Usted está aquí
Una crítica a la historia de la ciencia como disciplina académica
Consideraciones sobre la historia de la ciencia en colombia
Autor
Juan Carlos Morales
Profesor de Ciencias Sociales
Correo: [email protected]
Resumen
La Historia de la Ciencia aparece como disciplina aca démica durante el siglo XX. Su propósito central es el de analizar el impacto social de la forma en la que se hace ciencia, partiendo del supuesto de que tal actividad no es neutra, y por tanto, no necesariamente conducealbeneficiogeneral.Losresultadosqueesta disciplina ha tenido en nuestro país son importantes, pero no logran ofrecer una perspectiva teórica que dé cuenta de las particularidades de nuestro contexto, quedándose en el diagnóstico de una serie de carac terísticasquedefinenlaprácticacientíficageneralen Colombia. En este trabajo se plantean críticas a los análisis más sobresalientes para proponer un enfoque teórico que pudiese ser más efectivo para establecer las características particulares de nuestras prácticas científicas,talescomolaimagenneutraldelaciencia tan persistente en nuestro contexto o la democrati zación de su práctica, y por ende, abrir campo a su transformación.
Introducción
Aunque en el siglo XX la ciencia dejó de ser la ins titución que descubría una verdad objetiva que se en contraba más allá de las discusiones o deseos humanos, para pasar a ser otra de las formas sociales bajo las cuales se produce conocimiento (relativo y falible) su papel en la construcción de los imaginarios que guían el deve nir social permanece into cado; la ausencia de otro aparato productor de senti do le haga competencia (o eventualmente la desplace como lo hizo la ciencia con la religión) obligó a trasla dar el análisis de la ciencia desde el cómo se descubre la verdad al problema de cuáles son los intereses que determinan y las consecuencias que tiene utilizar la ciencia para construir verdades. Diferentes perspectivas teóricas han aparecido para resolver este problema, pero entre todas ellas, la His toria de la Ciencia es el campo más fructífero para buscar respuestas.
Desde la década de 1930, comienzan a aparecer re flexiones importantes en este campo. Ludwig Fleck (1935) y John Desmond Bernal (1954) afirmaron, respectivamente,que los descubrimientos científicos se derivan de las condiciones sociales que los ayala como tales, y lo que empata con lo anterior: la organi zación social produce y es influida por una ciencia guiada por intereses particulares. Aunque se había puesto al descubierto que la ciencia no necesariamen te garantizaba el bienestar colectivo, y que por el con trario, mantenía abierta la posibilidad de utilizarla de acuerdo con intereses es pecíficos, los enfoques de Bernal y Fleck dieron luz a una serie de líneas de investigación que, apor tando al refinamiento de la ciencia más que a su abandono, han contribuido a plantear los riesgos que tiene el utilizarla para construir verdades.
En nuestro país, investiga dores como Diana Obre gón, Olga Restrepo, Mauricio Nieto y Alexis de Greiff, han estudiado los que procesos que, en términos del devenir cien tífico,han marcado la historia de nuestra nación. Sin embargo, no debe mos dejar de preguntarnos por la pertinencia de tales reflexiones; hacerlo, seria perder la profunda actitud crítica que sostiene a lacienciamisma.El objetivo que guía esta reflexión es el de establecer en qué medida, estos autores y autoras, logran plantear análisis coherentes con las características de nuestros procesos de producción de conocimiento. Realizar esto es indispensable si queremos develar las condiciones que impiden que la producción de conocimiento genere soluciones a nuestras necesidades, en vez de contribuir de forma inocua al ‘avance de la ciencia”.
Para hacer esto, presentaré las producciones teóri cas colombianas y luego las contrastaré contra las tendencias imperantes en la historia de la ciencia; así, estableceré en qué medida las producciones nacionales logran aprehender las particularidades de nuestro contexto, más que forzar modelos de análisis aencajarenél. De acuerdo con ello ,finalizaré esbozando algunas consideraciones en relación con el análisis de las prácticas científicas en nuestro país.
Las investigaciones nacionales
A fin de caracterizar las líneas teóricas que sustentan las reflexiones de las investigadoras e investigadores colombianos, expondré los procesos que nos presen tan como puente a la comprensión de la historia de nuestra nación en términos de su devenir científico.
Olga Restrepo centra su reflexión en la relación que existe entre el saber y el poder, es decir, en la relación que existe entre las formas en las que vemos y expli camos el mundo y las condiciones sociales que deter minan tales formas de verlo y explicarlo. Al conceptua lizar el descubrimiento como el conjunto de condicio nes sociales que permiten la creación de una verdad, concluye que no hay distinción efectiva entre lo social y lo natural, ya que tal separación es cambiante en el tiempo, al igual que cualquier otro producto cultural: “Y no se trata sólo de que los descubrimientos sean “hijos del tiempo’ en una sucesiva aproximación a la verdad y la correcta interpretación o descripción de la “naturaleza” o de la “sociedad”. Más bien resulta que aquello que sea considerado como la “naturaleza”, la “sociedad”, es un producto de nuestros procesos de producción de conocimiento.... Las ciencias naturales hablan (al menos) tanto de nosotros como de la “natu raleza”. (Restrepo, 2000, p. 209).
Por lo tanto, plantea el problema del conocimiento en términos sociales, renunciando así, a cualquier perspectiva que implique analizarlo por fuera del mar co de las relaciones que lo producen. Sin embargo, Restrepo va aún más allá, y adicionalmente afirma lo siguiente: “Una crítica de nuestra manera de ver la ciencia y el conocimiento científico en nuestro país, por supuesto, no se hace sin una visión política. Quie ro hacer explícitas una y otra, porque el problema del conocimiento y particularmente de las clasificaciones que aplicamos al mundo social son un problema polí tico. Somos actores involucrados activamente en un espacio de producción y consumo de clasificaciones, de representaciones que después se ponen en juego, cristalizadas endurecidas, en los espacios que transi tamos” (Restrepo, 2000, p. 198).
Restrepo ha creado un marco teórico que permite explicar nuestra práctica científica desde las categorías del poder y el conocimiento, asumiendo que la mutua interacción entre estas esferas, la de la política y la de la ciencia, es la que nos permite comprender las formas en las que hemos estado produciendo conocimiento en el país.
Mauricio Nieto analiza el periodo colonial para “dar una explicación de los mecanismos a través de los cuales se hace legítima una teoría o una innovación tecno lógica y de las enormes consecuencias de la ciencia”
(2002, p. 83). Sobre la interacción entre los saberes indígenas y la ciencia europea descubre lo siguiente: los exploradores no estaban en capacidad de probar las virtudes medicinales, culinarias o industriales de cada una de las especies americanas, y su primera fuente de información, no era, como repetidamente se afirma, la observación directa de la naturaleza. El conocimiento de las virtudes medicinales de las plantas americanas generalmente depende de tradicio nes locales” (Nieto, 2002).
Los españoles, después de haber traducido los sa beres indígenas al lenguaje de la ciencia (requisito indispensable para sacar provecho económico de ellos en Europa) alegaron que estos saberes sólo te nían por sustento creencias y supersticiones. Así, la imposición de la ciencia como única forma válida de relacionarse con el mundo, hizo parte de la estrate gia colonial para legitimar las visiones de mundo que ubicaban al europeo como “naturalmente avanzado”, y por ende, llamado a gobernar (Nieto, 2006).
En un trabajo posterior, Nieto analiza las relaciones entre el público y las principales esferas involucradas en el diseño de programas científicos. En este caso, establecerá la importancia que tienen las personas del común en el proceso de construcción del sistema científico de una sociedad, y porende, la necesidad de convertirlos en participantes activos de la construcción de tales sistemas (2002).
Según Diana Obregón (2002) las élites nacionalistas, entre 1880 y 1961, lograran consolidar su proyecto político al imponer la teoría de las razas inferiores para determinar el tratamiento de la lepra. La im plementación de esta teoría le facilitaba a las elites el control sobre la población, hecho que las lleva a “proclamarla” como científica, aunque ignorara la evidencia médica y las necesidades de los pacientes. En este sentido afirma: “Encuanto al problema de la relación entre ciencia y nacionalismo, es claro que los médicos colombianos de este periodo se encon traban construyendo una ciencia nacional. Sin em bargo, en el caso de las investigaciones sobre la le pra, esta ciencia nacional no siempre estuvo atenta a los intereses de los pacientes. Los médicos enfrentaron el problema de la lepra desde el punto de vista de sus intereses sociales y profesionales. El discurso nacionalista, que fue esgrimido en varias ocasiones en relación con la discusión sobre las estrategias para combatir la expansión de la enfermedad, sirvió mayoritariamente para justificar medidas represivas en contra de los pacientes” (2000: p. 152).
Obregón descubre la existencia de una multiplicidad de actores que compiten por convertir su visión sobre lalepra en científica por que ello les garantiza la consecución de sus intereses particulares. De acuerdo con esto, la ciencia es un escenario de competencia política en el que las luchas por el poder subordinan la búsqueda del conocimiento.
En el análisis de las prácticas científicas internacio nales en el paso del siglo XX al XXI, Alexis De Greiff concluye lo siguiente: “... de acuerdo con la eviden cia histórica, no son la disponibilidad de saber científico y la capacidad técnica las que rigen el desarrollo tecnológico, sino las decisiones de carácter administrativo enmarcadas dentro de un ámbito político.” (De Greiff: 1994, párrafo 13).
Bajo esta perspectiva, De Greiff ve nuestra práctica científica sujeta a las decisiones que sobre ciencia y tecnología se toman en los países industrializados del norte; estas decisiones no se dan en virtud del desarrollo universal de la ciencia, sino en pro de la solución de los problemas que estos países han prio rizado de acuerdo con sus objetivos y necesidades.
Desde la década de 1930 han aparecido varias es cuelas teóricas que buscan establecer una forma adecuada de hacer historía de la ciencia. Aquellas que más influencia han ejercido sobre las autoras y autores colombianos son las de París en cabeza de Bruno Latour y Michael Callon, y la de Edimbur go, integrada por Barry Barnes, David Bloor y Steve Shapin. Presentaré los postulados teóricos que estas escuelas utilizan con el fin de compararlos con los trabajos nacionales.
Bruno Latour (2001) sale del análisis sociológico clá sico la ciencia cuando deja de preocuparse por las relaciones entre actores y se centra en definir cuál es la red de actantes que permite la existencia de un hecho científico. Los actantes, nos dirá Latour, pueden ser personas, instituciones, instrumentos técnicos, es decir, todo participante, humano o no huma no, determinante en la aparición de tal hecho. Bajo tal perspectiva, Latour crea una red de actantes que utiliza para explicar el proceso cíentífico. Complementando lo anterior, Cailon (1995) afirmará que esa red se va produciendo mediante traducciones, o transfor maciones de entidades extrañas para la red, en actantes que entran a sostener la red misma.
Bloor (1998) Barnes (1986) y Shapin (2005) nos plan tean una serie de principios que, independientemente del caso de estudio que se investigue, permitirían una adecuada comprensión de los procesos sociales que lo sustentaron. El objetivo de tales principios es el de encontrar leyes que permitan establecer en qué forma interactúan los factores sociales con los factores cognitivos en la producción de verdades, científicas o no. En relación con esto, podemos afirmar que Restrepo utiliza la propuesta de Latour como perspectiva teóri ca.Ellaveelprocesocientíficocomolaexpansiónde una red, pero tal expansión se sustenta en el tamaño que la red ha ido cobrando más que en la discusión ló gico racional; si se quiere, la ciencia, al hacerse con el monopolio de la producción legítima de la verdad, evita que se le cuestione como práctica social, facilitando la imposición de sus productos, hecho que consolida y estabiliza las prácticas de dominación producto de las clasificaciones que elabo ra. “Si la ciencia es una forma de conocimiento ‘local’, situada en un contexto y un tiempo que una mirada sociológica exige especifi car claramente, se puede invertir la pregunta para indagar más bien cómo una actividad, una práctica y una cultura como ésta parece des prenderse de todo el ámbito de su producción local para atravesar no sólo el tiempo, en la metáfora de la ciencia como edificio en permanente construcción al cual se le van sumando paulatinamente, ladrillo tras ladrillo, nuevos pisos, nuevas estructuras, sino también el espacio, esto es, cómo amplían esos colectivos de pensamiento sus redes, de suerte que una vez extendido un estilo de pensamiento no hay forma de ver por fuera de él. La “trampa” o, digamos más bien, la seducción, consiste precisamente en que, al exten der sus redes, estos estilos de pensamiento y las ca jas negras que ellos construyen justifican el proceso como la “natural” difusión de ideas, teorías o datos que poseen una validez intrínseca y una superioridad que trasciende y explica el hecho mismo de su ex pansión. La situación es precisamente la inversa: lo que las valida es el proceso mismo de ampliar la red, así adquieren esa apariencia de consistencia y solidez que después les reconocemos como cualidad intrín seca” (2000: p. 211).
En el mismo sentido, Nieto establece la forma en la que la ciencia extendió su red sobre la América Colo nial como componente esencial de la estrategia políti ca de dominación del Imperio Español, utilizando adi cionalmente a CaIlon, para describir el proceso con creto a través del cual se produce tal extensión: “Traducir es desplazar, transferir, remover de una per sona lugar o condición a otro; es también expresar en nuestra propia lengua, en nuestros propios términos, lo que otro dice o hace. El resultado de este proceso, diría Callon, es una situación en la cual unas perso nas adquieren control sobre otras” 2000: p. 101).
Pero Nieto no deja su reflexión allí. La traslada al contexto actual y se pregunta por las formas en las que la práctica científica opera en las sociedades modernas; para hacer lo utiliza la perspectiva de Shapin cuando sostiene que “La ciencia al igual que el lenguaje, sólo son posibles como procesos colectivos” (2002: p. 82). Nieto utiliza esta perspectiva con el fin de establecer que más allá de la forma en la que la ciencia opere como práctica intelectual, su legitimación como práctica social sólo se conseguirá vinculando al mayor número de actores posibles, es decir, democratizándola. Aunque el análisis que hace Obregón en torno a la lepra también la lleva a referirse al proceso científico como la exten sión de una red, lo que realza es la noción de centro decálculo.Latourdefineelcentrodecálculocomoel espacio en el que la acumulación de actantes (cien tíficos,información,teorías,intereseseinstituciones entre otros) permite que se establezca el centro de la red, centro contra el cual los elementos externos a ella serán comparados para ser resignificados y transformados en parte de ella (1992). Bajo tal pers pectiva, Obregón evidencia que, aunque la lepra era un problema periférico, el centro de su red se ubica en Europa, único lugar en el que la percepción de la lepra (un problema de razas inferiores) podría ser reformulada: “El congreso de Berlín fue el escenario en el cual fueron examinados en conjunto los experi mentos de solitarios investigadores y de médicos de las posesiones coloniales europeas. Éste fue un mo mento de acumulación en cuanto al conocimiento de la lepra y Berlín se convirtió en un centro científico en el cual se unificarían los diversos puntos devista sobre la etiología de la lepra. ... En las conclusiones de este congreso se lee: ... ‘la teoría de la herencia de la lepra ha mostrado en mayor grado haber perdido fun damento en comparación con la ahora generalmente aceptada teoría de su contagiosidad’. ... La profesión médica colombiana, con el respaldo de esa comunidad internacional, propaga en Colombia los saberes científicos oficiales y por definición excluye otros saberes.” (2000: p. 272 273).
La evidencia de los médicos colombianos no tuvo va lidez hasta que no fue trasladada al centro, aceptada por él, y llevada de vuelta a los extremos de la red; de la misma forma en la que las élites legitimaron su visión y tratamiento de la lepra al indicar que estos estaban de acuerdo con los postulados europeos so bre la misma, un cambio en la perspectiva del centro de cálculo reivindicó la posición médica.
Finalmente,De Greiff utiliza de forma combinada los análisis de las escuelas de Edimburgo y París para desmitificar la práctica científica. Retomando los postulados de Bloor, Barnes y Shapin afirmará que a la ciencia no se le puede otorgar un lugar y momento de origen para intentar convertirla en propiedad intelectual y característica social de un grupo cultural en particular, o dicho de forma explícita, la ciencia no es exclusiva de la modernidad europea, es producto de las interacciones entre condiciones sociales y prácti cas cognitivas. Por otra parte, haciendo referencia a la Escuela de Paris, De greiff argumentará que la ciencia no funciona gracias a la existencia de una dimenSión metafísica universal en virtud de la cual los científicos de todas las partes del mundo puedan “hablar el mismo lenguaje”. Por el contrario, concluirá lo siguiente: “... los contextos no imponen restriccio nes, y el planteamiento del problema en estos términos es antihistórico. La ciencia, como práctica social y como corpus de conocimiento es un producto de culturas locales no sólo para el caso del Tercer Mundo, sino también para instituciones como Harvard, Stanford o Cambridge” (2002: p. 119 120).
Consideraciones sobre la Historia de la Ciencia en Colombia
De acuerdo con lo anterior: (i) los planeamientos generales de la historia de la ciencia nos permiten afirmar que la producción de conocimiento en el país ha estado determinada por las condiciones sociales y ligada a los intereses particulares de los actores invo lucrados en ella; (u) la constitución de redes que funcionan en virtud de un centro que traduce e invisibiliza otros saberes en pro de su propio fortalecimiento (Escuela de París) y la interacción entre los factores sociales y cognitivos que guían la construcción de soluciones científicas a problemas concretos (Escue la de Edimburgo), son perspectivas teóricas que nos permiten comprender las prácticas científicas, pero, adicionalmente, establecer que estas no funcionan en favor del avance social de nuestro país.
Podemos concluir que estas constataciones son fun damentales para la comprensión de las prácticas científicas de nuestro país, pero no logran superar el simple diagnóstico de nuestra situación. Restrepo plantea el problema de la historia de la ciencia desde el análisis de las relaciones entre el poder y el saber, relacionesqueproducenclasificacionesquedetermi nan, entre otras cosas, qué puede ser considerado un avance científico y qué no. Sin embargo, Restrepo no logra establecer cuál es la relación entre el poder y el saber que permite qué la ciencia siga siendo con siderada una empresa legítima aún cuando sus pro ductos no se vean traducidos en un incremento del bienestar colectivo. Nieto, en su estudio del período colonial, evidencia que la imposición de formas de producción de conocimiento iba ligada al sostenimien to de los gobiernos del momento; esto nos permite comprender por qué considera que, en aras de evitar una situación de dominación como esa en el presen te, sea prudente democratizar la práctica científica. La democratización de la ciencia podría ser una res puesta al interrogante que Restrepo deja suelto, pero al plantear la democratización como respuesta, Nieto está asumiendo de entrada que nuestro sistema de mocrático funciona de forma ideal, hecho que Obre gón, mediante el caso de la lepra, ya ha demostrado que es falso.
Cuando Obregón nos muestra la forma en la que la ciencia se utilizó para ir consolidando proyectos polí ticos y profesionales en el paso del siglo XIX al XX, pone en evidencia que el estar en posición de establecer qué es científico y qué no lo es, confiere poder, y tal hecho es considerado por ella como determinan te en la forma en la que tejen las relaciones en torno a la actividad científica. De Greiff sigue la misma línea y extiende tal tejido de relaciones al panorama internacional, evidenciando que las relaciones científica sin ternacionales operan en función del beneficio material e inmaterial de los países industrializados del norte. De acuerdo con ellos, las prácticas científicas están determinadas por dos tipos de centros: los nacionales, cuya función es la defiltrar el ingreso de actores, más que al escenario científico, aun escenario político de control sobre la verdad, y los internacionales, encar gados de establecer cuáles son las prioridades de la práctica científica de acuerdo con sus intereses.
Así, tomadas en conjunto, estas reflexiones logran esclarecer las formas en las que se desarrolla la práctica científica, pero no lo gran detectar ni proponer miradas teóricas que puedan revertir tal situación. En primer lugar, desde el plano netamente teórico, habría que preguntarse por otras esferas, diferentes a la de la po lítica,determinantesenlaactividadcientífica,comolo pueden ser la esfera cultural o la de la comunicación. Estas esferas contribuyen enormemente a la difusión de la imagen que se tiene de la ciencia; si tal imagen sigue siendo la de una ciencia neutra, difícilmente se logrará que la sociedad la cuestione, inmovilizando las formas en las que se practica e impidiendo su trans formación con miras a la solución de las necesidades colectivas. Por otra parte, el escenario institucional no es el único camino para “democratizar” las prácticas científicas. Dado que la producción de conocimiento ha sido definida como una actividad eminentemente colectiva, sólo requiere de la participación de indivi duos en la detección y solución de problemas; más que delegar la responsabilidad de la producción de conocimiento a las esferas institucionales, lo que desde tal esfera podría hacerse es abrir escenarios en los que los miembros de diferentes comunidades utilicen sus experiencias para la detección y prioriza ción de los problemas que los aquejan, buscando la producción de conocimiento como forma de solucio narlos. Bajo tal perspectiva, la legitimidad que cobran las prácticas científicas podría comenzar a revertir la presión que se ejerce desde centros exógenos, y promoverla construcción de nuevos centros, coherentes con las expectativas y necesidades endógenas.
Lo anterior, más que un programa de desarrollo cien tífico,debeentendersecomoguíaparabuscarexpe riencias que nos hablen de los procesos que han revertido la tendencia general de las prácticas científicas en el país. Estas podrían ser muy variadas, pero esta blecer las características que comparten es de suma utilidad; así como los trabajos que se han presentado son pertinentes porque exponen los procesos que impiden que la práctica científica en nuestro país tenga un impacto decisivo en el bienestar colectivo, descu brir las características comunes de los procesos parti culares que revierten la tendencia general daría luces sobre las formas concretas en las que tales prácticas podrían ser transformadas.
Bibliografía
Barnes, B., 1986.1. 5. Kuhnylas ciencias sociales. Fondo de Cultura Económica. México.
Bloor, D., 1998. Conocimiento e imaginario social. Editorial Gedisa. Barcelona.
Callon, M., 1995. Cienciometría: la medición de la actividad científica, de la bibliometria a la vigilancia tecnológica. Ediciones Trea. España.
De Greiff, A., Nieto M., 2005. Anotaciones para una agenda de investi- gación sobre las relaciones tecno-científicas Sur-Norte”, Revista de Estu-dios Sociales. Colombia. No. 22, pp. 59-69.
2002. Lo local y lo global: ¿Cuál comunidad científica internacional?, Revista Trans, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Vol. 2, pp. 118-133.
1996. Indicadores de Ciencia y Tecnología y los Estudios Sociales de la Ciencia en Colombia, en Olga Restrepo y Jorge Charúm (Eds.), Memorias del Primer Coloquio sobre Ciencia, tecnología y Cultura. Bogotá: Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Colec- ción Memorias No. 6, pp. 183-195.
1994. Toma de decisiones en ciencia y tecnología, [Versión Electróni- ca, recuperada el 17 de Noviembre de 2007] Colombia Internacional, No. 26, Abril-Junio.
Fleck, L., 1986. La génesis y el desarrollo de un hecho científico: introducción a la teoría del estilo de pensamiento y del colectivo de pensamiento. Alianza Editorial. Madrid.
Kuhn, 1., 2000. La estructura de las revoluciones científicas. Fondo de Cultura Económica. Bogotá.
Latour, B., 2001. La esperanza de Pandora: ensayos sobre la realidad de los estudios de la ciencia. Editorial Gedisa
1995. La vida en el laboratorio: La construcción de los hechos científicos. Alianza Universidad
1992. Ciencia en Acción. Cómo seguir a los científicos e ingenieros a través de la sociedad. Editorial Labor. Barcelona.
Nieto, M., 2006. Remedios para el Imperio: historia natural y la apropiación del nuevo mundo. Bogotá. Universidad de los Andes.
2002. El Público y las políticas de Ciencia y Tecnología. Interciencia, Vol. 27, No. 2, p. 80-83,
2000. Remedios para ci imperio: de las creencias locales al conocimiento ilustrado en la botánica del siglo XVIII. En: Diana Obregón (Ed.) Culturas científicas y saberes locales. Bogotá. pp.89-102.
1996 ¿De quién es la ciencia? Género y Raza en la Historia de la Ciencia. En: Olga Restrepo (Ed.). Memorias del Coloquio: Estudios sobre Ciencia, Tecnología y Cultura. Bogotá. p. 57-73. Obregón, D. 2002. Batallas contra la lepra: Estado, medicina y ciencia en Colombia. Fondo Editorial EAFIT Medellín.
2000. Culturas científicas y saberes locales: asimilación, hibridación, resistencia. Bogotá. Universidad Nacional de Colombia.
1988. El sentimiento de nación en la literatura médica y naturalista de finales del siglo XIX. Anuario colombiano de historia social y de la cultura. No. 16-17. pp. 141-161. Bogotá.
Restrepo, 0., 2000. La sociología del conocimiento científico o de cómo huir de la “recepción” y salir de la “periferia”. En: Diana Obregón (Ed.) Culturas científicas y saberes locales. Santa Fe de Bogotá. Universidad Nacional de Colombia. pp. 197-220.
1999. Víctor Manuel Patiño. Pionero de la Historia Científica. Credencial Historia. No. 115. p. 11.
1996. Fraude y reparación en la Academia -Sobre la moral del científico y otros discursos- En: Olga Restrepo Forero y Jorge Charum (Eds.) Memorias del Primer Coloquio sobre Ciencia, Tecnología y Cultura. Bogotá. Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Natu- rales. pp. 1-16.
1995. Una mirada pionera a la representación en la ciencia. Cuadernos del Seminario. Programa Universitario de Investigación en Ciencia, Tecnología y Cultura. Bogotá. No 1. pp. 30-40.
Shapin, 5., y Schaffer, 5. 2005. El Leviathan y la bomba de vacío: Hobbes, Boyle y la vida experimental. Universidad Nacional de Quilmas. Buenos Aires.
Este documento fue tomado de www.revistaelastrolabio.com
- 1810 lecturas