En la formación de maestros damos acento al saber-saber y saber-hacer y no tanto al Ser, a lo fundante, a la docencia como proyecto de vida. En la Universidad la Gran Colombia lo llaman Ética liberadora.
Logré vincular el aula y la comunidad rural a través de expediciones que marchaban tras la huella de la cultura local en tertulias de lectura que se convirtieron en lugares de encuentro entre los padres, los hijos, los textos y la escuela.
Una reflexión planteada al artículo ‘Los deseos y frustraciones escolares en la participación ciudadana’ publicado en coautoría con Xosé Manuel Souto y Alba Jiménez.