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‘Aprendiendo juntos’, proyecto para enseñar el valor de la diversidad

Niños de diferentes culturas, tradiciones, con discapacidad y hasta de otros países asisten al colegio distrital Antonio Van Uden de Fontibón. 

Diciembre 12, 2017

Astrid Tunubalá tiene 8 años, está en tercero de primaria y pertenece a la comunidad indígena misak o guambiana. Está vestida con su ruana violeta y su falda y sombrero negro, el traje típico de su comunidad que utiliza en ocasiones especiales como la de hoy, donde compartirá con sus compañeros un poema en su lengua nativa.

A su lado está Héctor, un pequeño venezolano que espera con emoción el momento de salir a mostrar el baile que ha preparado con su profesora Ivonne Medina. Su autismo no es una limitante para compartir con sus compañeros su pasión por la danza que, desde que llegó al colegio Antonio Van Uden, ha podido explorar y mejorar día tras día.

“Me gustan mucho las actividades de hoy porque todos compartimos y hay aplausos para todos”, dice Astrid, mientras todos los estudiantes del colegio, sus papás y mamás disfrutan del baile donde Héctor es uno de los más destacados.

Todo esto ocurre en la minga cultural que organizó esta vez el proyecto ‘Aprendiendo juntos’ para reunir las diferentes tradiciones, culturas y países que confluyen en esta institución educativa de Fontibón.

“Si desde pequeños entendiéramos que una persona no vale menos, no es inferior ni debe caerme mal por el hecho de que piense diferente o tenga otras creencias, tradiciones o color de piel, sería más sencillo comprender en nuestra vida de adultos que, en un mundo tan diverso como el nuestro, son mucho más las cosas que nos unen, que las que nos separan”, asegura la profesora Luz Elena Cáceres, líder del proyecto por el que en el colegio Antonio Van Uden no hay espacio para la discriminación.

En la sede de primaria de esta institución, las niñas y niños se pasean por los pasillos mostrando y contando con alegría sus habilidades, talentos o culturas. Allí todos caminan con la frente en alto, porque ser indígena, tener una discapacidad o haber nacido en otro país, está muy lejos de ser una desventaja. Todo lo contrario, es sinónimo de orgullo y respeto.

La iniciativa ‘Aprendiendo juntos’ nació con el objetivo de generar un ambiente pedagógico en el que prime la interculturalidad y el reconocimiento positivo de la diversidad étnica y de las habilidades cognitivas y motoras de cada uno.

“Hace poco más de dos años empezamos a recibir muchos niños con discapacidad, de pueblos indígenas y de otros países como Venezuela – explica la docente Luz Elena -. Entonces, surgió el debate de cómo lograr una inclusión real y efectiva en el aula. Queríamos que los niños no solo se sintieran integrados, sino también queríamos que sus otros compañeros aprendieran a valorar las diferencias”.

Fue así como las 12 maestras de primaria de la sede C del Antonio Van Uden iniciaron con actividades mensuales donde desde el arte, la narración y la cultura fueron las herramientas para dar inicio a este proceso que ha transformado la forma de percibir el mundo de sus 120 estudiantes.

Su proceso, ejemplo de tolerancia que ha sido reconocido en espacios como el Foro Educativo Distrital 2017, ‘Ciudad Educadora para el reencuentro, la reconciliación y la paz’, también les ha puesto en el camino nuevos retos que han asumido con compromiso y que han logrado hacer de esta institución educativa, un lugar donde todos tienen cabida.

Un lugar hecho a la medida de todos

“Mensualmente, las profesoras realizan actividades como la minga cultural y es muy bonito porque pienso que es muy importante resaltar los valores culturales de cada una de las regiones y etnias. Yo valoro mucho esta iniciativa de las profesoras porque, antes de este proyecto, esto no se veía y me gusta mucho ver como en un solo lugar hay tanta diversidad y todos convivimos en paz”, comenta Milvia Mejía, madre del pequeño José Daniel que ese día visten con orgullo las mantas tradicionales de su pueblo wayú.

Como Milvia, la profesora Luz Elena resalta cómo ‘Aprendiendo Juntos’, no solo fue una valiosa herramienta para construir un ambiente diverso e incluyente, sino también se convirtió en el aliado perfecto para recuperar las tradiciones que sus estudiantes indígenas estaban perdiendo.

“Cuando empezamos a construir el proyecto nos dimos cuenta de que nuestros niños wayú y misak ni siquiera se reconocían a sí mismos como comunidad indígena, estaban perdiendo su lengua. La vida en la ciudad estaba pasando factura y decidimos actuar”, explica la docente Luz Elena.

Fue así como, con el apoyo de la Dirección de Inclusión e Integración de Poblaciones de la Secretaría de Educación del Distrito, lograron incluir a su proyecto espacios donde se reconoce y se fortalece la identidad cultural de las poblaciones indígenas que estudian en los colegios del Distrito.

“Este apoyo ha fortalecido el trabajo de ‘Aprendiendo juntos’ porque nos ha acercado mucho más a la forma en la que nuestros indígenas comprenden, perciben y se relacionan con el mundo”, señala la profesora Luz Elena, y agrega que gracias a todos estos continuos ejercicios que se han desarrollado en el marco de ‘Aprendiendo juntos’, esta institución goza de una sana convivencia.

“Este proyecto ha aportado en todo sentido, tanto en los procesos de aprendizaje y formación de los estudiantes, así como en temas de equidad y respeto por el otro. Antes, los niños indígenas y venezolanos se avergonzaban de hablar de sus tradiciones y ahora se han ganado su lugar, son protagonistas y todos quieren aprender de su cultura. Lo mismo pasa con los niños con discapacidad que, gracias a estos espacios, han mostrado sus habilidades y talentos y eso los motiva muchísimo”, asegura Ivonne Medina, docente de apoyo a la inclusión del colegio Antonio Van Uden.

Al finalizar la minga cultural, estudiantes, padres de familia y docentes se reúnen para compartir un delicioso salpicón de frutas. Todos participaron de su preparación, unos llevando los ingredientes, otros preparándolo, algunos repartiéndolo, pero todos disfrutando del buen sabor que dejan las cosas cuando se hacen con amor.

“Es que el paso por la escuela no solo se trata de libros, también se trata de aprender a vivir y no hay mejor forma de hacerlo que comprendiendo que, como este salpicón, somos un ‘tutti frutti’ diverso, colorido y como mucho sabor”, concluye la profe Luz Elena quien, junto a sus colegas, trabajan día a día para contribuir a hacer de esta ciudad, una Bogotá mejor para todos.

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Henry Alberto Berrio Zapata
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