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¿Por qué no queremos hablar con nuestros vecinos?

Hablar una lengua común siempre ha sido muy útil para comunicarnos con la gente a nuestro alrededor. Por eso llama tanto la atención que en un país como Colombia sea poco común hablar del bilingüismo en función del portugués, siendo país limítrofe con Brasil.

Febrero 3, 2015

Entonces la pregunta podría ser más bien ¿por qué vale la pena hablar con nuestros vecinos brasileños? Si por nada más, porque están cerca, el idioma es similar y compartimos lazos culturales. Pero el hecho de que el resto del mundo esté interesado en conversar con ellos debería, al menos, despertar nuestra curiosidad.

Con más de 200 millones de habitantes, Brasil es el país más poblado de América Latina, muy por encima del segundo que es México con 120 millones. Es tan importante en la economía mundial que existe una sigla (BRICS) que lo agrupa con otros gigantes como lo son Rusia, India, China y Sudáfrica por su potencial como mercados emergentes. En el mundo el 40% de las personas hablan mandarín, español, inglés, hindi, árabe o portugués.

Más allá del tamaño, que de por sí lo hace atractivo, Brasil comparte con Colombia uno de los ecosistemas más importantes del globo. El Amazonas, que se nutre de ríos colombianos, es considerado el pulmón del planeta y las decisiones que se tomen para protegerlo nos conciernen a todos. Por otro lado, la cultura brasilera tiene la peculiaridad de ser lo suficientemente parecida a la colombiana para que no nos sea ajena y lo suficientemente diferente para que nos aporte variedad. Contrario a las fronteras con Panamá, Ecuador o Venezuela donde se funden las costumbres compartidas más allá de tierras fronterizas, tal vez por la misma diferencia de origen que terminó en dos idiomas, la cultura brasileña nos enriquece de otra forma. Una cosa es escuchar bossa nova en la radio y otra completamente diferente participar de la experiencia de hacer música con mil personas en una escuela de samba.

Con avances en traducción automatizada y empresas que ofrecen de forma gratuita traducción de sitios web y hasta de videoconferencias en tiempo real, con aplicaciones móviles que pronuncian frases por nosotros en otro idioma justo en el momento en que las necesitamos, muchos se preguntarán cuál es el sentido de aprender, no solo portugués sino cualquier otro idioma.

La experiencia de trabajar con gente de muchos países que hablan diversidad de lenguas me ha confirmado lo que intuitivamente presentía. No hay traducción perfecta y sin ella, siempre se perderá algo en la comunicación. Esto sucede en parte porque los idiomas son mucho más que palabras distintas con equivalentes en los otros. El lenguaje está estrechamente relacionado con nuestra percepción del mundo y cuando aprendemos una segunda lengua se nos abren las puertas a esa forma alterna de relacionarnos con los demás y con el entorno. Por ejemplo, la saudade que se traduce como nostalgia, tiene otro sentido para el que entiende portugués.

En educación reconocemos la diferencia entre lo que nos aporta una fuente primaria de una secundaria. Entonces ¿por qué privarnos de tener como fuente primaria a Paulo Freire, uno de los educadores más influyentes de Latinoamérica? ¿Por qué nos enteramos más rápido de noticias lejanas triviales que de la fusión de dos empresas brasileras que convierte a una de ellas (Kroton) en la empresa de educación más grande del mundo[1]? ¿Por qué no aprovechar multitud de recursos educativos abiertos producidos en Brasil como los del Centro de Referências em Educação Integral[2]? ¿Por qué desconocer el trabajo de investigadores de larga trayectoria como Lea da Cruz Fagundes y sus publicaciones en dominio público[3] cuyo único “defecto" son estar en portugués?

Si todo esto suena convincente pero está latente la pregunta ¿y qué hacer con el inglés? Mi respuesta es que no hay que escoger el uno o el otro. No cuestiono los beneficios de aprender inglés. A pesar de haber más individuos que tienen el mandarín como lengua materna, el inglés es el idioma universal por excelencia por ser hablado en más países alrededor del mundo, por haber sido adoptado como segundo idioma por gente con lenguas maternas tan disímiles como el árabe, el hindi, el japonés y el alemán y por haberse convertido en el estándar en muchos campos como el de las publicaciones científicas, las organizaciones internacionales y los sitios web, por citar algunos ejemplos.

Sostengo que no hay que escoger porque el portugués y el inglés cumplen propósitos distintos y tienen exigencias diferentes. Nuestro maleable cerebro viene listo para absorber más de un idioma y quienes se ven expuestos desde niños tienden a ser multilingües sin mayor esfuerzo, como sucede en países como Suiza y Sudáfrica, donde varios lenguajes conviven y la gente los aprende hasta sin proponérselo.

Si no nos separara una región inhóspita y las grandes urbes de Colombia y Brasil estuvieran más cerca, muchas más personas hablarían español y portugués. No por esa distancia física dejamos de ser hermanos continentales y no por querer entendernos con el resto del planeta debemos sacrificar la comunicación con nuestros propios vecinos.[1] 

 

 

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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Sandra Cecilia Suárez García
Gran Maestra Premio Compartir 2013
El cuerpo habla y la danza puede ser el camino para la exploración del ser y el medio para liberar las palabras que se encuentran encadenadas.