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La profe que hace del conflicto escolar un laboratorio de paz
Sandra Milena Rojas Valbuena, coordinadora del colegio distrital Castilla, en Bogotá, transforma los conflictos escolares en profundas experiencias de aprendizaje para la vida.
De niña jugaba a ser maestra, pero nunca imaginó que esa sería precisamente la profesión que respondería con plenitud a su proyecto de vida. El tiempo pasó y un sueño en sus años de adolescencia, le avisaría que estaba predestinada a impactar la vida de niñas y niños. “Dios me llevó a esta profesión. Recuerdo un sueño en el que yo veía que rescataba niños. Ese sueño me marcó. Yo veía que los niños se iban por un mal camino y yo los cogía, les decía ‘por ahí no es, es peligroso’ y me los llevaba”.
Y este sueño se hace diariamente realidad para Sandra Milena Rojas Valbuena, coordinadora de preescolar y primaria del colegio distrital Castilla, ubicado en la localidad de Kennedy. Ya cuenta con 18 años de experiencia en el Distrito: 12 como maestra de primaria y los últimos 6 años como coordinadora en esta institución educativa donde ha tenido la oportunidad de transformar los conflictos escolares en profundas experiencias de aprendizaje para la vida de las niñas y niños.
Sandra Milena es licenciada en lenguas modernas de la Universidad Gran Colombia, con especialización en Docencia del español como lengua propia de la Universidad Pedagógica Nacional, y con maestría en Pedagogía de la Universidad de La Sabana. Este último posgrado, adelantado gracias a las estrategias de apoyo financiero dirigido a docentes de la Secretaría de Educación del Distrito, le permitió perfilar y escribir su proyecto ‘Escribiendo – conciliando para el reencuentro, la reconciliación y la paz’.
Su proyecto fue una de las 64 propuestas habilitadas en el marco de la décima versión del Premio a la Investigación e Innovación Educativa del Distrito Capital 2016 – Modalidad investigación; las cuales fueron reconocidas por la actual administración ‘Bogotá Mejor para Todos’ por su valiosa contribución en hacer de ‘Bogotá una ciudad educadora’.
Durante su labor como docente y ahora como coordinadora, esta maestra ha llegado a la conclusión de que lo más importante en la niñez es sencillamente ser feliz y sentirse amados, valorados. “El conocimiento es importante, pero la felicidad lo es aún más. Un niño que es infeliz y se siente solo, empieza a coger por donde no debe, yo creo que eso es lo que más me enseña mi trabajo como maestra”, afirma Sandra.
Y su proyecto, ‘Escribiendo – conciliando para el reencuentro, la reconciliación y la paz’, implementado desde hace aproximadamente 5 años en la jornada tarde con las niñas y niños de primaria del colegio Castilla, evidencia que, para ser felices desde temprana edad, es necesario aprender a resolver los conflictos personales en clave de paz.
Esta estrategia facilita, precisamente, la resolución pacífica de los conflictos escolares que llegan hasta la coordinación, mediante tres momentos clave: la narración de los hechos, las propuestas de solución y los acuerdos, un proceso mediado por el diálogo y el liderazgo de los estudiantes.
Un formato especialmente diseñado, es la bitácora individual donde queda consignada toda la experiencia. “Al principio les daba cualquier hoja reciclable para que escribieran por detrás, y no, eso también hace parte del respeto hacia el niño, entonces diseñé un formato para que ellos pudieran expresarse en una hoja limpia, bonita”, agrega la profe.
En el primer paso, la narración de los hechos, los niños que hacen parte del conflicto, descargan el alma de la rabia que pudo haber ocasionado el problema, a través de un ejercicio de escritura emocional.
“De entrada, la invitación es a que los niños escriban desde el corazón, con toda la honestidad. Algunos llegan muy alterados y, como escribir implica pensar, durante el ejercicio se van tranquilizando. Escriben y narran claramente qué fue lo que pasó, qué hizo, por qué lo hizo. Este ejercicio permite que todos expresen de manera confidencial su punto de vista sobre el conflicto”, explica la maestra, enfatizando que el respeto a la palabra es fundamental para alcanzar los mejores acuerdos.
Descargada el alma, ya hay condiciones para comprender el conflicto. Sandra lee los textos en silencio. Luego, se abre el escenario para dialogar, con la orientación de la coordinadora, y ponerse en los zapatos del otro. “No se trata de buscar culpables. Hay niños que se nota que fueron fuertemente castigados y ellos mismos dicen ‘suspéndame’, ‘déjeme sin descanso 15 días’, luego descubren que no se trata de castigar. A través del diálogo se busca entender qué pasa, atar cabos y ponerse en los zapatos del otro y llegar a acuerdos para reconciliarse y reparar”.
Luego, los niños elaboran, también por escrito, sus propuestas de solución para dar paso al momento de los acuerdos: “Leemos las diferentes propuestas sin decir su autor y llegamos a un común acuerdo sobre qué podría ser lo más beneficioso, buscar que se reconcilien y se repare ese daño”, señala la coordinadora.
A lo largo del manejo de cada caso, las niñas y niños desarrollan competencias ciudadanas que serán fundamentales a lo largo de sus vidas para evitar que conflictos personales desemboquen en la agresión: manejo de las emociones, toma de decisiones, toma de perspectiva, comunicación asertiva, consideración de las consecuencias y elaboración de propuestas de solución para llegar a acuerdos democráticos para todas las partes.
“Aquí en Castilla el primer año se atendieron aproximadamente de 150 a 200 casos, al año siguiente se redujo y, por ejemplo, al mes de mayo de este año solo tuvimos 10 casos”, indica la coordinadora y destaca que ello también es resultado del desarrollo del proyecto de convivencia del colegio y de iniciativas y estrategias de otros maestros volcadas a la solución pacífica de conflictos.
¿Dónde comienza la paz? La profe Sandra no duda en afirmar que “la paz debe partir de uno mismo”, y agrega que maestros y padres debemos escuchar y orientar a las niñas y niños hacia las mejores decisiones, en un ejercicio que marcará el resto de sus vidas.
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