y ya empezaba a tener una visión distinta sobre la enseñanza y el aprendizaje de las matemáticas. En aquel entonces había experimentado una nueva estrategia metodológica para la enseñanza de la “función cuadrática” y con esta experiencia me inscribí.

Después recibí por correo una invitación para asistir a la ceremonia del Premio Compartir Al Maestro 1999. Por esta época estaba pasando por un momento muy difícil, ya que mi padre había fallecido producto de un accidente y mi madre y mis dos hermanos estaban aún recuperándose de las fracturas. En aquella ceremonia de premiación pude olvidar muchas de mis tristezas.

Al ver frente a mí a los veinte maestros nominados y aquel espectáculo tan maravilloso, sentí una emoción infinita y pensé que si yo fuera una de esas personas, tal vez no lo podría resistir. Poco tiempo después recibí por correo una Mención de Honor y una carta motivándome a continuar. Pensé que la vida proseguía y que aún me faltaban muchas cosas por hacer, entre ellas, continuar con más empeño que nunca el diseño y desarrollo del proyecto de matemáticas que había iniciado con la colaboración de Verónica Tocasuche, mi colega en la institución.

Este proyecto se convirtió en mi pasión y quería alimentarlo con todas las ideas posibles. Una de sus acciones: “El portafolio como estrategia para la superación de logros” era la que más me había llamado la atención por cuanto observaba que los estudiantes empezaban a comprender una nueva forma de evaluación más dinámica, creativa y significativa. Fue entonces cuando decidimos con Verónica que yo participaría de nuevo en la próxima versión del Premio Compartir Al Maestro.

En mayo del año 2000 se comunicaron de la Fundación Compartir al colegio para informar que yo había sido seleccionada como una de las treinta finalistas y que harían una visita para hablar con alumnos, padres de familia, el rector y los maestros.

De nuevo mi vida se llenó de emoción y suspenso... aunque sabía que todo lo escrito para participar correspondía a la realidad, debo confesar que sentí susto, pues no sabía cómo serían las entrevistas y no estaba acostumbrada a ello y mucho menos a las grabaciones para televisión.

A pesar de que la grabación fue anunciada, solo vine a enterarme cuando llegaron los equipos, lo cual hizo que todo fuera más espontáneo, los estudiantes estaban muy emocionados y tanto ellos como los directivos y algunos profesores fueron muy colaboradores. Cuando me reuní con los demás nominados en el Hotel Tequendama, empecé a darme cuenta de lo grandioso que era este Premio. A medida que se acercaba la ceremonia, sentía que la emoción crecía.

Algunos de mis compañeros trataban de disipar la ansiedad contando chistes o haciendo conjeturas sobre los posibles ganadores. Debo decir que siempre tuve confianza en que yo sería finalista, pero llegar a ser la “Gran Maestra” era solo un sueño que horas más tarde se convertiría en realidad.

Cuando Pacheco, ante el auditorio del Teatro Colsubsidio pronunció mi nombre, sentí que todo a mí alrededor se movía, parecía que estuviera temblando y que los aplausos eran eternos. En un primer instante pensé en mi padre, a quién internamente le dediqué el premio, pues él había logrado sembrar en mí, desde muy niña, la importancia de las matemáticas. Luego pensé en mi madre, quién aunque no se encontraba en el país, seguramente le hubiese gustado presenciar este momento.

Seguidamente pensé en toda mi familia, especialmente en mi esposo y en mi hijo, quienes siempre me apoyaron con sus ideas, luego recordé a los directivos y compañeros de trabajo, especialmente a Verónica, de quién obviamente podía percibir su inmensa emoción y por supuesto pensaba en mis estudiantes y en todas las personas de la Fundación Compartir a quienes les debía el estar viviendo ese momento tan inolvidable.

Fue increíble la cantidad de personas que pasaron por mi mente en tan pocos segundos. Sentí que las palabras se hacían nudo en mi garganta. Debido a mi gran sensibilidad, el llanto y la emoción me embargaron por un momento..., finalmente pude decir ante el público algunas palabras.

Cuando salí del recinto, me encontré con una nube de periodistas ansiosos por entrevistarme. Allí me di cuenta que el Premio no había terminado con la ceremonia y que por el contrario, ahí empezaba mi compromiso y que era mi deber asumirlo con gran responsabilidad. Después vinieron las entrevistas por radio y televisión, cartas de felicitación, flores, pergaminos, reconocimientos y condecoraciones.

Cada uno de los momentos vividos, incentivaba aún más mi nivel de compromiso. Desde entonces, he dedicado todos mis esfuerzos a socializar el proyecto en diversos encuentros pedagógicos a nivel local, distrital y nacional, los cuales me han dejado grandes satisfacciones personales y profesionales. He continuado con mi capacitación, profundizando sobre el conocimiento matemático, participando en proyectos de innovación curricular, especialmente sobre el uso de las calculadoras gráficas en el aula.

También he logrado obtener algunos recursos económicos para la implementación de un laboratorio de matemáticas y ciencias para el colegio. Actualmente, estoy terminando una página Web que contendrá información sobre el proyecto y otros estudios que he realizado. Esta será publicada próximamente en la REDP de la Secretaría de Educación del Distrito.

Como podrán advertir los lectores de Palabra Maestra, esta es una historia llena de grandes vivencias, aprendizajes continuos y sobre todo, momentos de gran emoción en donde las satisfacciones más importantes son aquellas en las que me he sentido valorada por mi profesión y como docente, a través de la cual he podido hacer algunas contribuciones en pro del mejoramiento de la educación.

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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Jesús Samuel Orozco Tróchez
Gran Maestro Premio Compartir 2005
Senté las bases firmes para construir una nueva escuela rural donde antes solo había tierra árida y conocimientos perdidos.