Usted está aquí

¿Para qué la poesía en tiempos de miseria?

La descarga de esta antología de poesía es libre. Es una muestra de que desde el campo y la escuela escribimos soñando un país distinto, mientras sembramos lechugas y zanahorias.

Marzo 16, 2020

El día 30 de diciembre del 2019, en la Biblioteca Zenón Solano Ricaurte, y siendo don Jorge Ruiz nuestro escudero, presentamos la Antología de poesía ‘La Tierra que era mía’ (escrito por estudiantes de la IE QUEBEC, bajo la dirección de Miyer Pineda) y el libro ‘Duitama en 100 palabras’ (escrito por estudiantes de la Presentación bajo la tutela de Sebastián Paco). Se trata de una apuesta por el poder de la palabra en tiempos de miseria.

¿Para qué la poesía en tiempos de miseria?, se preguntaba Hölderlin, y desde este recodo del planeta respondemos: para que se esparza como ungüento por las cicatrices que nos deja el extenuante arte de vivir en Colombia... ese país del tercer mundo que se acostumbró a la muerte, al asesino y al ladrón... Ese país que pareciera haber extraviado su dignidad entre músicas superficiales y los pozos sépticos de las redes, donde un desfigurado Narciso insiste en dar sentido a su deformidad...

Lea: La resiliencia desde la enseñanza de la literatura

Fue grato el encuentro alrededor de la palabra, en solidaridad con las víctimas de la guerra, mientras se reflexionaba sobre la noción de ciudadanía moderna... cada vez más al margen de lo que le pasa al prójimo. Esa tarde hablamos de Bojayá y así comenzamos la lectura, mientras al sur del país los asesinos se acercaban a esa población y mientras semanas después el Presidente iría a repartir dulces... porque eso somos, una pésima caricatura guiada por el horror.

Descarguen y roten los poemas libremente... Léanlos... Y ojalá lleguen a las manos de Leyner Palacios o de Antún Ramos o de Jesús Abad Colorado, o de algún colombiano que ha sido víctima de la tragedia, para que se entere que desde el campo escribimos soñando un país distinto para todos, mientras sembramos lechugas y zanahorias... Y porque la paz se hace desde el territorio y no desde el escritorio...

Posdata: Ojalá algún profe (de los pocos que quedan en este país) lo lea con sus alumnos y se proponga hacer de la poesía un arma cargada de futuro. Y si escriben algo... envíenlo al correo [email protected] para publicarlo en nuestro blog.

Sobre ‘La tierra que era mía’

Este libro de poemas es un homenaje a cada una de las víctimas que ha dejado la guerra en el país del sagrado corazón. Surge como una forma de resistir en estos tiempos en los que el genocidio de líderes sociales y defensores de Derechos Humanos vislumbra el retorno de un país indolente que insiste en hacerle culto al asesino.

Pensamos la poesía como una de las orillas de la memoria y de la dignidad, y al igual que Celaya, estamos convencidos de que la poesía es un arma cargada de futuro. Ojalá algún día los habitantes de este país entiendan la lección de Borges al referir que es la falta de imaginación lo que mueve al hombre a la barbarie, y que esa es la carencia de quienes insisten en quedarse en el pasado, lucrándose de la muerte o del hambre de sus compatriotas, de sus prójimos, de sus hermanos.

Desde la Escuela insistimos en que con imaginación, creatividad y asombro se puede construir un país para todos y hacer de la paz el único camino. Con el Grupo Si Mañana Despierto1 de la UPTC, comprendimos que la poesía es un ungüento, esperamos que ahora que el silencio se impone como un manto, también lo sea para ustedes.

Descargue aquí la antología ‘La tierra que era mía’, un monumento poético en solidaridad con las víctimas de la guerra.

 

Contenido publicado originalmente en el blog ‘Mnemósine Quebec’. Su reproducción se realiza bajo autorización del autor.

Boletín de noticias
Registre su correo electrónico para recibir nuestras noticias.
Escrito por
Docente Licenciado en Ciencias Sociales, magíster en Historia y doctorando en Lenguaje y Cultura en la UPTC. Profesor del colegio Quebec y catedrático de la UPTC Duitama
Promedio: 5 (4 votos)
Estadísticas: .
Martial Heriberto Rosado Acosta
Gran Maestro Premio Compartir 2004
Sembré una semilla en la tierra de cada estudiante para que florecieran los frutos del trabajo campesino en el campo que los vio nacer