Sin menospreciar la experiencia de la virtualidad y las enormes bondades de las tecnologías digitales, éstas jamás reemplazan el lugar de la escuela en su componente relacional y como un segundo hogar.
Ir a la escuela es decidirse a tomar el mundo en nuestras manos, es tomar el reto de ser parte de una escritura conjunta que nunca termina, es sentirnos placenteros navegantes del lenguaje.
Es necesario que la escuela plantee oportunidades para abordar esta problemática como apertura al cambio de mirada que se tiene en las relaciones del ser humano con el medio ambiente.