Usted está aquí
Enseñar el informe de la Comisión de la Verdad: el reto que nos espera a la vuelta de la esquina
Una mirada a los aciertos y desaciertos de la enseñanza del pasado reciente en otros países.
En los últimos 35 años, 24 países han utilizado comisiones de la verdad como herramientas para cementar su transición hacia la paz. Esas comisiones de la verdad recomendaron en su informe final que se enseñara la historia del conflicto en las escuelas y universidades de cada uno de esos países.
En Colombia no tenemos que esperar a que la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición (en adelante la Comisión) presente su informe para saber que tendremos que asumir el reto de enseñar nuestra historia reciente en las aulas. El mismo mandato de la Comisión la obliga a crear diferentes versiones de su informe final, dirigidas a estudiantes de diferentes edades, para que sean enseñadas en las instituciones educativas del país.
Por lo tanto, el interrogante que surge ya no es si debemos o no enseñar la historia reciente en las escuelas, sino cómo la vamos a enseñar. Este no será un reto fácil de asumir y, aunque contamos con la experiencia de educadores y expertos colombianos que llevan décadas trabajando este tema, también contamos con los aciertos y desaciertos de otros países que asumieron el mismo reto en el pasado.
Ruanda: Prohibición del Estado de la enseñanza de la historia del genocidio de 1994.
En Ruanda, por ejemplo, el Estado prohibió la enseñanza del genocidio de 1994 por diez años. Expertos como Julia Paulson de la Universidad de Bristol, Reino Unido, han sugerido que este tipo de prohibiciones son contraproducentes porque abiertamente contradicen la realidad cotidiana de los niños y de los jóvenes. En vez de aprender acerca del conflicto y sus causas en un contexto académico, utilizando diferentes fuentes e investigando de primera mano, los niños y jóvenes terminan aprendiendo de fuentes sesgadas en entornos informales, redes sociales y programas de televisión. No es realista pensar que, al prohibir su discusión en la escuela, los niños y jóvenes no tendrán otras formas de enterarse de un conflicto que produjo la sociedad que habitan.
Retomando el ejemplo de Ruanda, al terminar los 10 años de prohibición el gobierno decidió enseñar una versión única del conflicto en las escuelas. Dicha versión oficial giraba en torno a la falacia de que los grupos étnicos que protagonizaron el conflicto habían sido inventados por los colonizadores europeos para dividir y manipular a la población. Aquellos maestros que se desviaran de esta versión oficial podían ser acusados de crímenes como divisionismo o ideología de genocidio. Esto, por más de que era evidente para los estudiantes que existían dos grupos étnicos distintos dentro del país.
Países de la antigua Yugoslavia: Los mecanismos de transición y la segregación de narrativas del conflicto.
Otra experiencia internacional de suma relevancia para Colombia es la de los países que conformaron la antigua Yugoslavia. Al terminar la guerra, estos países crearon tres sistemas educativos, segregados entre sí, correspondientes a los grupos étnicos que participaron en el conflicto. En cada sistema se enseña que ese grupo fue la víctima y que los otros grupos fueron sus victimarios. Así se han construido tres narrativas diferentes del mismo conflicto, cada una en contraposición de las otras, que han exacerbado los sentimientos de odio entre grupos étnicos.
Adicionalmente, existe una semejanza importante entre las actitudes que hay al interior de estos países hacia el Tribunal Penal para la Antigua Yugoslavia (TPAY) y la actitud de muchos colombianos hacia la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). Aunque a nivel internacional el TPAY, en su momento, y hoy en día la JEP, son reconocidos como ejemplares dentro de las mejores prácticas de justicia transicional por la comunidad internacional, en el contexto local son acusados de sesgos irreconciliables.
En los últimos años, ha habido un esfuerzo en los países de la antigua Yugoslavia de parte de la sociedad civil por promover programas educativos que utilizan los hallazgos del TPAY para enseñar a los jóvenes acerca del conflicto étnico de la década de los 90. Estos programas están compuestos por cátedras que ofrecen una mirada amplia de los conceptos de justicia, responsabilidad, crímenes de guerra y crímenes internacionales y pasan a temas más puntuales relacionados con el TPAY, como los casos y los investigados más pertinentes para la región específica.
Este tipo de programas de educación formal han sido un avance importante para la reconciliación en la región. La Dra. Jelacic, la creadora de uno de estos programas, reconoce que su programa hubiese podido ser mucho más exitoso si las condiciones para hablar del TPAY se hubiesen dado mucho antes, incluso durante el tiempo que este estuvo funcionando.
Guatemala: una Comisión de la Verdad que se enfocó en la educación como estrategia de no repetición.
En Guatemala, la Comisión para el Esclarecimiento Histórico tuvo varias recomendaciones de fondo para el sistema educativo. Primero, recomendó que se enseñara su informe en todas las instituciones educativas formales del país, explícitamente como una estrategia para la no repetición. Segundo, esa comisión recomendó la revisión de los currículos de educación primaria, secundaria y superior para que se enseñara a todos los estudiantes las causas, el desarrollo y las consecuencias de la confrontación armada, así como la enseñanza de los contenidos de los acuerdos de paz utilizando pedagogías y estrategias pertinentes a la edad de los estudiantes y de tal forma que contribuyan a la promoción de ambientes de tolerancia y de respeto.
Tercero, esa comisión dio especial importancia a la memoria histórica: “la memoria histórica, individual y colectiva, es el sustento de la identidad nacional. La memoria de las víctimas es un aspecto fundamental de la memoria histórica, a través de la cual se recuperan los valores y la lucha por la dignidad humana” (CEH, Guatemala memoria del silencio, vol. 5, 61–62.) Por último, la Comisión propuso una reforma al sector educativo para erradicar la discriminación sistémica contra la población indígena que fue el grupo más afectado por el conflicto.
Perú: El pasado violento como anomalía superada
En Perú sucedió algo similar a lo que algunos sectores de la sociedad colombiana pretenden actualmente cuando niegan la existencia de un conflicto armado interno, con muy malos resultados. Terminado el conflicto con el PCP-Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru a principios de la década de los noventa, el Estado decidió tergiversar los detalles del conflicto para ocultar su responsabilidad. El Estado impuso una narrativa en las instituciones educativas oficiales que carece de profundidad y de rigurosidad histórica.
En dicha narrativa no se enseñan las causas históricas del conflicto armado interno peruano, tales como el racismo, las inequidades sociales y los abusos de poder reiterados del Estado. Al contrario, lo que se pretende enseñar es que la sociedad peruana tuvo un pasado idílico, del cual fue momentáneamente desviada por grupos terroristas. Así las cosas, el sector educativo peruano no les da su debido reconocimiento a las víctimas del Estado y queda por ver el impacto de esta narrativa en relación con la no repetición, ya que el conflicto se enseña como una anomalía divorciada de sus causas históricas y que no tiene ninguna razón por la cual repetirse.
Con estas lecciones en mente y conscientes de que muy pronto el sector educativo colombiano deberá asumir el reto de enseñar el pasado reciente en sus aulas, es necesario que empecemos a planear cómo vamos a asumir ese reto. Sabemos que hay maestros que llevan décadas enseñando el pasado reciente desde sus aulas con estrategias pedagógicas rigurosas y comprobadas. Varios de ellos han sido galardonados por el Premio Compartir. Sabemos que hay expertos nacionales e internacionales que han dedicado sus carreras a estudiar este tema. Sabemos que podemos aprender de otros países, pero también sabemos que no podremos importar un modelo extranjero. Por lo tanto, es la hora de abrir espacios para que estos actores dialoguen entre sí y con la Comisión de la Verdad, para que el reto que nos espera a la vuelta de la esquina no nos sorprenda.
La información de este artículo está basada en las investigaciones de Julia Paulson y la publicación Transitional Justice and Education: Learning Peace del International Center for Transitional Justice y UNICEF.
Imagen Roman Kraft on Unsplash
- 364 lecturas