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La maestra que transformó el uso inapropiado del celular en clase en un proyecto de cine

Al notar que el uso permanente del teléfono móvil distraía a sus estudiantes, la profesora Mallivi Melo decidió crear Animasola Lab, un proyecto audiovisual. Conócelo aquí.

Noviembre 21, 2021

“El celular se empezó a volver un distractor que hacía que los chicos no atendieran la clase”, recuerda la profesora que es docente hace 11 años en el colegio La Victoria en la localidad de San Cristóbal. “En ese momento empecé a idear una solución, necesitaba encontrar la manera de que mis estudiantes canalizaran ese interés por los dispositivos electrónicos y le sacaran provecho”.

Lo que la profe Mallivi enfrentaba era un problema generacional. Sus estudiantes pertenecen a la llamada generación ‘centennials’. Son jóvenes que nacieron después del año 2000 y los expertos denominan como ‘nativos digitales’.

Ellos no conocieron el mundo sin internet y siempre han tenido a la mano celulares que los conectan con las redes sociales, toman fotos y son parte de su vida cotidiana. Como toda buena docente, la maestra también entendió que la prohibición no iba a solucionar nada. Restringir el uso del celular solo iba a generar malestar e incomodidad entre sus alumnos.

Así que, en 2016, decidió crear el proyecto ‘Animasola Lab - Laboratorio de cine y animación en la escuela’, con el que sus estudiantes le empezaron a dar un uso diferente a sus celulares: grabar y crear maravillosos productos audiovisuales. En pocas palabras, estos dispositivos pasaron de ser un distractor a una herramienta de la clase de la profe Mallivi.

“Mis niñas y niños de grados sexto trabajan creación audiovisual a partir de títeres, los de grado octavo lo hacen a partir de teatro de sombras, en noveno hacemos cine de papel, en décimo desarrollamos la técnica de stop motion y con los estudiantes de grado once trabajamos cine experimental”, explica la docente.

Es toda una trayectoria pedagógica en la que el cine y la animación hacen posible que los estudiantes desarrollen nuevas habilidades y capacidades. Su perspectiva y capacidad crítica se agudizan y una vez se integran al proyecto no vuelven a ser los mismos de antes. Un ejemplo de ello es Sara Medina, quien está terminando décimo y hace tan solo unos años se caracterizaba por su timidez. Hoy, es la productora general de Animasola Lab y una de las estudiantes que más habla.

“Le ayudo a la profe Mallivi con el tema de los permisos, organizo asuntos con el rector, oriento a compañeros que necesiten ayuda, hago el detrás de cámaras y colaboro para armar los escenarios. Mi trabajo es aportar todo lo que pueda para que el proyecto funcione de la mejor manera”, nos cuenta, muy emocionada y extrovertida.

Pero Sara no es la única comprometida. Animasola Lab es el resultado de un esfuerzo colectivo en el que el espíritu de la profesora Mallivi y el ímpetu de sus estudiantes han hecho posible su consolidación. Al inicio elaboraban los títeres con elementos reciclados o hacían uso de cajas de cartón para armar las puestas en escena. Ahora cuentan hasta con trípodes para realizar las grabaciones.

“A medida que el proyecto fue tomando fuerza, empezamos a realizar gestiones para recibir apoyo. Hace tres años la Secretaría de Educación nos donó 30 tabletas, mientras que el año pasado el mismo colegio nos entregó unas cajas de luz, fichas de lego para los ‘stop motion’, los trípodes y otros elementos que han sido de gran ayuda y que ofrecen mayores posibilidades para que los estudiantes creen productos audiovisuales creativos”, explica Mallivi.

Y como el cine y la animación son un medio para que los directores expresen sus ideas, emociones o sueños, quienes integran el proyecto tienen plena libertad a la hora de dar vida a sus creaciones. Uno de los cortos más vistos y que incluso ha participado en festivales de cine en categorías infantiles cuenta la historia de un muñeco de nieve que va a la playa y se derrite. “Al preguntarle a la estudiante de dónde había salido la idea me dijo que a parte su gusto por el mar, conocer la nieve era uno de sus mayores anhelos”, recuerda la profe.

Otros productos han sido más políticos y han reflexionado acerca de ser jóvenes estudiantes en medio de un paro nacional como el que se desarrolló este año en el país. Es decir, los estudiantes hallaron un medio para manifestarse, siempre desde una concepción artística. 

“He sido muy feliz acá. He podido contar muchas historias, me he divertido y he recibido el apoyo de la profe, de mis compañeros y de mi familia, que nota mi entusiasmo”, señala Karolaim Rojas, estudiante de grado décimo.

Gabriela Romero, por su parte, indica que lo mejor de conformar el proyecto es sentir que está en el lugar adecuado, allí donde puede ofrecer todo su talento, afecto y compañerismo. “Es lindo conocer personas que tienen mis mismos gustos por el arte, por el cine y por la animación. La profe Mallivi es una inspiración y me dio la oportunidad de hacer lo que más me apasiona: dibujar”.

Debido a que el salón de artes no se puede usar por una obra de mejoramiento que la Secretaría de Educación está adelantando en el lugar, el proyecto se trasladó temporalmente a la biblioteca del colegio. Aunque el espacio es muy pequeño, las ganas de continuar son más grandes. Todas y todos siempre con sus tabletas o con sus celulares. No para ver Instagram, Facebook o chatear por WhatsApp, sino para estar atentos a la próxima imagen, esa que podría darle vida a una nueva creación.

 


Imagen educacionbogota.edu.co

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Gustavo González Palencia
Gran Maestro Premio Compartir 2008
ogré incentivar en niños y jóvenes el gusto por la música y la ejecución de instrumentos musicales.