Tenemos un currículo que no está pensando el posconflicto y cuya respuesta, del Ministerio de Educación, es un decreto que obliga a los colegios del país a crear la llamada “Cátedra de la Paz”.
Mal hace el gobierno en intentar imponer la paz como un golpe de opinión y en pensar que la imagen negativa del proceso es un problema de comunicación.
Con estas aplicaciones los estudiantes podrán sacar el lado más creativo a la hora de desarrollar una historia tanto en la Institución Educativa como fuera de ella.
Logré vincular el aula y la comunidad rural a través de expediciones que marchaban tras la huella de la cultura local en tertulias de lectura que se convirtieron en lugares de encuentro entre los padres, los hijos, los textos y la escuela.
Muchos piensan que el tiempo de un profesor es insuficiente para el desarrollo de dichos quehaceres, pero es preciso recordarles que los minutos no se acaban con el horario institucional.