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Sacar a Don Quijote del salón

¿Deben los clásicos salir de los planes lectores de los colegios y escuelas?

Agosto 5, 2015

A finales del año pasado el conocido escritor Arturo Pérez Reverte publicó su adaptación de Don Quijote, y en el marco de ese lanzamiento afirmó que es una vergüenza que los gobiernos españoles no lo hayan incluido entre las materias obligatorias.

El escritor español representa una postura tradicional en el tratamiento de la literatura en la enseñanza de la lengua castellana: los clásicos son ineludibles, deben ser objeto de estudio entre los estudiantes y de obligatoria preparación entre los maestros, tal vez lo piensan así porque consideran que es necesario adquirir un poco de cultura general, o porque parece lógico pensar que para escribir bien hay que leer a los maestros, o muchos, me aventuro a afirmar, porque no conocen otra literatura.

Personalmente tengo mis reservas con que los clásicos sean obligatorios en los colegios, al menos en la manera en que están planteados en muchas partes del país. Me he cansado de ver a los estudiantes copiando de sus compañeros los trabajos escritos que impone el docente y que a su vez fueron transcritos previamente de Wikipedia o de El rincón del vago, o viendo la adaptación al cine la noche anterior al examen oral, me pregunto si de esa manera los docentes de lengua castellana estamos motivando a los jóvenes hacia la lectura.

Me he cansado de ver a los estudiantes copiando de sus compañeros los trabajos escritos que impone el docente y que a su vez fueron transcritos previamente de Wikipedia o de El rincón del vago.

Creo que en un país donde la cultura del libro es bien escasa, empezar con la lectura obligatoria de los clásicos so pena de perder una nota importante puede ser contraproducente: conocemos y admiramos a los maestros de la literatura por sus técnicas narrativas, por la simbología que hay en sus historias, por las descripciones profusas, por la cadencia y las figuras retóricas que utilizan, pero creo que nuestros jóvenes estudiantes no están tan preparados para apreciar y disfrutar el talento de los clásicos, pueden parecerles confusos, la diferencia de tiempo también hará mella en el gusto por estos grandes y a esto se suma también que muchas veces el mecanismo para evaluar hace que sea muy fácil pasar de largo por la lectura sin haberla degustado.

¿Entonces debemos eliminar la lectura de La Odisea, Don Quijote, Cien años de soledad, La ciudad y los perros, entre otros? Por supuesto que no, pero creo que es un error proponerlo en el primer día del periodo para evaluarlo en el último y en ese lapso dejar al estudiante a que se las arregle como pueda con Cervantes y García Márquez, el docente puede tomar fragmentos de estos textos y trabajarlos en clase y aparte de hacer el acompañamiento. Algo que considero muy importante para la motivación hacia la lectura es que el docente comparta, a modo de chisme, lo que pasa en la historia para despertar la curiosidad de los chicos, es a veces la única manera en la que el estudiante, por su cuenta intente leer a los clásicos.

Los docentes debemos dejar el temor a conocer mejor la literatura juvenil, a implementarla en nuestras clases y a  evaluarla de formas alternativas como los foros o las representaciones. Hay escritores muy interesantes en este campo y los jóvenes encontrarán historias muy cercanas a su mundo familiar y social que disfrutarán de leer, reconozco que existe el riesgo de que muchos se queden ahí, pero estoy seguro, por experiencia propia, de que serán más los que  madurarán en su lectura con el paso del tiempo y encontrarán su propio camino hacia la excelencia.

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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Laura María Pineda
Gran Maestra Premio Compartir 1999
Dar alas a las palabras para que se desplieguen por la oración y vuelen a través de los textos para que los estudiantes comprendan la libertad del lenguaje.