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Mandalas, elemento cohesionador para mejorar la convivencia escolar

Estos círculos sagrados se han convertido en una terapia alternativa que los estudiantes del colegio Carlos Arango Vélez implementan para comprimir la agresividad y sanar sus corazones.

Febrero 11, 2016

Los alumnos del colegio Carlos Arango Vélez, ubicado en la localidad de Kennedy, jamás habían escuchado la palabra mandala. Su significado lo descubrieron el día en que estos particulares dibujos, empleados como terapia alternativa para encontrar la paz interior en las antiguas civilizaciones, se volvieron comunes en sus salones de clase.

Con curiosidad, los estudiantes se acercaron a estas imágenes plasmadas en el papel y descubrieron un poco de su historia, según la cual, son círculos sagrados cuya simbología y mística se asocia a la armonía, la sanación y la purificación de las personas y los espacios. (Lea: Red de Maestros de Arte: conexión e interacción entre docentes de Educación Artística y Cultural)

Aunque aún son muchos los escépticos sobre el impacto que puede tener en una persona colorear un círculo repleto de figuras geométricas, la primera vez que estos jóvenes tuvieron en sus manos un mandala y se dejaron llevar por la magia que produce el escoger cada tonalidad, descubrieron que era mucho más que una actividad para entretenerse.

Desde entonces, están convencidos de los efectos que esta práctica tiene en ellos, pues además de servir para liberar emociones, han transformando la convivencia entre los estudiantes y la unión escolar ha mejorado ostensiblemente.

Ese es el propósito del proyecto ‘Mandalas y Armonía’, en el que participan los estudiantes del programa ‘Volver a la Escuela’, una iniciativa de la educación pública de Bogotá para reintegrar a estudiantes en extra edad al sistema educativo.

Los docentes Libia Higuera, Andrea Velandia y Óscar Galindo, y la coordinadora de convivencia, Blanca Murcia, se han encargado de hacerlo realidad. Blanca explica que se trata de una apuesta alternativa e innovadora para el bienestar emocional de todas las personas del colegio, que en sus alrededores experimenta problemáticas de inseguridad y violencia. (Lea: Álvaro Medina: Evaluar la educación artística en la escuela)

Al inicio, nos pusimos a pensar de qué manera podríamos cambiar la rutina de ‘control y sanción’ que es común en los colegios. Así llegamos a los mandalas, que resultaron una excelente alternativa para acercarnos a los jóvenes del programa, quienes se encuentran en extra edad y han vivido experiencias complejas, por las que muchas veces no saben manifestar sus emociones sino utilizando la fuerza”, indica Blanca.

En esta institución educativa utilizan los mandalas para trabajar las competencias emocionales. La idea es que los estudiantes les cuenten con sus dibujos a los docentes lo que sienten, para fortalecer su autoestima, enseñarles a perdonar y a entender a los otros.

Con un primer taller, esta idea revolucionó a la comunidad educativa, creando un trabajo colectivo entre estudiantes, padres y maestros, en el que el diálogo y la reflexión sobre las acciones diarias son protagonistas. 

Para este 2016, el sueño de sus creadores es lograr que la iniciativa sea transversal y participen en ella todas las niñas y niños del colegio Carlos Arango Vélez.

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Irma María Arévalo González
Gran Maestro Premio Compartir 2002
Ofrezco a cada uno de los alumnos un lápiz mágico y los invito a escribir su propia historia enmarcada en los cuentos y leyendas de su cultura indígena.