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¿Cirbe la horthograpía?
Gabriel García Márquez originó una gran polémica cuando sugirió a la audiencia: “simplifiquemos la gramática antes de que la gramática termine por simplificarnos a nosotros”.
A partir del siglo XVIII la Real Academia de la Lengua sienta las bases, criterios, y formas en las que las palabras se escriben con el propósito de unificar la escritura para facilitar el modo de entendernos.
La ortografía como ese conjunto de reglas y convenciones que rigen la escritura ha protagonizado varios debates desde tiempos de Andrés Bello (Chile), hasta nuestros días con Gabriel García Márquez en los que se discute la conveniencia o inconveniencia de una reforma ortográfica.
En el sistema escolar este no es un tema menor en la medida que ésta se enseña, se ejercita y se evalúa; sin embargo, por los malos resultados que muestran los estudiantes, pareciera que su enseñanza es una pérdida de tiempo en la escuela.
No se puede negar que la ortografía es muy importante socialmente, una mala ortografía puede ser razón suficiente para perder una entrevista de trabajo; pero tal y como están las cosas, que no mejoran en éste aspecto, ¿podría simplificarse la ortografía? ¿Sobre todo allí donde siempre hay problemas? eliminar aquellas letras que suenan igual o que no suenan: h (muda), g - j, v –b. Esta de hecho es una tarea para los lingüistas y expertos en letras.
“Si un chico no escribe porque tiene miedo de cometer un error de ortografía, yo prefiero distenderlo y que escriba porque además sé que hoy día hay otros recursos para controlar la ortografía que, eventualmente cuando ese chico crezca tendrán una disponibilidad mayor. Y eso a pesar de que a mí me molestan los textos con errores de ortografía”. (Emilia Ferreiro).
Sobre este asunto indicaba García Márquez: “Dije que la gramática debería simplificarse, y este verbo, según el Diccionario de la Academia, significa 'hacer más sencilla, más fácil o menos complicada una cosa'. Pasando por alto el hecho de que esa definición dice tres veces lo mismo, es muy distinto lo que dije que lo que dicen que dije. También dije que humanicemos las leyes de la gramática. Y humanizar, según el mismo diccionario, tiene dos acepciones. La primera: 'hacer a alguien o algo humano, familiar o afable'. La segunda, en pronominal: 'Ablandarse, desenojarse, hacerse benigno'. ¿Dónde está el pecado?”.
Pero lo que se quiere puntualizar acá es que posiblemente hay una valoración desmesurada de lo que revela una mala ortografía; no muestra qué tan bien escribe y se expresa una persona, que tan rico es su vocabulario, su destreza para ordenar las palabras y estructurar un texto, aquí pareciera que la ortografía no tiene nada para decir y sin embargo sus errores podrían ser aún más graves, que una mala puntuación.
Emilia Ferreiro una argentina que revolucionó la lectoescritura dice “No es un pecado capital cometer un error de ortografía”, asegura que los niños se dan cuenta rápidamente del valor que tiene la escritura para interactuar con el entorno y habla de la importancia que los estudiantes se hagan cargo de sus propios textos, que sean responsables como autores. Esto requiere, dice la autora, de un trabajo por parte del docente que consiste en entregar al autor-estudiante el rol de corrector para no impedir ciertos aprendizajes esenciales de la lengua dentro de los que podría estar la ortografía.
“La maestra puede crear una situación de revisión colectiva donde elige algún texto, generalmente de alguien que no sea ni el mejor ni el peor de la clase pero que sepa defender su texto frente a otro, entonces se discute si se entiende o no, si se puede decir así, si se podría decir mejor y eso funciona un poco como modelo de qué es lo que hay que mirar y después se forman grupos donde dos o tres chicos se intercambian los textos, opinan pero dejando siempre al autor el derecho de incorporar o no revisiones. Hay muchas cosas que son propias de la revisión, por ejemplo, la puntuación aparece mucho más fácilmente en la revisión que en la producción. Ciertas reflexiones ortográficas también. En el momento de la producción están centrados en qué quieren decir. La revisión es el momento para revisar la forma”.
La escuela no puede seguir formando estudiantes que a través de un dictado ve cómo está su ortografía. Hoy en día Internet, el procesador de textos, el corrector ortográfico se ocupa de estas cosas, así que la escuela tendría que aprender a usar inteligentemente estas herramientas.
El papel fundamental de la educación sigue siendo el que el estudiante logre expresar bien las intenciones comunicativas; los aspectos formales de la escritura, como la ortografía, por supuesto que hay que saber utilizarlos pero seguramente no hay que ponerlos por delante.
Cierro con esta reflexión de Emilia Ferreiro “Si un chico no escribe porque tiene miedo de cometer un error de ortografía, yo prefiero distenderlo y que escriba porque además sé que hoy día hay otros recursos para controlar la ortografía que, eventualmente cuando ese chico crezca tendrán una disponibilidad mayor. Y eso a pesar de que a mí me molestan los textos con errores de ortografía”.
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