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La misión de un sabio, Eduardo Aldana profesor de la universidad de los Andes

Su reto ha sido promover en sus alumnos la autonomía intelectual, la capacidad de resolver problemas por sí mismos y hacerse cargo de su propio destino.

 

Mayo 12, 2011
Con 76 años y más de 52 dedicado a la educación, Eduardo Aldana Valdés ha tenido la oportunidad de enseñar y aprender con cada uno de los casi diez mil alumnos que han pasado por sus clases, de quienes espera hayan desarrollado la autonomía intelectual, la capacidad de resolver los problemas por sí mismos y de hacerse cargo de su propio destino.
Si pudiera decidir, Eduardo Aldana Valdés viviría sus últimos días en su pueblo, Purificación (Tolima). Pero no. Hoy, cuando podría estar descansando, este ingeniero civil, al que todos los honores y agradecimientos le están llegando, es profesor emérito de la Universidad de los Andes. Allí tiene su oficina, dicta clases y dirige proyectos de grado. La otra mitad de su tiempo la dedica a sus labores como presidente del Consejo Superior de la Universidad de Ibagué y a la dirección de la Junta Directiva del Instituto de Innovación Regional, Innovar, en Purificación.
 
La idea del Instituto, que aspira pueda replicarse en cada departamento y provincia del país, lo ronda desde 1993 cuando la propuso como miembro de la Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo , en donde fue acogida como una de las alternativas para alcanzar la equidad territorial y el desarrollo de Colombia. Por esta y muchas otras ideas, además del compromiso y vocación que siempre ha demostrado hacia la educación, en 2010 recibió el Premio Vida y Obra, que otorga el Ministerio de Educación Nacional; y en 2011, el reconocimiento público en su tierra natal, Tolima.
 
 “Yo le digo a los maestros que conozco: no piense que con el retiro todo se acaba. Usted tiene todo el tiempo para seguir enseñando. Por ejemplo, un maestro de química en un pueblo, por qué no pone un laboratorio de análisis de suelos y le resuelve los problemas a los agricultores”.
“Nosotros aquí nos concentramos en las ciudades y olvidamos el resto del país. Para tener una paz estable y sostenida, los jóvenes colombianos deben tener igualdad de oportunidades. Por eso, en Purificación, a través del Innovar, además de brindar oportunidades de acceso a la educación superior promovemos el desarrollo económico, estimulamos a la gente a construir una visión positiva del futuro; les enseñamos a apreciar lo que  tienen y a resolver los problemas por su propia cuenta. Esa es la educación en la que creo. Una educación amplia. Educar al pequeño productor, a la comunidad. Hacer crecer a nuestros municipios. Educar a su gente, a los niños, jóvenes y adultos”.

 

El mayordomo
La primera maestra del profesor Aldana fue su mamá. Fue ella quien le  enseñó a leer las tiras cómicas que un amigo de su papa le guardaba; y la que cuando creció le enseñó a sumar, restar, multiplicar y dividir, los días de mercado.  Vivía en una finca en su pueblo y su mayor ambición era ser el mayordomo, amansar y enlazar caballos.

Gracias a lo que aprendió con ella el maestro de la escuela pública en la que su padre lo matriculó, Julián Caicedo, decidió adelantarlo a tercer año. El profesor Caicedo, descendiente de don Domingo Caicedo, vicepresidente de Colombia en 1831, era un historiador e intelectual. Escribió la historia de Purificación y una cartilla de geografía, con las que les transmitió a los jóvenes de la época todo el amor por Purificación. “A él le debo que hubiese seguido estudiando, porque si me hubiera quedado en primero, me hubiera aburrido y me hubiera devuelto para el campo”.

Por decisión de la familia, él y su hermano vinieron a Bogotá al internado de la Quinta de Mutis y terminaron sus estudios en el Rosario. Su amor por la matemática y la física lo descubrió gracias a dos profesores: el primero de ellos, de quien omite el nombre, no fue el mejor; el segundo fue Germán Pinilla, un profesor tolimense. “A ninguno de nosotros nos gustaban las matemáticas, nos parecían aburridas, pero el profesor Pinilla nos cambió la visión. De ese grupo de cuarenta y cinco alumnos, unos cuarenta fuimos ingenieros o científicos. Los otros, abogados. Su método era excelente. Nos ponía una tarea y si veía que la habíamos hecho bien nos daba un problema más difícil. Mientras tanto él se ponía a trabajar con aquellos que no lo habían podido resolver. En pocas semanas el grupo se igualó”. 

Llegó con todos los cambios
Por alguna razón su vida ha estado sincronizada con la tecnología y los computadores. Formó parte de la quinta promoción de estudiantes de Ingeniería de la Universidad de los Andes y se graduó con honores en la Universidad de Illinois, la primera en Estados Unidos en llevar un computador a las aulas. Tal vez por eso, en 1964 fue él quien trajo el primer computador a una universidad colombiana, específicamente a la Facultad de Ingeniería de la Universidad de los Andes. En esta, su casa, ha ejercido todas las labores: estudiante, monitor, profesor, asistente del decano, vicedecano, decano, vicerrector y rector.

En su calidad de fundador y director del Instituto SER de Investigación y basado en un enfoque de investigación-acción, entre 1975 y 1983 lideró un trabajo interdisciplinario en las áreas de Administración de Justicia y Salud y Educación. Gracias a sus proyectos llevó el primer computador portátil a una escuela rural en Nemocón, punto de partida para la aplicación de un moderno enfoque pedagógico, e inició la medición del logro educativo, precursor de las pruebas Saber aplicadas por el Icfes; llevó, asimismo, el primer computador a un juzgado en Colombia, con lo cual dio comienzo al proceso de sistematización de los juzgados a escala nacional. Con los primeros computadores personales llegó también a la dirección de Colciencias en 1983 y a la Gobernación del Tolima en 1989.

“Llegué con todos los cambios. Pero los computadores y la introducción de las nuevas tecnologías, no es suficiente. La educación está atada a la búsqueda de conocimiento.  Hay que promover la investigación, premiar la innovación. Es allí donde se produce conocimiento nuevo. Cuando los alumnos investigan, descubren un mundo nuevo. Eso es aprender. Colombia tiene buenos alumnos, inteligencias repartidas por todas partes, talento distribuido en todos sus rincones. No podemos desaprovechar a los jóvenes de las provincias, ¿se imaginan cuántos doctores habrá ahí? Cuando tengamos a los jóvenes en las universidades, este país cambiará”.

Hacia la disolución de los problemas
Por las clases de Eduardo Aldana han pasado cerca de diez mil alumnos. Lo que más le enorgullece es que desde el Departamento de Ingeniería les ha estimulado el idealismo y el tratar de resolver y disolver los problemas del país. Sin embargo, a pesar de que todos piden su consejo, con el tiempo se ha vuelto más prudente. Lo ha comprobado al encontrarse con muchos de sus estudiantes. Lo que a veces les ha dicho, sin proponérselo, ha resultado para algunos fundamental.

Está seguro de que muchos de los cargos que ha ocupado los logró por recomendación de sus ex alumnos. Por ejemplo, ser uno de los diez miembros de la llamada Comisión de Sabios. Allí compartió con figuras que considera extraordinarias: Rodolfo Llinás, Luis Fernando Chaparro, Rodrigo Gutiérrez Duque, Marco Palacio, Manuel Elkin Patarroyo, Carlos Eduardo Vasco, Ángela Restrepo y Gabriel García Márquez. Gracias a la magia del Premio Nobel el país pudo conocer, a través de todos los medios de comunicación, el trabajo realizado.

Su reto ha sido promover en sus alumnos la autonomía intelectual, la capacidad de resolver problemas por sí mismos y hacerse cargo de su propio destino.

“La búsqueda constante de conocimiento, el establecer relaciones, encontrar nuevas conexiones y despertar en una persona la pasión inmensa por aprender, eso es educación: un proceso personal que no termina nunca. Los maestros apenas somos unos socios, unos aliados en este proceso. Por supuesto, tiene que haber una formación ética y moral, que empieza desde la casa, pero en la escuela y la universidad los profesores tienen que acompañar con su ejemplo. Un buen maestro no se retira nunca, solo cambia de actividad”.

 


“Colombia, al Filo de la Oportunidad”. Informe Conjunto de la Misión de Ciencia, Tecnología y Desarrollo, conocida como la Misión de Sabios. Presidencia de la República. Bogotá: Colciencias. 1995.

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Luis Fernando Burgos
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