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Tecnología en el aula: una estrategia con sentido colaborativo

El uso de la infraestructura tecnológica existente fuera de las instituciones educativas reduciría la suma de dinero necesaria para tener los niveles adecuados de tecnología en el aula; también le permitiría los docentes centrarse en la interpretación y la expresión de los alumnos, sin sentirse obligados a usar la tecnología en cada paso del proceso.

Mayo 25, 2015

El ingreso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación al aula implica estrategias de incorporación progresiva encaminada a aprovechar al máximo los beneficios de la tecnología y reducir al mínimo sus dificultades intrínsecas.

Una de las estrategias de incorporación progresiva de las TIC surge cuando los dirigentes políticos, las directivas de las instituciones educativas, los docentes, los padres de familia y las comunidades se preguntan ¿cómo solventar la compra de una cantidad suficiente de computadoras y conexión a Internet como para que siempre haya una máquina disponible cada dos o tres alumnos en el aula?

Una respuesta al cuestionamiento propuesto debe estar acompañada de un enfoque práctico ante los dilemas que se presentan para mejorar la educación.

El primer dilema, destinar una suma alta de dinero a las computadoras a cambio de invertir en la infraestructura física necesaria para que las máquinas no se deterioren en un entorno inadecuado.

El segundo dilema, lo importante es aumentar los conocimientos y las competencias de los docentes respecto de los tipos de pedagogía y contenidos alternativos de las TIC, y ese aumento requiere  una cantidad sustancial de dinero que no estaría disponible si casi todos los recursos se gastarán en hardware.

El tercer dilema, la computación y los sistemas de comunicación de avanzada requieren un complejo soporte técnico para mantenerse en operaciones, y se volverán obsoletos en cinco o siete años a medida que la Tecnología de Información continúe su rápido avance. En este escenario, algunos continúan creyendo que las computadoras son como los pizarrones: se compran una vez y permanecen para siempre en las aulas, sin ocasionar gastos.

Las personas interesadas en aprender saben usar muchos tipos de herramientas de información que se encuentran diseminadas por todo nuestro entorno cotidiano.

¿Qué pasaría si, en cambio, una buena parte de la presentación de los temas y de la motivación requerida para el aprendizaje se diera fuera del aula, a través de las tecnologías de la información y comunicación existentes en los entornos del hogar, el lugar de trabajo y la comunidad?

Los estudiantes vendrían a la institución educativa ya motivados, en condiciones de encarar las estrategias de indagación y resolución de problemas, preparados para la interpretación y construcción colectiva de conocimientos. La gente está gastando muchísimo dinero en comprar  aparatos que les brindan servicios de entretenimiento e información: Smartphone, Tablet, videojuegos, Smart-tv, televisores, videograbadoras, computadoras, televisión por cable. Muchas de estas tecnologías son sorprendentemente poderosas y en algunos casos económicas.

¿Qué ocurriría si estos aparatos – muchos de los cuales se encuentran ya en todos los hogares, ricos y pobres, y en todas las zonas, rurales o urbanas – se utilizaran también a efectos didácticos, aunque no hayan sido adquiridos con esa finalidad?

Al sacar del aula parte de la carga de presentar materiales y motivar a los niños y a los jóvenes  las actividades de aprendizaje que hacen uso de la infraestructura tecnológica existente fuera de las instituciones educativas reducirían la suma de dinero necesaria para tener los niveles adecuados de tecnología en el aula. Esta estrategia también le permite a los docentes centrarse en la interpretación y la expresión de los alumnos, sin sentirse obligados a usar la tecnología en cada paso del proceso.

Dicho modelo de aprendizaje repartido implica coordinar las actividades educativas entre las aulas, los lugares de trabajo, los hogares y los ámbitos comunitarios. Esta estrategia pedagógica les hace ver a los estudiantes que el aprendizaje hace parte integral de todos los aspectos de la vida – no solo de la escolaridad – y que las personas interesadas en aprender saben usar muchos tipos de herramientas de información que se encuentran diseminadas por todo nuestro entorno cotidiano. Este enfoque también contribuye a fortalecer  los vínculos entre los docentes y las familias, lo cual tiene mucha importancia debido a que la participación de los padres es sin duda uno de los factores que más influyen en el desempeño escolar de los estudiantes. 

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Martial Heriberto Rosado Acosta
Gran Maestro Premio Compartir 2004
Sembré una semilla en la tierra de cada estudiante para que florecieran los frutos del trabajo campesino en el campo que los vio nacer