Las personas adultas pensamos que por nuestra edad y experiencia estamos mejor equipados para tomar decisiones que afectan directamente a infantes y jóvenes, ¿es siempre el caso?
Diseñando artefactos para resolver problemas de la vida cotidiana los estudiantes desarrollan su creatividad, su pensamiento tecnológico y aprenden el valor del trabajo en equipo.
La identidad personal puede ser la razón por la que socialmente se identifica a una persona como “el otro”, es decir, no perteneciente a nuestro grupo.
La tecnología no es suficiente para educar jóvenes en un mundo pospandemia, se necesita una intersección entre ciencias y humanidades con fines de innovación.