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Abel Rodríguez, una vida entregada a la educación

El exconstituyente y líder sindical llevaba varias semanas luchando contra el coronavirus.

Agosto 20, 2020

"Pongamos a prueba toda nuestra sabiduría y experiencia. Despleguemos la creatividad pedagógica para continuar al lado de los estudiantes; orientándolos, escuchándolos y enseñándoles", este fue uno de los últimos mensajes que dio Abel Rodríguez, exsecretario de Educación de Bogotá, quien murió a los 72 años luego de dar la batalla contra el covid-19.

Su partida causó conmoción entre políticos colombianos y entre los dirigentes sindicales quienes reconocieron su labor en la Secretaría de Educación (SED) y como viceministro de Educación.

También fue un reconocido  dirigente sindical, ex constituyente, concejal de Bogotá, presidente de la Asociación Distrital de Trabajadores y trabajadoras de la Educación (ADE) y la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación (Fecode).

Palabras de Alberto Silva, 

Un zaguán largo, estrecho oscuro bajo, con una mezquina claraboya que se negaba a dejar pasar la luz por la opacidad de la mugre acumulado durante años, al final un patio, en tierra, muchas veces agujereado por las marcas de los “cinco-huecos” en donde muchos niños perdieron sus canicas, o cubiertos por un asfalto que se había decorado con los chicles que durante generaciones sus habitantes escupieron. A lado y lado unos salones, o más bien unas jaulas, que intentaban robar un poco de la luz bogotana a través de eso que simulaba ser una ventana cuyos marcos eran hechos con cemento y rompían la la simetría con una alternancia que seguramente fueron el moño creativo de algún arquitecto, que se ganó “milagrosamente” la licitación de construir edificios escolares con la mentalidad de “concentraciones escolares”. Y para remarcar su identidad de concentración escolar los techos de teja de asbesto, sostenidas por unas cerchas de hierro burdo y mal soldado que servían de posadero a una que otra golondrina o una que otra paloma que casi matemáticamente depositaba sus excrementos sobre el mismo sitio: el pupitre del maestro. Todo daba la sensación de estar aplastado como un calabozo, todo menos ese muro pintado de verde y enmarcado en una cinta de cemento en el poníamos nuestras más claras ideas. Eso fue en el año 2004 el colegio que por la tozudez de Abel Rodríguez se tumbó y gracias a él puedo encontrarme con mis estudiantes en un espacio más humano y digno. Gracias Abel, que Dios te permita tener por cielo el aula más linda como la que tu nos diste a muchos, en donde puedas compartir con Jesús Divino Maestro.

La despedida de la entidad que lo acogió, la Secretaría de Educación (SED) :

Falleció el hombre a quien muchos llamaban ‘maestro de maestros’. Con este perfil, le rendimos un sentido homenaje al profe Abel, secretario de Educación entre el 2004 y el 2009, quien entregó 50 años de su vida a una lucha incansable para transformar la educación de Bogotá y del país. Q.E.P.D.

Aquellos que tuvieron la fortuna de conocer a Abel Rodríguez coinciden en algo: era un hombre de luchas incansables con una sencillez de maestro. Siempre, con su voz pausada, conversaba con cualquier profesor, estudiante o padre de familia que se encontrara. Le gustaba escucharlos.

“Al profe Abel lo recordaremos siempre por su calidad humana, compromiso e incansable lucha por los derechos de maestras y maestros. Hoy la comunidad educativa está de luto porque es una pérdida irreparable para el sector de la educación”, cuenta la secretaria de Educación de Bogotá, Edna Bonilla Sebá.

Dedicó más de medio siglo a mejorar la educación del país y de Bogotá, reivindicando los derechos de las maestras y maestros, dignificando a estudiantes y padres de familia y trabajando directamente con las comunidades, siempre con un enfoque desde lo público.

Como secretario de Educación de Bogotá, entre los años 2004 y 2009, adelantó reformas fundamentales que marcarían el camino. Una de ellas fue la gratuidad de la educación pública que, posteriormente, se extendió a todo el país. Además, la infraestructura en los colegios de la ciudad mejoró significativamente durante su período al frente del sector educación.

Asimismo, fue el artífice de beneficios para los estudiantes como la alimentación escolar, el transporte y la salud, puesto que tenía la firme convicción de que la educación es la principal herramienta para combatir la pobreza y que, para ello, había que ofrecerles a los estudiantes todos los insumos necesarios.

Tal vez las maestras y maestros de la ciudad también lo recuerdan por ’Las Sabatinas’, aquellos eventos pedagógicos y culturales realizados los sábados en una o dos localidades de Bogotá, en los que Abel, como lo llamaban todos, conversaba con los profesores sobre los problemas que existían en los colegios, luego desarrollaban alguna actividad cultural y finalizaban tomando un refrigerio o comiendo un plato de lechona.

“Como maestra, lo conocí y admiré desde siempre, hace más de 40 años. Como parte de su equipo aprendí, yendo de su mano, a defender causas que hoy en día lo enaltecen. Como sus amigos, hemos estado a su lado, construyendo con él y con su familia, sueños que se mantendrán en el tiempo. Porque el profe es grande ayer, hoy y siempre”, cuenta Nancy Martínez Álvarez, quien hoy se desempeña como la directora de Formación Docente de la Secretaría de Educación.

Y es que su relación con los maestros siempre fue cercana, pues nunca ahorró esfuerzos a la hora de trabajar por los derechos del magisterio.

En 1965 se graduó de la Normal Nacional de Varones de Ibagué y, un año después, ya estaba enseñando en una escuela ubicada en una vereda del departamento del Huila.

Ya radicado en Bogotá, a finales de los años 60, empezó a dictar clases en una improvisada escuela ubicada en el barrio San Pablo. Allí empezó a germinar la idea de ser un luchador social * y un actor de cambio, lo que lo llevó a ser *presidente de la Asociación Distrital de Educadores (ADE), al mismo tiempo que estudiaba Licenciatura en Español y Literatura en la Universidad Pedagógica.

Años más tarde fue electo presidente de Fecode, un cargo en el que se consolidaría como un líder sindical que batalló sin descanso por superar la precariedad en la que trabajaban los docentes del país.

Producto de innumerables luchas al frente de esta federación, logró la expedición del Estatuto Docente en el año 1979, que estableció condiciones salariales y prestacionales justas para las maestras y maestros, unificó el escalafón docente e instauró como requisito la capacitación para ascender en el escalafón, que hizo que el magisterio se profesionalizara.

Gracias a su carácter conciliador y a sus cualidades de líder, promovió la unidad de los trabajadores en la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) y lideró el Movimiento Pedagógico Nacional que abrió el camino a la Ley General de Educación.

Ya como un referente en el sector, el Gobierno Nacional lo nombró en el año 1995 gerente del Primer Plan Decenal de Educación. Luego fue viceministro de Educación y ministro de Educación encargado.

Antes de hacer parte de la alcaldía de Luis Eduardo Garzón, fue docente de maestría en la Universidad de la Salle y recibió el título de doctor honoris causa por parte de la Universidad Pedagógica.

“El profesor Abel, el maestro de maestros, luchador incansable por la educación del país y de nuestra querida ciudad, es el ejemplo para muchos de los docentes que tuvimos la fortuna de estar cerca de él, y que intentamos continuar su sueño de hacer de la educación una posibilidad de transformar la vida de nuestras niñas, niños y adolescentes”, recuerda Virginia Torres, directora de Inclusión de la Secretaría de Educación.

Hace pocos meses, Abel Rodríguez les envió un mensaje a todas las maestras y maestros de la ciudad, ya en medio de la emergencia por el coronavirus. Sus palabras de aliento para todos los docentes, en estos tiempos de confinamiento, adquieren mayor validez con su partida y enmarcan la vocación que lo distinguió siempre a la hora de enseñar:

En días tan angustiantes en los que el temor y la desesperanza cunde, es cuando la sociedad más necesita de la presencia actuante de valores tan vitalmente humanos como el amor, la solidaridad y la sabiduría que abundan en el ser de los maestros y maestras de Bogotá y Colombia.

Ahora, más que en cualquier otro momento, tenemos el desafío de despertar el sentido ético de la profesión, el inmenso saber pedagógico que poseemos y el conocimiento de nuestra gente que tenemos, para ponerlo, primero, al servicio de nuestros niños, niñas y jóvenes y, segundo, de nuestras madres y padres de familia. Por favor, no los abandonemos.

Con ellas, finaliza este homenaje a su vida y a su incansable lucha, que luego de 50 años llegó a su fin, no sin antes generar inmensos y necesarios cambios en la educación del país.

“Envío un mensaje de condolencias muy sentido a los colegas de nuestro querido profe Abel y a su familia. Quienes tuvimos el privilegio de conocerlo y admirarlo, sentimos mucho dolor con su partida. Gracias, Abel por trabajar siempre para poner la educación en primer lugar”. Edna Bonilla Sebá, secretaria de Educación del Distrito.

 


Imagen YouTube Celio Nieves

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Sandra Cecilia Suárez García
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