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Aprendizajes que enriquecen la pedagogía del amor

Diana Lemus Ortegón, magíster en Educación, hace 9 años es docente hospitalaria con un propósito: garantizar el derecho a la educación a niños y jóvenes en condición de enfermedad.

Abril 5, 2019

Pertenece a la planta docente del colegio Palermo y se vinculó al Programa de Aulas Hospitalarias desde sus inicios, en 2010, junto con cinco maestras de diferentes disciplinas que fueron convocadas para formar parte de la prueba piloto que se llevó a cabo en la Fundación Cardioinfantil.

“El Programa de Aulas Hospitalarias se desarrolla a través de un convenio entre las secretarías distritales de Educación y de Salud. Luego de que saliera el acuerdo y la resolución que lo crea, nos dijeron que había que proyectarlo en el Distrito y es así como, quienes estuvimos en el piloto, nos encargamos de capacitar a los 43 nuevos maestros que entraron, para implementarlo en las nuevas aulas que se abrieron”, cuenta Diana Patricia Lemus.

Para vincularse al programa es necesario contar con experiencia docente en aula regular y tener conocimiento sobre la forma como funciona un colegio y la organización, desde la parte académica hasta la parte administrativa, para poder garantizarle el derecho a la educación a la población que será atendida.

Según la docente, el ambiente hospitalario también requiere adquirir conocimientos en temas como el manejo del duelo y la bioseguridad, que va desde el lavado de manos, pasando por la forma de vestir, hasta entender algún indicativo ubicado en las puertas (puede ser naranja o blanco) para saber si se puede entrar, es decir, si el menor está aislado o no.

“Yo trabajo en el Hospital Militar, pero cada una de las aulas hospitalarias de Bogotá tiene una especialidad, entonces, para nosotros lo complejo no es la cantidad de chicos, sino de qué grados son, porque nos toca atender las necesidades que ellos tienen, desde prejardín hasta grado 11.°, en todas las asignaturas”, explica Diana Patricia.

Para esta maestra hospitalaria, su mayor satisfacción es proveer un ambiente cambiante todos los días. Confiesa que ama los retos y siente que cada día en el hospital es diferente. Además, le gusta investigar, a fin de poder proporcionar a cada estudiante lo que necesita y no conformarse con lo básico.

“El programa está más enfocado en lo socioafectivo, lo que significa que yo crezco si él o ella crece conmigo. Yo me he llevado la grata sorpresa de que, en este ambiente, uno como docente no es la figura que le enseña a un chico, resulta que acá son ellos los que te enseñan. Con ese ánimo con el que te reciben cuando llegas a la habitación, esa alegría… El estudio les cambia completamente su rutina hospitalaria. Esos chicos son un ejemplo para uno, que a veces se queja por cosas superficiales, frente a cosas primordiales como lo que ellos están viviendo, la lucha por su vida, como es el caso de mis chicos de oncología, con quienes más tiempo paso en el año (aproximadamente 40 semanas). Entonces, con ellos tú aprendes inclusive a leer cómo están de ánimo, lo cual es más difícil de percibir en el aula regular”, expresa Diana Patricia.

A esta docente le apasiona su trabajo y se precia de tener vocación y ganas para hacer las cosas. Está convencida de que el aula hospitalaria no es un lugar, sino cada persona que está dentro de esta estrategia educativa (médicos, terapeutas y personal de enfermería), en la que el docente debe tener la capacidad de moverse, aprender, investigar, innovar, dar mucho amor y manejar la alteridad, porque para los seres humanos es muy complicado entender al otro, lo que en este ambiente es muy importante, así como ser asertivo e involucrar a la familia en el proceso.

“En el caso de los chicos de oncología, que muchas veces están en la casa, yo les entrego la carpeta viajera y entonces las actividades que no alcanzaron a hacer aquí conmigo las hacen en la casa, con el papá y la mamá, que se vuelven como los tutores de sus hijos”, señala.

Otra estrategia que resalta Diana Patricia consiste en aprovechar las potencialidades de las TIC, muy útiles para darles clases directamente en las habitaciones, con el uso de las tabletas, o para brindar atención virtual mediante la plataforma Skype: “Utilizando esta plataforma, puedo hacer mi clase común y corriente, pero en lugar de usar tiza y tablero, uso el computador y, particularmente, con uno de mis estudiantes que está en Medellín, utilizo unos módulos que me parecieron adecuados para trabajarlos con chicos de esos grados”, comenta.

Para esta docente hospitalaria, los espacios de socialización con los cuales cuentan son muy importantes, pues les permiten enriquecer el trabajo pedagógico. Uno de ellos son los encuentros que se realizan desde el 2011 para compartir experiencias, a los que asisten universidades que tienen interés en conocer el trabajo de educación en un ámbito hospitalario. 

También, han participado en dos congresos internacionales de pedagogía hospitalaria, donde han tenido la oportunidad de compartir la experiencia de Bogotá e identificar semejanzas principalmente con países como Chile y Argentina.

En la actualidad, el Programa de Aulas Hospitalarias del Distrito cuenta con 31 aulas hospitalarias, en las cuales desempeñan su labor pedagógica y afectiva 61 docentes de la Secretaría de Educación.

 

 


Imagen de: www.educacionbogota.edu.co

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Hoguer Alfredo Cruz Bueno
Gran Maestro Premio Compartir 2009
Logré vincular el aula y la comunidad rural a través de expediciones que marchaban tras la huella de la cultura local en tertulias de lectura que se convirtieron en lugares de encuentro entre los padres, los hijos, los textos y la escuela.