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Investigar: Una Experiencia de supervivencia y de solidaridad socio-cultural

Investigar es un acto que va más allá de la exploración del conocimiento y que debe estar ligado de una u otra manera al contexto sociocultural en el que se realiza.

Noviembre 9, 2015

Todo preguntar es una búsqueda. Todo buscar está guiado previamente por aquello que se busca. M. Heidegger

El experto del MEN (Ministerio de Educación Nacional) le pregunta a un niño de 2° grado de básica ¿Qué es una hipótesis?
¿Cómo Tú no sabes? Respondió el chico.
Quiero conocer, ¿cómo la entiendes? replicó el experto
El chico dijo: muy sencillo, imagina que cae un meteorito a la tierra, tú estás en un punto a una distancia de un kilómetro y yo en otro sitio a la misma distancia.
Cuando pregunten ¿qué sucedió?  Tú darás una explicación y yo daré la mía sobre lo ocurrido ***

Cuando el fenómeno humano aparece (Chardin Tehilard: 1971), el proceso denominado de hominización representa una mutación de orden psíquico, distinta a las demás en sus desarrollos y sucede entonces una revolución cognitiva. La vida misma se hace capaz de previsión y de invención, en otras significa la aptitud para emprender o buscar la incertidumbre, para enfrentar y controlar eventos de leyes naturales e imprevisibles.

De ahí como dice Edgar Morín (1986) que la inteligencia puede ser definida como arte estratégico en el conocimiento y en la acción, es la aptitud de aventurarse estratégicamente en lo incierto, lo ambiguo, lo aleatorio buscando y utilizando el máximo de certidumbres, precisiones ye informaciones. Es la virtud de un sujeto que no se deja embaucar por los hábitos, los temores ni se deja agarrar por las apariencias. El ser humano en este desencadenamiento hace un esfuerzo por descubrir mejores disposiciones biológicas, de ahí el sentido de la investigación, tan vieja como el despertar del pensamiento en la tierra. La investigación es, en verdad la forma nativa y natural que reviste la energía humana en el instante crítico de la liberación.

Hoy en este proceso de ultra hominización pareciera que no existe alguna fuerza física o psíquica sobre el planeta, capaz de impedirle al hombre-especie que busque, invente y cree en todas las direcciones si conserva en el corazón la pasión de crecer. El hombre al hacerse pensante no termina su ciclo evolutivo, al contario avanza hacia adelante en la dirección de algún nuevo dominio de expansión psíquica. Nada puede saturar en el humano su necesidad de saber ni de agotar su poder de invención.

En este contexto, se tiene que reconocer que lo expuesto en el anterior párrafo confirma que la ciencia y la investigación misma nacieron gracias al espíritu y los métodos de búsqueda. Hay necesidad de crear ambientes de preocupaciones inventivas y creadoras, no sólo para gozar o saber más, sino para ser más. Aprender no es sólo adquirir saber-hacer, es también según Vasco C (2000) saber hacer algo nuevo con lo que sabe en contextos diferentes y retadores. De ahí como dice Morín (1986) que el conocimiento cerebral necesita de los estímulos del entorno para ponerse en funcionamiento y en desarrollo. Más profundamente necesita de la presencia organizacional del entorno en el interior de su propia organización mental.

Vigostky expresa que la actividad mental es exclusivamente humana y es resultante del aprendizaje social, de la interiorización de la cultura y de las relaciones sociales. Desde este ángulo de razonamiento, es válido intentar decir por ejemplo que una ciudad que posea instituciones culturales: universidades y colegios, antes de permanecer ensimismada y privatizar con mezquindad sus logros, tienen la responsabilidad de impulsar la inteligencia en sus propios entornos sociales, transformándolos, emancipándolos y dotándolos de aptitudes y de estrategias para la supervivencia. Bien lo afirma Paulo Freire (2004), al decir que ninguna sociedad adquiere status o posición sólida sin el perfeccionamiento de su cultura, de la ciencia, de la investigación, de la tecnología y de la enseñanza.

La tarea de formarse como investigador implica preparar el terreno, de ser capaz de forjarse una nueva actitud mental y psicológica, teniendo en cuenta que la investigación y el acto mismo de investigar representan algo así como la compra del tiquete para hacer una aventura con nuevas trayectorias de búsquedas e indagaciones sobre nuevos conocimientos y comprensiones.

En el marco de la hominización, no se puede abstraer el desarrollo del conocimiento y de la inteligencia del desarrollo de las interacciones sociales. La autonomía, la capacidad de tomar decisiones, la afectividad, el saber elegir opciones de bienestar, el juego, la inteligencia que desarrollan al mismo tiempo el conocimiento y las posibilidades de emancipación del conocimiento, se desarrollan en la solidaridad y la interacción. La cultura es indispensable para la emergencia del espíritu y para el pleno desarrollo del cerebro, los cuales son ellos mismos indispensables para la cultura y para la sociedad humana. Por ello, cuando hay cultura científica en las universidades y colegios, éstas crean las condiciones de dignidad y de desarrollo en las dinámicas sociales de sus entornos.

De aquí se desprende que si las universidades y los colegios, que cacarean ciencia e investigación, no provocan luz y transforman las condiciones de vida de los propios entornos socioculturales donde están ubicadas, el imperativo es examinar no sólo la validez de la supuesta cultura científica que promulgan sino la responsabilidad social de sus prácticas. Peor aún, si se descubre su interés en no crear condiciones para producir conocimiento sino en el beneficio privado y búsqueda de ranking, olvidan que producen una especie de oscurantismo que desciende desde la cima misma del saber al que obedecen. Cabe retomar la advertencia de Morín (1986) “tenemos una necesidad vital de situar, reflexionar, re interrogar nuestro conocimiento”.

Ahora bien, la tarea de formarse como investigador implica preparar el terreno, de ser capaz de forjarse una nueva actitud mental y psicológica, teniendo en cuenta que la investigación y el acto mismo de investigar representan algo así como la compra del tiquete para hacer una aventura con nuevas trayectorias de búsquedas e indagaciones sobre nuevos conocimientos y comprensiones. Esto exige reconocer que el conocimiento que se tiene es limitado, incompleto e imperfecto. Investigar es trabajar con la propia ignorancia, trabajar sobre lo que uno no sabe y, claro esto causa perplejidad, desánimo, excitación y finalmente una alegría intensa, plenitud cuando se llega a una solución. Tan intensa es esa alegría que produce adicción y constituye una de las razones por las que los hombres se dedican a la investigación.   

Hacerse investigador significa como menciona Schutz, A (1973), científico de la fenomenología social: "Llevar a cabo una investigación requiere curiosidad, el deseo de aprender cosas nuevas, espíritu de aventura, reconocimiento de que lo que hago es imperfecto, sin embargo, la enseñanza consiste en tomar decisiones, eliminar la duda y la incertidumbre". En otras es tomar la decisión de empezar a caminar por terrenos poco fáciles, es un intentar hallar la salida en un laberinto; investigar, como dice Carlos Vasco (1999), es adoptar nuevos rodeos teóricos para elaborar las estrategias de supervivencia de la especie. Hacer ciencia e investigar es un asunto de supervivencia. El espíritu de búsqueda y de conquista es el alma permanente de la evolución (Chardin, Tehilard 1971).

Como colofón de las ideas expuestas, la investigación debe ser entendida como producción de conocimiento, como forma para reflexionar sobre el contexto y de interpretar la realidad bajo supuestos críticos. Así adquiere la dimensión como objeto de aprendizaje del estudiante, exigiendo del docente los conocimientos, las estrategias pedagógicas y las habilidades necesarias para que los estudiantes aprendan a investigar en la práctica misma de la actividad escolar. La investigación en este sentido, requiere ambientes y condiciones que promuevan la participación en proyectos de investigación, la integración en clubes de ciencia, grupos de investigación, semilleros de investigación y en redes de conocimiento, constituir escenarios abiertos de intercambio de experiencias (seminarios, foros) y de construcción del conocimiento.

De otra parte, promover las dimensiones de la comprensión, implicando desarrollar en el aula el espíritu científico y la cultura de la investigación, al trabajar de manera contextual en clase los elementos de cada disciplina: teorías, métodos, propósitos sociales de la ciencia y formas de comunicación científica. También impulsar en los niños y jóvenes las ideas de Pierce, cuando afirma que la verdad se construye entre todos, y depurando nuestra investigación de los errores vamos avanzando hacia ella. La idea de ciencia y de verdad tiene carácter cooperativo y falibilista. Aunque nuestro conocimiento es esencialmente falible, podemos avanzar en él como miembros de una comunidad de investigadores.  

Referencias Bibliográficas


** Anécdota de Niño del Grupo el Hormiguero (Gimnasio Los Almendros) en la explicación de los Estándares de Ciencias 2004. Docente Tutor: Jorge E Ramírez 

CHARDIN, Tehilard. 1971. El Fenómeno Humano. Editorial Herder. Barcelona 
MORIN, Edgar. 1986. El Método III. Ediciones Cátedra
VASCO, Carlos. 1990. Tres Estilos de Trabajo en Ciencias Sociales. CINEP

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Coordinador de Catedra Eloísa Vasco Montoya
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Jaqueline Cruz Huertas
Gran Maestra Premio Compartir 2000
Es necesario entablar una amistad verdadera entre los números y los alumnos, presentando las matemáticas como parte importante de sus vidas.