La integración de una sociedad fragmentada por la desigualdad solo se logrará a través de una educación igualitaria para todos.
Es casi contradictorio que, hoy por hoy, cuando todos al unísono hablamos de la educación como base del desarrollo económico y social se sigan manteniendo estereotipos de género que condenan a la educación a la mediocridad y a la desigualdad.
Desde la escuela debemos procurar que nuestras niñas y niños entiendan que las actividades y labores no se definen por el sexo con el que nacemos.