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Tecnologías digitales y educación ≠ aparatos
Son las relaciones entre seres humanos las que se transforman con el buen uso de las tecnologías.
El uso de las tecnologías digitales permite transformar las relaciones entre individuos y comunidades en forma positiva, particularmente cuando se aplican en el campo de la educación.
Gran confusión se genera cuando se difunde la idea de que las tecnologías de la información equivalen a la disponibilidad de aparatos y dispositivos, incluyendo los teléfonos inteligentes, computadores, las tabletas o las consolas de juego, entre otros.
Aplicado a la educación, el “síndrome de los aparatos” se podría traducir de la siguiente manera: bastaría una estrategia de distribución de tabletas y computadores en establecimientos educativos, así como un nivel mínimo de conectividad a internet, eventualmente contar con tableros electrónicos y otros dispositivos y, con ello, se lograría que la educación penetrara, de forma exitosa, en la era digital.
Tal enfoque, implícito en los mensajes que, con frecuencia, emiten instituciones gubernamentales, conduce a una comprensión equívoca de lo que la apropiación del uso de tecnologías digitales puede representar para un país. Con frecuencia se publicita el reparto, de parte de algún alto funcionario público, de tabletas electrónicas a estudiantes en algún departamento alejado del centro del país. Se da por sentado que los estudiantes han ingresado, por tal vía, a la era digital.
Las tecnologías digitales son herramientas que pueden ser utilizadas en múltiples contextos y con diversos propósitos. En la educación pueden jugar un rol disruptivo en la medida en que se comprenda que los modelos pedagógicos y, en general, las formas de aprendizaje cambian porque cambian las relaciones entre los actores de los procesos educativos. Así, la relación con la tecnología no es equivalente a la de las personas con respecto a los dispositivos; es la relación entre las personas y comunidades entre sí la que puede cambiar mediante el uso de las tecnologías.
Varios elementos de tipo “blando” (“soft”) juegan un papel determinante en el cambio de los modelos pedagógicos, más poderosos que la disponibilidad de los dispositivos en sí mismos.
En primer lugar, el trabajo en colaboración. La tecnología facilita que los procesos de aprendizaje puedan realizarse a partir de escenarios de cooperación entre estudiantes. El trabajo colaborativo, en la medida en que es sinónimo de mayor participación, guarda estrecha relación con el despliegue de la capacidad de creatividad de los estudiantes.
Segundo, la distancia deja de jugar el papel disociador de antaño. Internet, particularmente el móvil, permite comunicarse cómo, dónde y cuándo se desee. De esta forma, la colaboración puede realizarse entre estudiantes que se encuentren apartados entre sí por grandes distancias. Por otra parte, esta característica de ubicuidad otorga una ventaja crucial desde el punto de vista de la investigación de parte de quienes estudian: la posibilidad de acceder a fuentes de información (bancos de datos, bibliotecas, buscadores) de cualquier parte del mundo.
Tercero, el rol del docente cambia: de ser el impartidor de la verdad, el maestro se convierte en facilitador de procesos, de orientación y análisis. Del mundo tradicional del mentor, de un lado, y los estudiantes, de otro, se pasa a un contexto de micro-mentores (los estudiantes) en los que el maestro cumple la función de articulador y orientador.
Como con todas las herramientas que el desarrollo tecnológico dispensa, puede haber usos inadecuados. Ello aplica a la relación entre la educación y la tecnología. Así, por ejemplo, en la impresionante oferta de cursos móviles disponible en internet, se encuentra abundante material de mala calidad, sin que haya instancias que informen a los eventuales usuarios acerca de la misma.
En conclusión: Sin duda, disponer de una adecuada conectividad a internet en escuelas y colegios, así como de dispositivos electrónicos, es una condición necesaria para que los procesos educativos puedan modernizarse mediante las tecnologías digitales. No obstante, es necesaria una ambiciosa campaña pedagógica que permita a docentes y estudiantes, comprender que el valor del uso de dichas tecnologías radica en las inmensas posibilidades de trabajo en colaboración, ubicuo y creativo.
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