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Un maestro con mucho ‘Zucundú’ para enseñar

Descubra qué es y cómo inspira al profe Héctor Emilio Murillo para fortalecer los procesos pedagógicos de sus estudiantes, en el marco de la Jornada Única de Bogotá.

Julio 29, 2017

En la Escuela Normal Superior Distrital María Montessori, en Bogotá, Colombia, existe un grupo de expertos en algarabía. Son 40 estudiantes y un maestro, conocidos bajo el alias de Kumba.

“En africano, Kumba significa hacer ruido y eso es lo que hacemos. Hacemos ruido para que todos sepan que la danza es más que pasos y ritmo, la danza es nuestro vehículo para enseñar”, dice el profe Héctor quien usa el arte y el baile como herramientas de formación pedagógica.

Todos los sábados, en las instalaciones de esta institución educativa, ubicada en la localidad de Antonio Nariño, Kumba se reúne para dar rienda suelta a una gran pasión: bailar.

Pero tal como lo señala el profesor Héctor, no sólo se trata de aprender a coordinar movimientos y expresarse de forma estética y artística a través del cuerpo, “aquí lo más importante es queenseñamos a enseñar la danza”.

“Al ser un colegio normalista tenemos muchas materias donde aprendemos de pedagogía, pero ha sido en Kumba donde realmente hemos encontrado el espacio para poner en práctica estas herramientas y transmitir a otros eso que tanto nos gusta, lo que ha hecho más significativo no solo nuestro proceso sino el de las personas a las que hemos llegado”, explica Sol Mantilla de 16 años.

Los departamentos de la Guajira, Casanare, Tolima, Antioquia, Risaralda e incluso países como Chile, han sido algunos de los lugares a donde Kumba ha llegado con su energía para contagiar a otros y demostrar el poder que tiene el arte cuando se trata de aprender, enseñar, crear y explorar.

“El arte puede cambiar el mundo y a las personas con una simple pincelada, una nota o un paso, es algo hermoso y que nosotros tengamos la oportunidad de tenerlo en nuestra vida escolar es muy valioso porque nos abrió la perspectiva que teníamos de nuestras vidas, de nuestro entorno, de nuestro barrio, nuestro colegio y nuestra ciudad”, asegura el estudiante Konnier Mosquera.

Kumba, hace parte de la Jornada Única de Bogotá que, precisamente, desde el arte, el deporte y la ciencia, brinda más y mejores aprendizajes a 69.116 niñas, niños y jóvenes del sistema educativo oficial en 100 colegios de Bogotá. Una cifra que seguirá creciendo en el gobierno ‘Bogotá Mejor Para Todos’, para que estudiantes como Sol y Kennier cuenten con mayores oportunidades de aprendizaje, potencien sus habilidades y construyan proyectos de vida felices y en sintonía con sus sueños.

A meterle ‘zucundú’ para alcanzar los sueños

“No hay palabras para definir el cariño que todos le tenemos al profesor porque siempre está ahí para nosotros y no sólo para la danza, sino también para apoyarnos más allá de los procesos educativos”, asegura visiblemente emocionado Roger Yurgaky, cuando habla del maestro Héctor Emilio Murillo, el docente que todos quieren y respetan en la Escuela Normal Superior Distrital María Montessori.

“Yo creo que todos lo queremos porque es increíble la habilidad que tiene para leernos a cada uno de nosotros. Él nos muestra el talento que tenemos, las falencias y nos motiva a ser mejores. En mi caso, él es el que más ha creído en mí, es una de las personas más maravillosas que he conocido, por eso todos queremos replicar todo lo que él nos enseñó y tener siempre ese ‘zucundú’ para hacer las cosas”, dice Sol Mantilla.

Cuando al profesor Héctor se le pregunta qué significa ‘zucundú’ sonríe y dice “es ese toque particular que tenemos todos, esa impronta que se pone en lo que se hace. Es el sabor, el tumbao, la pasión”.

‘Zucundú’ es lo que tiene de sobra este licenciado en educación física, especialista en pedagogía y didáctica y magíster en educación. Es lo que le imprime a cada cosa que hace y que lo ha llevado a recorrer el país y el continente latinoamericano con la danza. Es su as bajo la manga para esparcir entre sus estudiantes la genuina pasión que solo sienten aquellos que decidieron dedicarse a la mágica, difícil, pero gratificante, labor de la docencia.

Kumba, un lugar para ser libre, tolerante y orgulloso de ser colombiano

“El grupo siempre ha sido como una familia, es un lugar donde se puede ser uno mismo, donde uno se siente libre y eso no lo brindan tantos espacios. Cuando yo llegué era muy tímida y aquí en el grupo empecé a desenvolverme y a sentir que ese era mi camino y hoy en día es lo que quiero para mi futuro”, comenta Wendy Gómez, una exalumna del María Montessori y actual estudiante de licenciatura en artes.

Como ella, son muchos los estudiantes a los que su paso por este grupo de danzas les ha cambiado la vida. No sólo por la parte artística, pedagógica y recreativa que se trabaja en el grupo, sino también por el fuerte trabajo que el profesor Héctor realiza en materia de inclusión, convivencia y recuperación del folclor.

“Para mí la razón de ser docente se centra en ver felices a mis muchachos, por eso siempre quiero que sean mejores personas. Aquí aprendemos a querernos y respetarnos nosotros y entre nosotros, a valorar lo nuestro, especialmente nuestra cultura y eso definitivamente transforma el modo en el que los estudiantes se relacionan con los otros”, explica el profesor Héctor.

Este sentimiento es evidente entre todos los integrantes de Kumba, niños y jóvenes que no entienden de diferencias porque en la pista, tal como les enseñó el profesor Héctor, todos son iguales.

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