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Así comienza mi historia docente

La experiencia de una educadora que, paso a paso y año tras año, formó su perfil profesional dejando huella en sus estudiantes.

Abril 20, 2018

Inicia cuando, bendecida por Dios, se me presentó la oportunidad de trabajar en un colegio pequeño como maestra de preescolar sin haber estudiado para ello. Me pusieron a prueba y no me garantizaron el empleo. Me asignaron los niños más pequeños en ese entonces grado pre-kínder.

El primer día fue muy difícil: niños pequeños que lloraban y preguntaban por su mamá, decían que se querían ir para su casa…. ¡Oh Dios! No sabía qué hacer. Sin embargo, me llené de paciencia, empecé a cantarles canciones infantiles que había aprendido gracias a mis dos hermanas pequeñas que estudiaban también en el grado kínder y primero de primaria.

Una de las cosas que me favoreció fue utilizar mucho mi expresión corporal: gestos, mímicas y hasta monerías. Tratarlos con cariño, consentirlos y hasta darles de comer para que no regresaran a casa con los alimentos que llevaban en su lonchera.

Fueron dos semanas agotadoras. Me guiaba por las actividades que les hacían a mis hermanas y, sin darme cuenta, demostré mis capacidades como educadora y me contrataron. Los niños se adaptaron rápido a mí y viceversa. Poco a poco me fui encariñando no solo con los niños sino con lo que hacía.

Después de 6 meses de esa experiencia descubrí que esa era mi vocación. Entonces, decidí prepararme profesionalmente como educadora en el nivel de preescolar. Mi carrera la inicié en la universidad de San Buenaventura. De 6 a 10 de la noche tuve que hacer bastantes sacrificios para poder cumplir, tanto en el trabajo como en la universidad.

A los 3 años de estar estudiando me salió una nueva oportunidad: trabajar en un jardín infantil llamado Jardín Campestre el Sapito Pito. Allí me permitieron realizar mis prácticas pedagógicas y fue así como culmine con éxito mi carrera profesional recibiendo el título de Licenciada en Educación Preescolar.

No dejo de darle gracias a Dios porque recién graduada presenté una prueba bastante complicada para trabajar en el colegio Gimnasio Académico Regional. Allí educan niños desde preescolar hasta grado 11. Pasé las pruebas y la entrevista. Trabajé durante 8 años consecutivos las dos jornadas. Viví bonitas y grandes experiencias con mis colegas y estudiantes. Seguí creciendo como educadora. De este colegio recordaré la diversidad e iniciativa en donde la mayoría de docentes nos caracterizamos por tener sentido de pertenencia. 

En el año 2002 nació mi hijo y decidí, junto con mi esposo, trabajar el siguiente año sólo media jornada para dedicarle tiempo.

Regresé a golpear puertas al jardín Campestre el Sapito pito, volví allí porque sentí siempre libertad y seguridad, y porque la jornada laboral me convenía para estar con mi hijo. Me recibieron amablemente y trabajé durante 4 años.

En el 2007 sentí que debía buscar nuevos rumbos. Entonces me acerqué a pedir empleo en el colegio Liceo Globerth Mixto, en donde inicié mis estudios en el grado kínder y la básica primaria. Allí también me abrieron las puertas y curiosamente me encontré con maestras que me habían dado clase. Trabajé durante 10 años. De este colegio agradezco la confianza  que me dieron y la lealtad que les debo.

Actualmente estoy en la Institución Educativa Compartir Suba. Con este año ya llevo dos laborando en este colegio y destaco que unos de los valores como institución es la autonomía que se nos da a los docentes para realizar nuestra labor, la sana convivencia entre colegas, la colaboración que existe para sacar adelante nuestros proyectos y el apoyo incondicional de nuestros jefes.

En cada una de estas instituciones educativas he tenido más experiencias positivas que negativas, experiencias maravillosas que me han hecho crecer como persona y como maestra.

Hoy me pregunto: ¿Por qué decidí estudiar esta carrera?, ¿por qué sigo en esta labor si es exigente y agotadora? Pues, queridos lectores, hay una única razón: soy feliz, disfruto mi labor y cada una de las experiencias vividas en mi quehacer pedagógico. He tenido la satisfacción de saber y sentir que he dejado huellas positivas no en todos los estudiantes, pero sí en la gran mayoría.

Ahora, ¿quieren saber por qué me atrevo a confirmar esto? Quisiera comentar algunas anécdotas que hacen parte de mi historia docente, pero estas las leerán en mi próxima publicación.


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Escrito por
Docente de grado transición IECS
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Martial Heriberto Rosado Acosta
Gran Maestro Premio Compartir 2004
Sembré una semilla en la tierra de cada estudiante para que florecieran los frutos del trabajo campesino en el campo que los vio nacer