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Sistematizar las prácticas: algunas tensiones

Sistematizar las acciones pedagógicas del maestro solo es posible en la medida que se piensan las prácticas, las cuales no se pueden reducir a la comprensión reflexiva de las estrategias cotidianas del docente.

Abril 30, 2015

En la actualidad, cada vez es más frecuente encontrar maestros y maestras que dicen sistematizan sus prácticas o sus experiencias docentes. Tales acciones son una ganancia para la educación pues llevan a que se consolide un conjunto de maestros reflexivos que sin miedo alguno pueden revisar su quehacer cotidiano y, a partir de la comprensión de sus acciones por medio de la escritura de las mismas, pueden transformar su realidad educativa.

Sin embargo, cabe preguntarse por lo que significa la acción de sistematizar y sus implicaciones para la transformación real de la docencia.

La práctica no puede ser entendida como un conjunto de saberes técnicos; es decir, la práctica del maestro no es la manera como desarrolla sus clases y las estrategias que utiliza o si sus estudiantes van a la huerta escolar para poner en contexto aquello aprendido en el aula. Mucho de eso solamente son técnicas, que posibilitan la enseñanza y el aprendizaje, pero no es propiamente la práctica del maestro; esta se relaciona, con las decisiones de orden ético que sustentan sus acciones y, que en consecuencia, llevan a mejorar las técnicas del proceso de enseñanza y aprendizaje. Así, la buena práctica concierne más a la experiencia que a la teoría; de ahí que aprendamos más de nuestras propias prácticas (por ensayo y error), de los colegas, que de los teóricos o de lo escrito en los libros.

Las prácticas son la expresión más íntima de los maestros, por ello se relacionan con dimensiones humanas como: el buen trato, la generosidad, la alegría, el reconocimiento del otro, entre otras y tantas cosas, al punto que las estrategias didácticas o los horizontes pedagógicos son solo un pretexto para practicar la humanidad con ocasión del ejercicio  docente. Las buenas prácticas de los maestros posibilitan que los estudiantes se apasionen  por el saber y no solamente por unos contenidos.

En consecuencia, sistematizar aquello que hacen los maestros es abordar las prácticas, las cuales expresan la experiencia frente a ciertas situaciones contextuales. La experiencia es un asunto individual –que puede tener alcances colectivos– en el que con base en referentes empíricos cada individuo reconfigura su forma de situarse en el mundo. En este sentido, la experiencia no puede sistematizarse al menos que se exprese en un conjunto de prácticas.

Ahora bien, está de moda hablar del como los profesores sistematizan sus experiencias pedagógicas o educativas. Esto me parece muy importante pues se reflexiona sistemáticamente desde un horizonte tan serio de investigación como la sistematización de experiencias que al provenir, especialmente, del trabajo social y de la educación popular lleva a que los individuos se empoderen y transformen colectivamente sus prácticas.

Sin embargo, en el campo educativo esto no es tan claro; en general no se trata de colectivos que desarrollan un conjunto de acciones de dimensiones políticas. Casi siempre se sistematiza lo que hace un solo maestro (a veces dos o tres)  y se muestra la experiencia, que suele ser un conjunto de actividades: experimentos de laboratorio, producción de texto escrito, elaboración de jabón etc.; eso no es propiamente una experiencia, solo son estrategias. Por ello es vital pensar que, tal vez, lo único que se puede sistematizar son las prácticas, las cuales –como lo hemos dicho– son expresión de la experiencia y sobrepasan lo técnico.

Por otra parte, cabe preguntarse qué significa sistematizar en términos pedagógicos. Si implica meter en un sistema las acciones del maestro, entonces el riesgo de subsumir eso que se hace a la teoría es muy alto y simplemente se trata de explicar la acción; así, no es posible un saber emergente, sino simplemente una interpretación desde la teoría. Pero si se entiende por sistematización la estructuración crítica de las fases de lo que se hace en sus implicaciones contextuales y teóricas para la propia subjetivación, entonces existe la posibilidad de generar nuevo conocimiento, tal como lo reclama la pedagogía.

También es importante reflexionar sobre qué es lo que se sistematiza cuando los maestros recuperan sus prácticas y pensar para qué sirves eso. Si solamente se enuncian las estrategias, intenciones y fundamentos teóricos, creo que no se está haciendo mucho por la educación, pues solo queda en una lista de tácticas anecdóticas de una situación particular.

Pero si se hace énfasis en que el maestro además de mostrar lo que hace (para que otros aprendan) puede producir conocimiento sobre el quehacer docente y las particularidades de ese saber más allá de los aspectos técnicos, entonces sistematizar la práctica puede llevar a auténticas transformaciones individuales y colectivas.

Es el momento de empezar a sistematizar las prácticas propias como maestros o continuar haciéndolo, pero pensando críticamente qué implicaciones tienen tales acciones.

 

Para saber más:

Sistematización de experiencias
Sistematización de experiencias educativas y pedagógicas

 


* Gran Maestro 2004. Profesor investigador de la Universidad de La Salle. Doctor en educación y sociedad por la Universidad de Barcelona, España.

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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