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Cómo Malala cambió al mundo con ayuda de la educación

La joven Malala Yousafzai, la ganadora del Premio Nobel de la Paz más joven de la historia, ha promovido desde su rol el acceso de las niñas y mujeres a la educación.

Febrero 20, 2016

Recientemente tuve la oportunidad de leer un artículo muy interesante de Karen Valby, publicado en la Revista de Avianca, sobre Malala Yousafzai, la persona más joven en recibir el Premio Nobel de Paz, quien alterna su tiempo entre la Universidad Birmingham (Inglaterra), sus conferencias y su labor social frente a su Fondo que financia proyectos educativos en seis países: Nigeria, Kenia, Jordania, Líbano y Sierra Leona. En estas naciones, el Fondo se encarga de abrir escuelas, dando subvenciones y conformando grupos de aprendizaje y programas de educación a distancia.

Definitivamente esta niña transformo su tragedia personal en una oportunidad para transformar el mundo de muchas niñas y niños, recordando sus palabras en el discurso ante la Asamblea General de la ONU: “Un niño, un profesor, un libro y una pluma pueden cambiar al mundo. La educación es la única solución”, comprobamos que la mejor arma para mejorar el mundo es educarse.

En el 2013 comenzó el Fondo Malala para hacer la declaración general e irrefutable de que todas las niñas merecen hacer parte de un sistema educativo, ya que el objetivo primordial busca resignificar el rol de la mujer en la sociedad, demostrando así que existen formas más audaces, valientes y eficaces de apoyar a las niñas, que como ella, son víctimas de las malas interpretaciones culturales que por fanatismos se dan en la sociedad.

El Fondo Malala trabaja para asegurar que todos los niños y niñas, sin importar dónde vivan, puedan ir a la escuela hasta el grado 12. Este proyecto se ha consolidado e impulsado logrando donaciones de empresas tan importantes como Microsoft, la Fundación Skoll y otros actores sociales que por muchas razones están enamorados de Malala y de sus inminentes esfuerzos por hacer realidad la frase que pronunció en el 2013: “Convirtamos la educación de 40 niñas en 40 millones de niñas”.

Es tal la fuerza y convicción de esta joven de 18 años que su madre Toor Pekai se dejó motivar y ya aprendió a leer y está empezando a aprender inglés.

Sus resultados

En Pakistán, donde el 63% de las niñas del país no asiste a la escuela primaria, logro en una primera fase iniciar procesos educativos formales con jóvenes trabajadoras del servicio doméstico, más adelante ha vinculado a chicas vulnerables y casadas para que se inscriban en programas de educación secundaria en las zonas rurales y tribales. También han logrado reconstruir escuelas que han sido afectadas por la violencia o las inclemencias de la naturaleza.

En Jordania decenas de miles de niños sirios residen en este territorio, hacinados en tan solo dos campos para refugiados. En uno de estos campos no todos los niños podían asistir a algún tipo de sistema educativo, el Fondo ha logrado que todos puedan recibir asistencia educativa y que las niñas pudiesen regresar de forma segura y libre a la escuela.

En Kenia algunas cifras afirman que el 55% de las niñas pobres del país nunca han ido a la escuela. Muchas niñas menores de 15 años ya están casadas y por ende tampoco hacen parte del sistema educativo. Para mitigar estas cifras Malala acordó apoyar a la Escuela Secundaria Femenina Oleleshwa All-Girls, donde se educan a niñas de escasos recursos que viven en las zonas rurales del país.

También financia una academia de programación que prepara a 300 niñas para trabajar en las industrias de la información y de las tecnologías de la comunicación.

Nigeria tiene el mayor porcentaje de niñas en edad escolar que no reciben ningún tipo de educación. En promedio las niñas abandonan la escuela a los 9 años, que en nuestro sistema sería el equivalente a un cuarto grado. A través de una ONG que opera en gran parte rural de este país, se han ayudado y resignificada la educación a muchas de las niñas que estuvieron en poder de los terroristas de BoKo Haram, quien mantiene a muchas mujeres secuestradas.

En Sierra Leona y Líbano, el trabajo está centrado en los niños y niñas refugiad@s, en becas para formación de docentes y en el reforzamiento de estructuras de escuelas.

Definitivamente esta niña transformo su tragedia personal en una oportunidad para transformar el mundo de muchas niñas y niños, recordando sus palabras en el discurso ante la Asamblea General de la ONU: “Un niño, un profesor, un libro y una pluma pueden cambiar al mundo. La educación es la única solución”, comprobamos que la mejor arma para mejorar el mundo es educarse.

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María Del Rosario Cubides Reyes
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