Su visibilidad da a la sociedad la oportunidad de reflexionar para reconocer que estos tabúes y prohibiciones relacionados con la sexualidad, solo nos han conducido a la violencia.
Siendo docente de biología, me tocó debutar como catedrático de educación sexual y no se hicieron esperar las preguntas de los alumnos, que aunque malintencionadas a veces, son el verdadero crisol donde nos hemos forjado los discípulos de Rousseau y Montessori.
Me preocupa que algunos crean que para enseñar y hablar de sexualidad hay que ir a prostíbulos o que para hablar de paz, toque golpear o matar a alguien para después hablar de perdón.
La escuela que queremos y que soñamos debe estar pintada de blanco, de negro, de artista, de mulato, de campesino, de grafitero, de rico y de pobre. Una escuela diversa y universal.
Niños y jóvenes se encuentran expuestos a una sociedad hipersexualizada, sin saber muy bien de qué se trata exactamente el sexo y cuáles son sus consecuencias.
El debate de si debe existir o no una cátedra sexual deja por fuera otros aspectos que afectan la problemática creciente del embarazo adolescente del país.