Usted está aquí

Diálogo interreligioso, proceso de construcción de vida

El diálogo interreligioso: camino, proceso y vida  en la  escuela y desde la  escuela  para  la  vida

Junio 27, 2016

Autor
Santiago Tobar Carrizosa
Profesor Departamento de Pastora
l
[email protected]

Resumen

El diálogo interreligioso se presenta como una innovación pedagógica en la escuela. La Comisión Teológica Interna- cional  estudia  el tema de la relación entre el cristianismo y las religiones. Bernard Lonergan, S.J. aporta el marco epistemológico para el diálogo entre religiones, Ciryl Orji presenta la praxis del encuentro entre religiones en el con- tinente africano, y Hans Küng introduce los elementos éticos que posibilitan el diálogo entre creyentes. La educación desde el marco del diálogo interreligioso implica el uso de diversas herramientas pedagógicas y de una valoración continua del proceso.

Introducción

El estudio que hasta la fecha hemos rea- lizado se ha dividido en tres fases, cada una con su propia especificidad. Así, en la primera fase se presentó el tema y se definieron los  términos y las relaciones entre los mismos. Se vio la importancia del diálogo interreligioso y del camino histórico que la Iglesia Católica ha recorrido para llegar a un pleno diálogo con creyentes de otras religiones y de otros mundos culturales. También se definie- ron términos tales como diálogo, diálogo interreligioso, ecumenismo y religiones monoteístas. Finalmente, se relacionó cada término con el tema central de la investigación, explicitando su pertinen- cia y singularidad.

En la segunda fase de la  investigación se trabajó en  el desarrollo histórico de cada una de las tres religiones monoteístas cuyo origen común es abrahámico: Judaísmo, Cristianismo e Islam. Cada una fue revisada según su orden de antigüedad y sus paradigmas de desarrollo a lo largo de su devenir histórico y cultural, siguiendo las líneas de investigación del profesor Hans Küng, en su ya extensa obra sobre las tres grandes religiones monoteístas. También se tomaron pres- tados otros elementos de corrientes principalmente no católicas con el fin de afinar la percepción sobre el papel e importancia de cada una de ellas.

La tercera fase de la investigación, base de este documento, fue la más pertinente al quehacer pedagógico y la que, en términos de investigación, pudo aportar una experiencia novedosa en el campo de la Enseñanza Religiosa Escolar (ERE). En esta fase se presentaron los aportes de la Comisión Teológica Internacional (Pozo, 2000) sobre El cristianismo y las religiones, algunas contribuciones de Bernard Lonergan, S.J. y de los que si- guen esa línea de pensamiento sobre la religión, el encuentro entre las religiones y la resolución de los conflictos religio- sos a través del diálogo y la dialéctica, especialmente desde la perspectiva de Cyril Orji. Luego se presentaron algunos lineamientos sobre la manera de llevar a cabo el diálogo interreligioso en la sociedad cosmopolita de hoy, dentro del marco de la comprensión, la justicia, la ética y la paz, según la propuesta de Hans Küng. Finalmente, y a manera casi de apéndice, se presentó un esbozo de lo que ha sido la experiencia del programa de diálogo interreligioso llevada a cabo en el Gimnasio Campestre, durante los últimos 8 años, y su importancia en la formación religiosa, moral y ética de los educandos.

El cristianismo y las religiones de la Comisión Teológica Internacional (Pozo, 2000) y su relación con el diálogo interreligioso.

El documento comienza con una afirmación que es central e imprime carácter al mismo:

“La cuestión de las relaciones entre las religiones adquiere cada día mayor impor- tancia. Varios factores contribuyen a dar actualidad a este problema. Ante todo, la creciente interdependencia entre las di- versas partes del mundo, que se manifiesta en diversos planos: la información a la que accede un número siempre mayor de perso- nas en la mayoría de países; las migraciones que están lejos de ser recuerdo del pasado; la tecnología y la industria modernas  que han provocado intercambios hasta ahora desconocidos en muchos países” (Pozo, 2000, p.557).

El numeral dos del mismo documento completa la idea expresada anteriormen- te, cuando afirma:

“Estos factores de comunicación e interdependencia entre los diversos pueblos y culturas han provocado una mayor conciencia de la pluralidad de las reli- giones del planeta, con los peligros y las oportunidades que esto trae consigo” (Pozo, 2000). Lo mismo nos dice Ulrich Beck (2009)  cuando se pregunta: “¿Qué es lo nuevo históricamente hablando, de la conditio humana religiosa a principios del siglo XXI? Para empezar la ‘constela- ción cosmopolita’, esto es el contacto y la ósmosis de las religiones universales y los Nuevos Movimientos Religiosos” (p. 50).

El diálogo interreligioso es inevitable e imprescindible en el mundo actual. Es un camino de encuentro entre pueblos y culturas y una contribución al desarrollo de un mundo de justicia y paz. La Iglesia Católica no puede ser ajena al mismo y por eso, desde el Concilio Vaticano II (1962-1965), ha venido haciendo un esfuerzo por aclarar cómo valora desde el punto de vista teológico las diversas religiones. Una de sus corrientes afirma “Extra Ecclesiam nulla salus”, es decir “fuera de la Iglesia Católica no hay salvación”. Esto ha llevado a sus miembros a entender el diálogo interreligioso desde el punto de vista exclusivamente católi- co, convencidos de que finalmente todos aceptarán el evangelio de Jesucristo y la doctrina de la Iglesia Católica como única vía de acercamiento al Dios verdadero. Esa postura está hoy en día en entredicho. Para otro grupo, sencillamente todos poseen semillas del Verbo y todos finalmente, por un camino u otro, lle- garán a Jesucristo, verdad revelada por el Padre. Finalmente, hay una tercera corriente en la que existe un pluralismo religioso y en la que cada religión es, en sí misma, fuente de salvación y de encuentro con Dios.

Del documento de la Comisión Teológica Internacional se destaca no tanto la cuestión cristocéntrica o eclesiocéntrica como lo pneumatológico, en el sentido que es el Espíritu de Dios quien suscita en las personas la dimensión de lo trascendente bajo diversos aspectos socio-culturales, y la importancia que esto tiene para la Iglesia Católica pues ella debe abrirse al mundo según nos lo recuerdan los últimos papas. Es casi imposible elaborar una teología general para todas las religiones, pues hay que respetar su singularidad y, sin embargo, como lo enseña el profesor Küng (2008), sí hay posibilidad de construir una ética común surgida de las necesidades más hondas y apremiantes del ser humano. No se pretende relativizar las religiones, sino darles su verdadero sentido dentro del concierto mundial y plural de las naciones. Lo que sí se visualiza como un principio de diálogo y una posibilidad de construcción común es el designio salvador y relevador de Dios para el hombre; por eso  el documento  de la Comisión Teológica Internacional en su numeral 25 afirma:

“El diálogo interreligioso se fundamenta teológicamente sea en el origen común de todos los seres humanos creados a imagen de Dios, sea en el destino común que es la plenitud de la vida en Dios, sea en el único plan salvífico divino a través de Jesucristo, sea en la presencia activa del Espíritu di- vino entre los adeptos de otras tradiciones religiosas” (Pozo, 2000, p.566).

Para concluir este primer apartado po- demos decir que las religiones son el corazón de toda cultura porque le dan sentido y la ayuda a estructurar. Ellas son portadoras de la verdad salvadora en cuanto llevan a los hombres a crecer en el verdadero amor. Ellas tienen doctrinas propias y comportamientos éticos coherentes con sus creencias y sus entornos socioculturales. El cristiano de hoy debe aprender a vivir  en el respeto a la di- versidad religiosa, pero con una actitud de comunión fraterna y diálogo creativo porque, al fin y al cabo, comparte el mismo mundo y está llamado a crecer en humanidad junto a los creyentes de otras tradiciones religiosas. Ese es el signo máximo de la libertad del cristiano, dar testimonio del sentido de Dios en su vida y colaborar con los otros para que también ellos lleguen a la plenitud de sentido dentro de sus propias religiones. Se requiere de una actitud de diálogo, escucha y comprensión mutua, así como de respetar las diferencias y crecer a partir de ellas. Como dicen los miembros de la Comisión Teológica Internacional: “El diálogo interreligioso es connatural a la vocación cristiana. Se inscribe en el dinamismo  de la Tradición viviente del misterio de la salvación, cuyo sacramento universal es la Iglesia; es un acto de esta Tradición” (Pozo, 2000).

Después del Concilio Vaticano II (1962-1965) ha habido un fuerte movimiento en favor del diálogo interreligioso. Muchos pensadores de la talla de Raymond Pannikar o Hans Küng han apostado por el diálogo entre las diversas tradiciones y culturas religiosas. Algunos lo han hecho desde el campo exclusivo de la teología y otros desde una aproximación, además de teológica, epistemológica y metodológica. Dentro de éstos últimos sitúo a Bernard Lonergan, S.J. (1904-1984) y  a algunos continuadores de su obra, entre ellos Frederick E. Crowe, CyrilOrji, Kenneth R. Melchin, Gerard Walmsley y Vernon Gregson. Lonergan será, pues, nuestra fuente primaria de consulta, tomando como guía su obra Método en teología (2006).

La importancia de Lonergan radica en que no sólo fue miembro activo de la primera Comisión Teológica Internacional, sino que su vida la dedicó a la docencia y la búsqueda de una nueva aproximación al conocimiento plasmada en su obra denominada Estudio sobre la comprensión humana (Lonergan, 1999). Su preocupación por el diálogo entre las diversas culturas religiosas fue constante y se pueden ver claramente las líneas de su pensamiento sobre el tema en varios documentos recopilados después de su muerte.

Bernard Lonergan  y su aporte al diálogo interreligioso

¿Qué entiende Lonergan por religión? El jesuita canadiense no entiende por religión la institucionalización de la misma con sus creencias manifestadas en códigos de conducta, sus rituales y costumbres. Para él la religión es  una infraestructura que debe ser entendida en términos de  “experiencia” y más específicamente “experiencia religiosa”. Dicha experiencia es un “estar-enamo- rado de Dios, como experiencia, es estar enamorado sin restricciones. Todo amor es autoentrega, pero estar enamorado de Dios es estar-enamorado  sin límites o cualificaciones o reservas” (Lonergan, 2006, p.107). La experiencia religiosa está orientada hacia el misterio trascendente (Dios). Sólo Dios le da al hombre que lo busca, a través del corazón y la razón, un sentido y un significado para su vida. Nos aproximamos al misterio de Dios desde el amor que está más allá de nuestro conocimiento y elección. Es “un estado dinámico y consciente de amor, alegría, paz, que se manifiesta en actos de benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, auto-control” (Gál. 5,22).

La experiencia religiosa se sitúa en el nivel de la deliberación, de los juicios de valor,  de la decisión y la acción responsable. Por eso,  el don del amor de Dios hace parte fundamental del mundo de la interioridad, fundamento explícito de los mundos de la teoría y del sentido común. Lo anterior significa que la experiencia religiosa es genuinamente constitutiva de la interioridad humana y va más allá de lo que podemos conocer sobre una cultura religiosa tanto a nivel teórico como de vivencia práctica. Esto es universal y no exclusivo de una reli- gión específica. Ese estado dinámico de enamoramiento, de deseo de salir de sí hacia el misterio de Dios-amor se da en muchas religiones y es la base sobre la cual se puede establecer un auténtico diálogo interreligioso.

En su artículo de 1969 titulado The Future of Christianity (Lonergan,1974, p.150-151), el autor  vuelve sobre las mismas premisas que consigna en el capítulo cuarto de Método en teología sobre la re- ligión, sin embargo es interesante anotar que encuentra un valor agregado en lo que denomina las principales religiones y es que ellas enseñan no sólo acerca de Dios, sino que al mismo tiempo enseñan acerca del hombre. El amor de Dios ra- dica no en el hombre sino en Dios, que opera en la persona, y es un amor que retorna del hombre a Dios en cuanto se manifiesta en el amor al prójimo. Esta es una segunda clave para entender la importancia del diálogo interreligioso: dialogar con otros en igualdad de condi- ciones y en una búsqueda común de la verdad (Dios) nos permite construir una auténtica comunidad de seres humanos que comparten precisamente una misma humanidad.

Dos preguntas plantea Lonergan a propósito de la lectura de los planteamientos del profesor Friedrich Heiler en la conferencia dada en la Universidad de Chicago, en 1959: ¿cuál es la función de la religión en la vida del ser humano? y ¿cuál es la singularidad de la experiencia cristiana en medio de la similitud entre las diversas religiones? En el caso que nos ocupa, el programa que se ha llevado a cabo durante los últimos ocho años en el Gimnasio Campestre con alumnos de octavo grado se ha tratado de responder a ambas preguntas de manera teórica y práctica.

En un principio podemos decir que la función de la religión en la vida del ser humano es la de posibilitar su autotrascendencia. La posibilidad de comprenderse a sí mismo y a Dios operando en la propia existencia. El poder vivir una vida auténtica porque no se queda sólo en el plano intelectual, sino que mediante el juicio es capaz de tomar decisiones que lo conducen a acciones responsables a favor de sí mismo y la comunidad. Es la verdadera “mayoría de edad” del que toma las riendas de su propia existencia para hacer de su vida una “obra de arte”. Busca la verdad y hace lo que es bueno y correcto. Siempre tiene en cuenta que es un ser comunitario y lo manifiesta a través del amor, en primer lugar a Dios y luego a la humanidad. La dimensión del amor lo lleva a la fe, como dice San Pablo en Gálatas 5,6: “…la fe actúa por el amor”. La función de la religión en la vida del ser humano es la posibilidad de vivir de manera inteligente, razonable y responsable dentro de una comprensión del universo y el papel del hombre en dicho universo, en relación no sólo con- sigo mismo, sino en su interacción con los otros hombres.

La condición básica para evaluar la propia tradición religiosa y abrirse a otras tradiciones distintas radica en el proceso personal, íntimo de cada ser humano, que se da durante un largo proceso de maduración y que Lonergan denomina “conversión”. La conversión es una trans- formación del sujeto y de su mundo. Es un cambio de marcha y dirección que afecta en el plano de lo vivido todas las operaciones intencionales y conscien- tes de un hombre. La conversión se da también en un sentido más amplio. En efecto, Lonergan (2006) afirma: “pero en cuanto comunitaria e histórica, en cuanto movimiento que posee sus propias dimensiones culturales, institucionales y doctrinales, la conversión llama a una reflexión que tematiza este movimiento, que explora los orígenes, los desarrollos, los fines, las realizaciones y los fracasos” (p. 130). Eso es exactamente lo que ha venido ocurriendo al interior de las religiones y por eso la búsqueda de un diálogo entre las mismas.

El diálogo interreligioso se hace una necesidad vigente porque ha habido un cambio cultural; hemos pasado de tener los ojos puestos exclusivamente en la divinidad como camino que conduce al hombre, para partir del hombre, sus necesidades y manifestaciones, como ser histórico y cultural, como camino para comprender la acción dinámica de Dios al interior del mismo y de las distintas comunidades religiosas. Las preguntas que el hombre se hace afectan su en- tendimiento, su razón, su vida moral y también su vida espiritual. Dos fuerzas complementarias operan en el hombre. Por un lado, está el don del amor de Dios, que, anterior a toda imagen y reflexión, toca lo más profundo del misterio y cuya respuesta no es otra cosa que la adoración. Existe también un segundo ámbito que es la intencionalidad espontánea del ser humano que, comenzando desde el campo de la experiencia, haciéndose innumerables preguntas y buscando el bien, se manifiesta como una búsqueda desde el ámbito de la experiencia religiosa hacia el amor de Dios. Todos los seres de las diversas religiones experimentan estos ámbitos de manera similar en tanto que humanos. Así entiende Lonergan que, aunque el componente básico de lo religioso entre los cristianos es el don del amor de Dios, lo mismo puede decirse de las otras religiones como son el Judaísmo, el Zoroastrismo, Mazdeísmo, Hinduismo, Budismo y Taoísmo. Tres elementos importantes para que el diálogo interreligioso se dé entre los diversos actores son la dialéctica o reconocimiento de las diferencias entre las religiones desde un punto de vista comprensivo, el encuentro y el diálogo entre las diversas corrientes religiosas.

El paso desde los conflictos por posiciones doctrinales específicas al encuentro de seres humanos con su carga de valores y defectos, plantea un desafío a las personas que se sienten totalmente seguras y, hasta cierto punto, aisladas en sus propias creencias y valores. Los demás nos desafían y nos muestran un panorama más amplio que posibilita un auténtico crecimiento humano. Eso es exactamente lo que ha ocurrido en África debido a la multiculturalidad de pueblos y razas. La experiencia africana nos sirve de modelo práctico en nuestro quehacer educativo porque responde a una necesidad sentida y su aplicación es eminentemente práctica. Todo proceso pedagógico debe concretarse en procesos de aprendizaje y sus correspondientes aplicaciones.

Aportes desde el diálogo y la dialéctica: Una mirada desde África

Una obra fundamental, muy actual, que amplía los principios lonerganianos es el libro de Cyryl Orji (2008) Ethic and Religious Conflict in Africa. En esa obra el autor nos va llevando de la mano por lo que ha sido el conflicto religioso en África, sus implicaciones negativas, pero también las posibilidades de desarrollar una verdadera conversión para la solu- ción de los conflictos étnicos y religiosos de África. Es importante entender que los conflictos son multicausales y que, en África, lo étnico está entrelazado con lo religioso.

La contribución que el punto de vista lonerganiano puede hacer al continente africano es el diálogo entre sus diversos pueblos partiendo de una base común: el amor de Dios que en Cristo ha sido derramado en todas las personas. Un diálogo que implica abrirse a otros horizontes y tratar de entender otras culturas. Es la posibilidad de  amar a los enemigos de manera irrestricta y entrelazar las manos en un gesto inteligente y responsable, que permita a las diversas comunidades y etnias religiosas salir de la situación actual de decadencia que no ha condu- cido sino a la persecución y la muerte. Menciona Cyril Orji con especial cuida- do a los musulmanes. Recordamos, por ejemplo, la situación dramática que por esa causa sufrió y continúa sufriendo el pueblo sudanés.

El diálogo y la dialéctica son los pilares de la evangelización. La dialéctica es suma- mente importante en el diálogo interreli- gioso porque permite identificar puntos de vista contrarios que promueven a su vez el entendimiento entre creyentes de diversas religiones. Los cristianos están llamados a abrirse a los demás desde un sustrato primigenio: el amor de Dios que les ha sido revelado en Cristo Jesús. Es el camino hacia la conversión de los que buscan auténticamente a Dios. Los obispos africanos en el sínodo del conti- nente, en 1994, proponen que el diálogo se haga al interior de la Iglesia, con  la sede apostólica, entre iglesias hermanas en el continente y con las demás comu- nidades africanas. Se enfatiza el respeto por las diversas formas de adoración y el liderazgo de quienes presiden las co- munidades e impulsan formas siempre nuevas de evangelización. Los cristianos, y en particular los católicos, son invita- dos a un verdadero diálogo ecuménico. Es una condición fundamental para lo- grar una mayor integración religiosa y social. Pero no basta con dialogar entre creyentes que comparten una fe similar (cristianos y católicos), sino que hay que entrar en comunicación con las religiones tradicionales africanas en las cuales hay grandes valores que deben ser rescatados y fomentados tales como la tolerancia, la bondad, el servicio y el autocontrol. Finalmente, Cyril Orji (2008) propone que:

“el espíritu de diálogo, que existe en esas religiones, debería extenderse a los gobernantes y a las instituciones interna- cionales, sean ellas de carácter político, económico o cultural, para que se dé una fusión de horizontes. Esa fusión de horizontes, que debería caracterizar el diálogo Norte-Sur y Sur-Norte, es el que asegura no sólo la conversión intelectual, sino también la religiosa, moral y afecti- va” (p. 216).

El espíritu de diálogo apunta eminentemente a la resolución de los conflictos latentes entre las comunidades y debe manifestarse en  la vivencia de princi- pios, valores y acciones de carácter moral y ético. La educación que pertenece al ámbito de la cultura no es ajena al entorno donde se desarrolla. El entorno propio de la formación ética y valoral es la escuela. En ella los educandos aprenden a convivir en medio de la diversidad de personas, culturas y creencias. Es todo un aprendizaje que bien se puede replicar a un nivel mayor bien sea éste de carácter local, global o universal. Los principios éticos universales permiten la sana convivencia, el entendimiento y la construcción de puentes de comunicación  entre  las diversas culturas religiosas y ahí radica su importancia en un programa educativo como el implemen- tado al interior del Gimnasio Campestre.

Hans Küng: en búsqueda de una ética mundial

Los hombres y mujeres que profesan las diversas religiones encuentran unos valores éticos universales de carácter vinculante, unos criterios inalterables y unas actitudes morales fundamentales. En 1993, en Chicago, el Parlamento de las Religiones del Mundo los trajo a colación bajo la Declaración de una ética mundial. Por su parte, en 1997, el Inter Action Council de antiguos jefes de Estado y Gobierno los plasmó en la propuesta de una Declaración universal de las responsabilidades humanas (Küng, 2008) en cuatro principios básicos que resumimos a continuación teniendo en cuenta la explicación que de ellos da el autor:

“No matarás, ni tampoco torturarás, mal- tratarás o lacerarás”. Es decir, ¡respeta la vida! Es un compromiso con la cultura de la no violencia.
“No robarás, ni tampoco explotarás, so- bornarás o corromperás”. Es una invita- ción a actuar de forma justa y limpia. Se fomenta la cultura de la solidaridad y de un orden económico justo.
“No mentirás, ni tampoco embaucarás, falsificarás o manipularás”. Es una invi- tación a hablar y actuar con veracidad.
No haréis mal uso de la sexualidad, ni tampoco maltrataréis a vuestra pareja, ni os humillaréis, ni os degradaréis el uno al otro”. Esto quiere decir que debemos respetarnos y amarnos mutuamente.

Estos principios universales nos presentan un panorama de lo que se espera de un mundo humanamente responsable a través de acciones de  carácter eminentemente ético. Entendida la ética como la búsqueda de la felicidad o, en palabras de Lonergan como la búsqueda de un bien personal y un bien de orden social en el cual todos podamos ser no sólo receptores pasivos, sino actores de nuestro propio desarrollo.

El elemento cohesionador de esos principios éticos universalmente vinculantes radica, a nivel religioso, en la famosa Regla de Oro que  dice: “No hagas a los demás lo que no desees para ti mismo” (Mt 7,12). Esta regla de oro ya había sido formulada por Confusio cientos de años antes de Cristo y se ha convertido en patrimonio de la humanidad. En palabras del profesor Küng (2008) “¡Todo ser humano, dotado de razón y de con- ciencia, está obligado a actuar de forma realmente humana y no inhumana, a hacer el bien y a evitar el mal!” (p. 35). Es decir lo humano prevalece ante todo. La ética universal que se propone aquí está basada  en “un  consenso  básico sobre una serie de valores vinculantes, criterios inamovibles y actitudes básicas personales” (Küng, 2008, p.33), que son propios del género humano y que se pueden poner en ejecución independiente- mente de la corriente religiosa a la que se pertenezca.

Sabemos, entonces, que existen valores éticos universales compartidos por los creyentes de las diversas religiones pero es responsabilidad de todos y cada uno el fortalecerlos en la vida privada y también a nivel comunitario, local, estatal y global. Sólo así tendrán sentido nuestras creencias, prácticas, culturas religiosas y presencia creyente en un mundo cada vez más alejado de lo tras- cendente y mayormente secularizado. Buscando fortalecer la capacidad de los educandos para la convivencia en medio de la diferencia  cultural y religiosa, el Gimnasio Campestre propone una in- novación pedagógica y educativa en el área de la Educación Religiosa Escolar: el diálogo interreligioso. Un programa novedoso en su concepción y ejecución, en continua evolución para ajustarse a las siempre cambiantes condiciones de la cultura emergente.

El  Diálogo Interreligioso: una innovación pedagógica  en el Gimnasio Campestre

El mundo técnico-científico y posmoderno ha propiciado un alejamiento paulatino y progresivo de Dios y, por consiguiente, de toda manifestación de lo sagrado llámese  religión, espiritualidad  o cultura religiosa. La tendencia es volver a la total autonomía del hombre frente a Dios y reducir lo sagrado al ámbito de lo privado. La religión de puertas adentro. Es de mal gusto manifestar públicamente la fe y casi un escándalo anunciarla. Se han olvidado las palabras de Jesús en el evangelio de Mateo capítulo 28,18-20. Allí Jesús les encomienda a sus discípulos la tarea de anunciar a todas las gentes el mensaje del Evangelio y les promete acompañarlos en esa misión hasta “el fin de los siglos”.

Teniendo en mente ese mandato misionero, desarrollamos al interior del colegio desde el año  2004 un programa denominado Diálogo interreligioso, cuyo objetivo, todavía vigente, es el de pro piciar un diálogo con aquellas culturas religiosas que están en diálogo con la Iglesia Católica. En la primera parte de nuestra investigación hicimos todo un recorrido de lo que ha sido el acercamiento entre las diversas confesiones religiosas y, particularmente, el Judaísmo, el Cris- tianismo incluyendo específicamente el Catolicismo y el Islam. La pregunta que se hizo al comenzar este camino fue: ¿es posible implementar un programa de diálogo interreligioso, teniendo en cuenta la catolicidad de nuestra institución escolar y los recursos de que disponemos dado que esto es una propuesta radicalmente nueva a nivel de la Enseñanza Religiosa Escolar? El tiempo, la perseverancia, una cuidadosa planeación, la colaboración generosa de los estudiantes y padres de familia, el apoyo de la institución y la buena voluntad de los creyentes tanto del Judaísmo como del Cristianismo no Católico y el Islam lo hicieron posible. Para lograr implementar el programa seguimos una serie de pasos o tareas cada una con un objetivo específico en mente, así:

La primera tarea fue la de establecer redes de comunicación con algunas comunidades religiosas de Bogotá que estuvieran dispuestas a colaborarnos en nuestra tarea pastoral y educativa.

La segunda, muy importante, fue la capacitación sobre los fundamentos de cada una de las tres grandes religiones monoteístas y sobre todo, teniendo en cuenta las directrices de la Santa Sede en esa materia. El encuentro de Asís entre la Iglesia Católica y las demás religiones y lo que ha seguido después a nivel de encuentros, reflexiones y orientaciones pastorales han sido la base para este trabajo. También los documentos emanados del Concilio Vaticano Segundo sobre el Judaísmo y el Islam.

La tercera tarea consistió en diseñar un programa basado en el esquema de competencias que promueve el colegio y con un fuerte componente investigativo, pues entendemos el diálogo interreli- gioso como  un intercambio de saberes, puntos de vista, datos teóricos y, sobre todo, de experiencias de vida entre creyentes de diferentes religiones.

La cuarta tarea fue la aplicación concreta año tras año del programa, que se ha ido evaluando y perfeccionando mediante un proceso continuo de reflexión consignada a través de las pruebas académicas, los videos durante las visitas a las comunidades, el diálogo entre el profesor de la asignatura y cada uno de los líderes religiosos, con visitas previas en algunos casos y posteriores en otros.

La quinta labor fue la aplicación del programa Interreligious Dialogue, que favorece la búsqueda de información, la consecución de recursos bibliográficos y el empleo del inglés como segunda lengua por parte de los estudiantes.

Una condición indispensable dentro de un mundo globalizado, multicultural y plurirreligioso es la comunicación entre hablantes con perspectivas diversas so- bre lo sagrado y en ese sentido la lengua inglesa ha probado ser un vehículo óptimo de diálogo entre las personas.

La sexta y última tarea ha sido la incorporación dentro del programa sobre diálogo interreligioso de los elementos didácticos y pedagógicos tomados del Teachers Training Institute (TTI), que favorecen el desarrollo cognitivo de los estudiantes mediante los insumos que la enseñanza ofrecen.

Conclusiones

Después de implementar el programa de Diálogo Interreligioso en el Gimnasio Campestre durante los últimos 8 años y, mediante el seguimiento que se le hizo a un grupo de control de octavo grado sobre el mismo durante al año lectivo 2011-2012, podemos  sacar algunas conclusiones frente al mismo.

Los estudiantes, a través de las visitas programadas durante el año a cuatro comunidades religiosas no católicas (judía, luterana, anglicana y musulmana), aprendieron a dialogar con ellas desde la óptica de un ejercicio auténticamente dialéctico; es decir, desde la diferencia de creencias fue posible establecer puentes de comunicación y fraternidad basados en  la mutua comprensión, el respeto y una ética común de carácter universal.

Las visitas a las comunidades religiosas se consideraron un ejercicio académico pleno pues se siguieron  los pasos pro- puestos: preparación previa e indagación en fuentes de consulta especializadas, interacción con los diversos actores du- rante las visitas y valoración del ejercicio posterior a las visitas, especialmente a través de las evaluaciones.

La continua reflexión por parte del docente sobre las dificultades en el aula y el manejo didáctico y pedagógico de cada una de las sesiones permitió reelaborar los materiales, rediseñar algunas clases y administrar mejor el tiempo de enseñanza-aprendizaje de los estudiantes. Teniendo en cuenta lo anterior, se cumplieron las expectativas del programa de Diálogo Interreligioso hasta la fecha, ya que se procuró reforzar la importancia a nivel educativo de propiciar en los estudiantes la capacidad de ampliar los horizontes culturales, intelectuales y religiosos a través del uso y aplicación de los cuatro niveles operacionales propuestos por Lonergan (experimentar, comprender, juzgar y actuar) en el trabajo académico y en las visitas de campo programadas. Lo anterior propició que los estudiantes se convirtieran  en personas atentas a los datos de la experiencia, inteligentes para comprender y relacionar los datos, razonables para juzgar y responsables a la hora de emi- tir juicios y de actuar correctamente. Todo lo anterior destinado a responder a las necesidades de un mundo plural y globalizado desde la perspectiva metodológica, epistemológica, teológica y filosófica de Bernard Lonergan S.J. y a las orientaciones generales del Magisterio de la Iglesia sobre el diálogo con creyentes de otras tradiciones religiosas.

El Diálogo Interreligioso se convierte en un verdadero camino generador de nuevas y vitales perspectivas desde la escuela para la vida. Sus horizontes han ido más allá de una cátedra ordinaria, pues han permitido preparar a los estudiantes para un mundo cambiante y globalizado, donde tienen contacto permanente con personas de otras culturas y creencias religiosas. Ante las múltiples ofertas religiosas, es necesario que los educandos tengan un conocimiento teórico y práctico acerca de aquellas religiones que están en diálogo con la Iglesia. No es el objetivo alentar a los estudiantes a cambiar sus creencias religiosas ni su formación cultural y familiar, pero sí es urgente poder desarrollar un juicio crí- tico y un discernimiento que permita reafirmar lo bueno y positivo que ofrece la catolicidad y valorar aquellos elementos que otras religiones y, particularmente, las grandes religiones monoteístas les pueden aportar en la búsqueda de un mayor conocimiento de sí mismos, de su cultura, de sus raíces religiosas, de su vivencia de lo sagrado y, finalmente, de Dios, señor de todos los creyentes y razón primera y última del Diálogo Interreligioso.

Lista de referencias

Beck, Ulrich (2009). El Dios Personal.Ed. Paidós Ibérica S.A, pp. 50-56.
Küng, Hans (2008). Ética mundial en América Latina. Madrid: Ed. Trotta S.A,pp. 36-39.
Lonergan, Bernard (1999). Insight, Ed. Sígueme, Salamanca, España, pp. 365-382.
Lonergan, Bernard (2006). Método en Teología. Cuarta edición.Ed. Sígueme, Salamanca, España,pp. 103-143.
Lonergan, Bernard (1974). Second Collection. The Future of  Christianity. Darton, Longman & Todd. London, pp.149-163.
Orji, Cyril (2008). Ethnic and Religious Conflict in Africa. Milkaukee: Marquette UniversityPress, pp.211-218.
Pozo, Cándido et al.(2000). Comisión Teológica Internacional. Segunda edición. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, pp. 557-566.
 

Este documento fue tomado de www.revistaelastrolabio.com

Boletín de noticias
Registre su correo electrónico para recibir nuestras noticias.
Escrito por
Alianza Compartir - Gimnasio Campestre
Promedio: 4 (1 voto)
Estadísticas: .
Henry Alberto Berrio Zapata
Gran Maestro Premio Compartir 2007
Empaqué en el equipaje de viaje de los estudiantes la herramienta más importante para cualquier destino: los argumentos.