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Cuando en la educación prima la persona
La historia del padre Geomar Enrique Córdoba Vega y su misión en la ciudad de Valledupar: educar a personas en espacios de paz.
Hace un par de semanas tuve la oportunidad de conocer al padre Geomar Enrique Córdoba Vega, un joven sacerdote nacido en San Juan del Cesar, quien fue inspirado por los Hermanos De La Salle para seguir su camino vocacional y educativo, y quien desde febrero de 2015 rige los destinos de uno de los tres ‘megacolegios’ que el Ministerio de Educación Nacional implementó en los sectores populares de La Nevada, Francisco de Paula y Villa Haydith, en la ciudad de Valledupar.
El padre Geomar dirige el Megacolegio Andrés Escobar Escobar en Villla Haydith, la institución educativa lleva el nombre de un docente muy reconocido en la región, y es un denominado plantel educativo tipo A. Inició labores el 2 de febrero de 2015 y fue inaugurado formalmente en marzo por el Presidente de República con globos blancos, como símbolo del compromiso de todos con la paz, en una zona vulnerable de la capital del Cesar, en la cual se articulan muchos actores sociales que ha sido víctimas de algún tipo de violencia.
Este Megacolegio atiende mil cuatrocientos estudiantes de los barrios Chiriky, Villa Haidy, Lorenzo Morales y Nando Marín, todos de los estratos más necesitados de Valledupar. Cuenta con 36 aulas con capacidad para 40 estudiantes cada una, una planta de docentes que supera los 50 y 43 computadores donados por Computadores para Educar.
Hablar con el padre rector es una experiencia realmente espiritual, ya que su juventud impacta al igual que su fe, su amor por el colegio “encarreta” y su vocación educativa inspira y comprueba aquello que muchos de los colegios en concesión son un verdadero bálsamo para el sistema educativo colombiano, cuando se comparan con la estructura y resultados de algunos de los colegios manejados por la secretarias de educación.
Dentro de las reflexiones del padre, esta es de refrendar el papel de la Diócesis del Cesar al administrar esta institución, el compromiso educativo con los más pobres, la implementación de una acertada gestión para alcanzar una alta calidad humana, ética, religiosa y académica de los estudiantes que les han sido encomendados.
El ambiente es el de cualquier colegio dirigido por religiosos: las reglas son estrictas, la convivencia es fundamental y el respeto humano es el cimiento que levanta un PEI estructurado, humanizante y constructor de paz. Es tal el impacto positivo que tiene el colegio en la comunidad, que la asignación de cupos para este año fue bastante complicado, generó molestias en la comunidad y llegaron amenazas por recibir solamente a 300 nuevos estudiantes.
Pero más allá de la disciplina y la normatividad, este el objetivo fundamental de generar buenos seres humanos, personas que más allá de las carencias económicas y afectivas, puedan encontrar en su colegio un espacio de paz, de transformación de sus historias y sobre todo de construcción de un proyecto de vida que los lleve por un buen camino.
Para cumplir con esto, el padre rector ha conformado un equipo de docentes jóvenes y otros con experiencia, que se han convertido en motivadores y desarrolladores de un proyecto educativo innovador donde hay cabida para todos, donde el arte es protagonista, donde se trata de recuperar y no dejar perder las raíces culturales, donde la matemática es protagonista activa y donde la ética y las competencias ciudadanas juegan un papel desde la hora de entrada hasta cuando suena el timbre para la salida.
Por otra parte, la comunidad ya se está integrando al colegio por medio de diferentes aliados como universidades, el Sena, diferentes ONG y la Agencia Colombiana para la Reintegración, lo que ha generado sentido de pertenencia y facilita el trabajo de docentes y entidades en una zona donde muchas veces los carros no llegan.
Es por esto que la actitud del padre Geomar y de su escuela se convierte en el motor fundamental para superar cualquiera de los retos y pruebas que se presentan a diario en estas comunidades, siendo un verdadero instrumento provocador y retador, que cautiva vida y experiencias, donde la estrategia se centra en la persona humana, ya que es única e irrepetible, pero también teniendo presente que la academia desde la niñez permite constituir un proyecto realizable en la historia.
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