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A propósito del Día de la Niñez, hablemos de participación

La Convención sobre los Derechos del Niño señaló que la participación de niñas y niños es un derecho y un principio fundamental. Para que sea genuina se debe construir una opinión informada. 

Abril 26, 2019

Darles la palabra a los niños que levantan la mano en clase, escucharlos en el comedor a la hora de tomar los alimentos, preguntarles qué quieren de regalo de Navidad, dejarlos que lean un discurso preparado por un adulto en un evento o sentarlos en la primera fila en un encuentro en el que se habla de la niñez. Eso no es participación infantil. Un tema del que se habla mucho por estos días por cuenta del Día de la Niñez, que se celebra en abril y que, precisamente, promueve la participación infantil.

La participación infantil es reconocer la fuerza que tienen niñas y niños como agentes transformadores y escuchar con honestidad y apertura lo que nos quieren decir respecto a las situaciones que viven a diario, sus afectaciones y sus posibles soluciones.

Por lo tanto, hablar de participación infantil implica un alto grado de reflexión y análisis sobre el lugar del niño y la niña en el desarrollo de la sociedad, sobre el concepto que se tiene respecto a la infancia o a las infancias en cada espacio y territorio en el cual se desarrollan, sobre el lugar que tienen en espacios más próximos a su cotidianidad: familia, barrio, comunidad, escuela, calle, vereda. Esto tiene múltiples implicaciones que van desde reconocer al niño y a la niña con sus capacidades presentes, sus habilidades, sus incidencias, sus manifestaciones, sus aportes, su lugar en el presente, más que su potencial como adulto posible. Entenderlo no únicamente como sujeto de protección sino como actor que agencia su propio desarrollo y contribuye en el desarrollo de su comunidad y sociedad que lo recibe, acoge e impulsa.

“Así pues, esto implica la construcción de un nuevo modelo de infancia donde los niños deben tener la oportunidad y la posibilidad estructural y legal de poder tener influencia en los adultos y en la sociedad. Ser actores sociales implica tener autonomía en la toma de decisiones y disposición para contribuir en los proyectos sociales. Ahora bien, es conveniente dar un paso más a esta participación protagónica. Se plantea un nuevo reto. No solo el niño ha de estar en el centro de la toma de decisiones, sino que se ha de impulsar su actividad, su capacidad de transformar. Los niños y las niñas son grandes activistas de las transformaciones sociales. Su protagonismo les ha de posibilitar cambiar su realidad próxima”, señala Ana María Novella Cámara, profesora de la Universidad de Barcelona.

En este sentido es preciso definir que la participación infantil es un derecho (art.31.Ley 1098 de 2006) y uno de los cuatro principios fundamentales de la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), junto a los de no discriminación; interés superior del niño y el derecho a la vida, la supervivencia y el desarrollo. La Convención establece que los Estados deben garantizar que los niños y las niñas estén en condiciones de formarse un juicio propio, así como el derecho a expresar libremente su opinión sobre las situaciones que los afecten (Art. 12 de la CDN).

De esta manera, la participación infantil se constituye en un imperativo que trasciende el concepto clásico sobre entenderse la participación como la posibilidad de darles la palabra al nuevo concepto de reconocerles un lugar en el desarrollo de la sociedad.

Como diría el reconocido pensador y psicopedagogo italiano Francesco Tonucci, la participación infantil comienza dejando que hablen, creando situaciones propicias para que se expresen a partir de los razonamientos que hacen sobre las cosas que viven directamente en su cotidianidad. Esto significa situaciones que hacen parte del trascurrir de su vida y que puedan expresarse en un ambiente dispuesto para ello, sin temor a equivocarse, sin el miedo a hacer el ridículo por hablar, sin la mirada inquisitiva e irónica del adulto, sin la necesidad de buscar palabras complicadas, forzadas, artificiales y descontextualizadas. La expresión es importante y las formas de hacerlo lo son aún más, pues será necesario acudir a medios diferentes a la palabra, pues esta puede verse invadida o permeada por los discursos ya construidos por los adultos. Por tanto es preciso comprender otros medios de expresión: símbolos, relatos, dibujos, entre otros.

Una condición necesaria para que los niños y niñas participen es que los adultos estén dispuestos a escuchar y desarrollen la capacidad de hacerlo con legitimidad, sensibilidad y convicción de que cada cosa que los niños y niñas dicen o expresan tiene de fondo un mensaje importante y en ese orden hay que corresponderlo.

Un homenaje con su participación                                            

En este marco, para las niñas y los niños la Celebración del Día de la Niñez es un asunto que les atañe. Sus gustos, intereses y opiniones deben ser los más tenidos en cuenta, pues el objetivo de la misma es hacer un homenaje en el cual se les reconoce como sujetos activos en el desarrollo social y de la vida pública de las comunidades. “Si los involucramos y les damos la oportunidad de participar, si les enseñamos el sentido de la responsabilidad de sus propios actos y si les permitimos, con sus ideas y aportes transformar su mundo, estaremos formando mejores ciudadanos”, ha dicho Tonucci.

La Celebración Día de la Niñez es la mejor oportunidad que se tiene en la búsqueda de ese ideal. Y es también la mejor oportunidad para que los adultos se sitúen al nivel de ellos y ellas, en relaciones de horizontalidad y de igualdad como actores “otros legítimos en la convivencia, sin discriminación ni abuso sistemático”, como señala el biólogo y profesor chileno Humberto Maturana.

En este sentido, la forma en la cual ellos y ellas hacen un ejercicio auténticamente democrático es a través de ‘la participación infantil’, entendiendo esta como un proceso que les otorga el poder de definir tanto el proceso como los resultados, y reconoce que sus capacidades, experiencias e intereses –todos ellos en constante evolución– desempeñan un papel clave a la hora de determinar la índole de su participación.

La participación se permite en un sentido amplio en el juego en el cual es posible el planteamiento de los puntos de vista, la construcción de reglas y acuerdos, la valoración de la diferencia, la construcción que parten de los propios niños y niñas, y nace de su necesidad de organizarse en un espacio colectivo y legítimo. La participación es un derecho que, desde lo individual, lo grupal y lo colectivo, hace posible la confianza, la solidaridad y la cooperación entendiendo esta como la “actuación informada y voluntaria de todos los niños y niñas –incluyendo a aquellos que tienen diferentes capacidades y que están en situación de riesgo– en cualquier asunto que les concierne directa o indirectamente”, como ha señalado en escritos el ICBF.

Para comprender la participación infantil, el reconocido académico estadounidense Roger Hart ilustra la participación con una escalera para reflexionar sobre el cómo es ejercida en los proyectos y en este caso se relacionará con ejemplos frente a cómo se desarrolla en la Celebración del Día de la Niñez y a hacia dónde puede llegar, haciendo un análisis de cada escalón de la misma.

En el escalón 1 está la manipulación que se da cuando el adulto usa a los niños y niñas en vía de sus intereses. En el escalón 2 está la decoración que se da cuando se usa la imagen y cuerpo de los niños y las niñas al acomodo de los objetivos del adulto. En el escalón 3 está la participación simbólica en la cual los niños superficialmente participan pero sin mayor información ni opinión. En el escalón 4 está la participación en la cual los niños son asignados pero informados de que se trata el proyecto en el cual tienen un lugar. En el escalón 5 está la participación en la cual los niños son consultados e información sobre el proyecto o situación a la cual se los convoca. En el escalón 6 está la participación de situaciones o proyectos iniciados por adultos, pero con decisiones compartidas por los niños. En el escalón 7 están los proyectos e iniciativas diseñadas, coordinadas y evaluadas por los mismos niños sin la intervención de adultos y, finalmente, el escalón 8 plantea un tipo de participación en la cual los niños y niñas son quienes inician un proyecto o iniciativa y los adultos se suman a la misma, aceptando y respetando lo propuesto por ellos.

Entonces, para lograr una participación real y legítima los adultos debemos reconocer:

  1. Que la participación infantil NO es necesariamente una participación representativa en la que por medio de votos se eligen representantes o decisiones como se hace con los medios de participación adulta.
  2. Que los niños y las niñas NO son adultos pequeños, sus maneras de expresar opiniones son distintas y requieren incorporar lenguajes cercanos a sus intereses como los son el juego, la música, la corporeidad, la plástica, la literatura, el dibujo.
  3. La participación NO es solo para “los niños más grandes o los que saben hablar en público”, implica la sensibilidad frente a expresiones como el llanto o la risa y con el desarrollo se va ampliando o avanzando según el mismo desarrollo infantil, es decir, que los niños y niñas en la primera infancia también participan.
  4. El derecho a la participación NO es solo para unos cuantos, es universal, es decir que en este ejercicio se incluye tanto a la administración municipal, como a la familia, la comunidad, institución escolar, salud, cultura y otras organizaciones próximas a los niños y las niñas.
  5. No basta solo con consultar, es un deber escuchar, promover, y apoyar para la incidencia de los niños y las niñas en los temas que son de su interés, con la formulación conjunta de programas, proyectos, políticas públicas, planes de desarrollo que en el marco de la Celebración del Día de la Niñez la hacen evidente.

En Conclusión, para que la Celebración del Día de la Niñez sea transformada en un mes de reconocimiento para los niños y las niñas con participación auténtica es necesario generar espacios, escenarios y momentos para conversar con los niños, las niñas, los adolescentes y los jóvenes sobre sus intereses y expectativas de la celebración. Esta conversación debe ser genuina, desarrollada con tiempo y con la mejor disposición de apertura por parte de los adultos y actores sociales con el ánimo de recoger atentamente lo que proponen.

Autoras: Irma Salazar y Paula Correa.

 

 


Imagen Corporación Juego y niñez

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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