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Los padres de familia también necesitan formación
Si queremos mejorar las oportunidades de éxito para los niños, una de las palancas más poderosas para el cambio son las actitudes, creencias y comportamientos de los adultos que los rodean.
En el año de 1986, en algunos de los barrios más pobres de la ciudad de Kingston, capital de Jamaica, un equipo de investigadores de la Universidad de las Indias Occidentales realizó un experimento que influyó demasiado para cambiar las ideas sobre cómo ayudar a que los niños prosperen, sobre todo a los que viven en extrema pobreza. Su mensaje clave: ayudemos a los menores ofreciéndole apoyo y una guía a sus padres.
En ese entonces, los investigadores dividieron en grupos a las familias de 129 bebés y niños menores de 9 años. El primer grupo recibió, una vez por semana, visitas en casa que duraban 1 hora por parte de un investigador capacitado que, además de alentar a los padres de familia a pasar más tiempo, les explicaba la importancia de jugar activamente con sus hijos, es decir, leer libros ilustrados, cantar y jugar al escondite.
Un segundo grupo de niños recibió un kilogramo de un suplemento alimenticio lácteo una cada 7 días y el grupo de referencia no recibió nada. Las intervenciones terminaron al cabo de 2 años, pero los investigadores monitorearon a los niños desde entonces.
La intervención que marcó una gran diferencia en la vida de los niños, como se pudo comprobar, no fue la nutrición adicional sino alentar a los padres para que jugaran. Los niños cuyos padres recibieron consejos de cómo jugar más con ellos tuvieron mejores resultados, a lo largo de su infancia, en pruebas de coeficiente intelectual, comportamiento agresivo y autocontrol.
En la actualidad, ya como adultos, perciben un salario anual 25 % mayor en promedio que aquellos cuyos padres no recibieron visitas a domicilio. El experimento de Jamaica ayuda a defender la propuesta de: si queremos mejorar las oportunidades de éxito para los niños, una de las palancas más poderosas para el cambio son las actitudes, creencias y comportamientos de los adultos que los rodean.
Entonces, y a fin de cuentas, la noticia positiva es que para ayudar a que los niños que viven en pobreza prosperen, la mejor estrategia, para la sociedad y los gobiernos, puede ser ayudar a los adultos que los rodean.
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