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Cultura y lenguaje escolar
La educación debe ser el foro principal para realizar la función de renegociar la cultura con la participación activa de sus integrantes.
Se dice que la educación debe estar a tono con los cambios sociales y culturales, pero lo anterior parece no ser suficiente, ya que la escuela no sólo debe afrontar los cambios, si no que debe contribuir a transformar la cultura, lo que implica preparar a los estudiantes de una manera distinta a la simple adquisición de conocimientos.
Una manera de hacerlo es cambiando el lenguaje de la educación, como lo señala Jerome Bruner. Para él, el lenguaje de la educación está en crisis porque no permite a los estudiantes comprender los cambios sociales que ocurren de manera rápida en el mundo y cuya configuración futura no podemos prever. Su pronóstico es que las nuevas generaciones no se prepararán adecuadamente si no modificamos el lenguaje de la educación.
De acuerdo con lo anterior, debemos preguntarnos ¿cómo hacerlo? Al respecto Bruner nos da una pauta y afirma que el lenguaje nunca puede ser neutral, sino que por el contrario debe servir para imponer un punto de vista sobre el mundo al cual se refiere. La realidad social es casi siempre producto del uso lingüístico representado en el habla y por ello la escuela tiene que ayudar a crear esa realidad social cambiando su lenguaje.
Realidad social no es más que aquello sobre lo cual podemos ponernos de acuerdo o no, por ejemplo: la democracia o la igualdad, y la escuela debe permitir el acto de discutir y negociar sobre el significado de estos conceptos.
Lo que entiende Bruner por realidad social no es más que aquello sobre lo cual podemos ponernos de acuerdo o no. Por ejemplo: la democracia o la igualdad, y la escuela debe permitir el acto de discutir y negociar sobre el significado de estos conceptos, ya que para él toda cultura sé está recreando constantemente al ser interpretada y renegociada por sus integrantes, por eso la educación debe ser el foro principal para realizar la función de renegociar la cultura con la participación activa de sus miembros.
Para Bruner la función del lenguaje es crear la cultura, que en últimas es el objeto de la enseñanza. No se puede enseñar sin transmitir una actitud hacia la naturaleza y hacia el uso de la mente, por eso nos recomienda construir el self (yo mismo), el cual definen Clifford Geetz, Michelle Rosaldo y Bruner, como el texto acerca de cómo estamos situados respecto a los demás y hacia el mundo.
Otros como Kohlberg, van más lejos y establecen que no solamente se debe modificar el lenguaje de la educación si no que además se debe incidir en los valores morales del estudiante. Herbart, por ejemplo, parte de la base que los estudiantes tienen una inclinación hacia el mal y la educación puede conducirlos a la moralidad, que en últimas es el fin de aquella.
Como vemos, parece ser que al cambiar el lenguaje de la educación e incidir en los valores morales de los estudiantes, podemos transformar toda una sociedad y por ende su cultura, para que en un futuro esa nueva generación pueda vivir en una sociedad más justa.
Se dice que el niño empieza a conocer la cultura a través de la educación y para prepararlo para la vida debe participar de la negociación y la recreación de los significados. Es por esto que las tradiciones pedagógicas basadas en la autoridad o donde sólo se transmiten conocimientos ya no sirven. Por fortuna, las últimas teorías pedagógicas se han centrado en el niño y sus necesidades como educando autónomo.
Libros de referencia:
- Idep, (1999), Biblioteca Pedagógica de Bolsillo, Tomo 2, Alcaldía Mayor de Bogotá.
- Luzuriaga, Lorenzo (1951), Historia de la educación y pedagogía, Editorial Losada, Buenos Aires, Argentina.
- Artículo de Jerome Bruner. Realidad mental y mundos posibles. Los actos de la imaginación que dan sentido a la experiencia. “El lenguaje de la educación”. Páginas 127 – 137.
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