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El contexto cotidiano en la vida escolar

La capacidad de trabajar en equipo, la disciplina, la solidaridad, la colaboración y la cooperación vistos desde la cotidianeidad a través de la lente de las matemáticas y la literatura.

Mayo 9, 2015

Zeidy Piedad Calixto Ochoa
Maestra Ilustre, 2013
Básica Primaria
I.E. Simón Bolívar, Soracá 

Propósito

Desarrollar las competencias ciudadanas, así como las de lenguaje y matemáticas en estudiantes de cuarto y quinto grado de primaria, a través de un proceso de aprendizaje fundamentado en la literatura, la motivación e integración de las diferentes áreas del saber.

Estrategia

A través de la experimentación, en este caso de la lectura de cuentos infantiles, la profesora busca generar motivación en sus estudiantes de cuarto y quinto de primaria, pues ¿a qué niño no le gustan los cuentos? 

Éstos son una excusa pedagógica para despertar el interés por diferentes aspectos del conocimiento, pero con un propósito y con lo que la docente llama disciplina: “un estudiante tiene disciplina cuando sabe para dónde va, tiene claro un objetivo y trabaja para lograrlo; un estudiante sin disciplina, es aquel que no le encuentra sentido a lo que hace”. La estrategia consta de cuatro momentos: 1) Cuento motivacional: utilizar la literatura para despertar interés por nuevos conceptos. Se le da al niño un motivo para realizar dife-rentes actividades; 2) Cuento creativo: los estudiantes dramatizan el cuento, utilizando las palabras descubiertas, gracias a lo cual aumenta su vocabulario y desarrollan competencias omunicativas y ciudadanas que fortalecen el trabajo en equipo a través especialmente de ejercicios prácticos de convivencia y paz; en este sentido, se practican la pluralidad, la identidad y la valoración de las diferencias; 3) Cuento cognitivo: vivenciar las historias apropiándose de ellas, para relacionarlas con diferentes áreas como ciencias naturales, matemáticas, educación ética y valores, etc. El pensamiento se activa frente a una situación problemática, que los estudiantes, en cooperación, deben resolver. En esta etapa se desarrollan las guías del modelo de Escuela Nueva y se realizan salidas pedagógicas, donde se interactúa con la comunidad, sus costumbres y las realidades culturales especícas del entorno. En esta etapa se conecta el saber con el saber hacer y se vivencia la importancia de la construcción colectiva de los saberes; 4) Cuento evaluativo: la profesora creó una evaluación que llama: “Con cuentos leyendo evalúo lo que aprendo”, que consta de dos fases: una, la de  autoevaluación que mide desempeño, la capacidad de trabajar en equipo, la disciplina, la solidaridad, la colaboración y la cooperación; otra, la de evaluación sobre temáticas que permite saber si éstas están claras y si los niños pueden solucionar otros problemas diferentes a los vistos en clase. 

Logros

Se ha logrado desarrollar un interés de cada uno de los estudiantes por el aprendizaje, pues se sienten importantes, que aportan al proceso, que aprenden significativamente y que son felices aprendiendo.Otro aspecto importante es que los padres de familia y la comunidad ven cómo el ám-bito académico de aprendizaje no se reduce al aula, sino que también se puede dar en espacios comunitarios (la tienda, el sembrado, la carretera, la casa en construcción), que acercan a la comunidad a la escuela y recíprocamente, la escuela a la comunidad: los padres enseñan y aprenden y los niños valoran el conocimiento al ser competentes en resolver problemas cotidianos. Por otra parte, la propuesta ha logrado sistematizar las experiencias en una cartilla para el cuarto grado, titulada: “Con cuentos leyendo evalúo lo que aprendo”, a través de la cual el docente, dentro del modelo de Escuela Graduada (urbana), y/o Escuela Nueva (rural), puede contar con un instrumento acorde con la evaluación de los estudiantes en función de los estándares y las competencias básicas que deben desarrollar y adquirir.

¿Qué la llevó a formularme preguntas sobre la práctica pedagógica?

En 2013 inicié un proceso reflexivo y de autocrítica, cuando recibí los resultados funes-tos de las primeras pruebas Saber presentadas por mis estudiantes en 2012. Mi sede fue el último lugar del municipio en lengua castellana y uno de los últimos en matemáticas. Al observar y analizar las cartillas que contestaron, me di cuenta de que las preguntas eran diferentes a las que yo hacía; y que los niños tenían que resolverlas sin la ayuda de su profesora. Esta situación se agudizó cuando un día les dije: “mañana no habrá clases”  y los gritos de felicidad me hicieron alarmar aún más. La verdad no sé por qué esto no me había preocupado antes; me di cuenta de que los niños preferían estar en su casa realizando las labores propias del campo, a estar en la escuela, junto a los libros y su maestra. Además, los resultados lo decían: “los niños no están aprendiendo lo que deben aprender”.

enía dos opciones, quejarme y echarle la culpa a otros: los niños, los padres, el medio, los pocos recursos, el gobierno, las pruebas, las políticas, o, asumir con dignidad mi res-ponsabilidad. Aunque era el camino más difícil, decidí buscar las respuestas a mis mayo-res inquietudes ¿Por qué a los niños no les gusta estar en la escuela?, ¿por qué no están logrando los resultados esperados?, ¿qué debo enseñarles ahora?, ¿cómo debo hacerlo? 

Explíquenos cómo estas preguntas la llevaron a transformar su quehacer en el aula.

Estos cuestionamientos me llevaron a realizar un proceso de meta/aprendizaje sobre mi quehacer. Me dediqué a leer cada situación en los rostros de los niños. En ocasiones no nos damos esa oportunidad: hay que observarlos, analizarlos y darnos cuenta de si les agrada el proceso, si al resolver y realizar diversas acciones, lo hacen como un requisito o si realmente tiene para ellos un verdadero significado.

En ese mismo año (2003), el Ministerio de Educación Nacional, publicó el libro: “Estándares de Competencia para la educación”; con el eslogan: Lo que los niños deben saber y saber hacer con lo que aprenden. Al interpretar lo que la revolución educativa estaba planteando, tuve que  realizar un cambio importante en mis didácticas diarias. Vi que mi quehacer pedagógico se había centrado en lo cognitivo y en un proceso tradicional de enseñanza que sinceramente, era poco motivante y donde la evaluación que aplicaba era netamente conceptual. En este senti-do, pude entender también que aunque lo conceptual es importante, la aplicabilidad lo es aún más, pues es en la utilidad de lo aprendido donde la educación toma un ver-dadero sentido.

Así entonces comprendí que era mucho más estimulante para los niños ver que eso que aprendían en el aula les ser-vía para resolver problemas de su vida cotidiana, dentro y fuera del aula, y que la escogencia de una herramienta didáctica como los cuentos infantiles, permite un mayor acercamiento a sus preguntas y a su vida. 

 

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Irma María Arévalo González
Gran Maestro Premio Compartir 2002
Ofrezco a cada uno de los alumnos un lápiz mágico y los invito a escribir su propia historia enmarcada en los cuentos y leyendas de su cultura indígena.