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¿Cómo logro que a mis estudiantes les gusten las matemáticas?

A los pequeños de preescolar y primeros años de primaria suele gustarles las matemáticas. No obstante, a medida que avanzan en su escolaridad, dicho entusiasmo disminuye. 

Enero 19, 2018

La pregunta de este artículo refleja una preocupación lícita de maestros y maestras. Si bien todo modelo pedagógico asigna un lugar fundamental al interés, al gusto, al deseo, a la motivación del aprendiz por lo que se le enseña, desafortunadamente la realidad muestra que muchos niños, niñas y jóvenes están poco interesados en aprender lo que se les enseña.

Matemáticas es una de las asignaturas en las que se evidencia con mayor crudeza este problema, incluso se ha acuñado el término “matemofobia”, una suerte de denuncia frente a las maneras de enseñar matemáticas que han conducido a nuestros estudiantes a sufrir una verdadera aversión hacia el área.

Las maestras de preescolar y de los primeros años de primaria están acostumbradas a ver niños alegres contando e intentando hacer cuentas. Pero a medida que estos pequeños aprendices avanzan en su escolaridad, dicho entusiasmo por las actividades que se les proponen disminuye. Algunos empiezan a pensar y a sentir que no son tan inteligentes, ni tan listos como otros de su edad.

Cuando ya son jóvenes, cuántos de ellos terminan aceptando que ¡las matemáticas son para un grupo de privilegiados! ¿Qué es lo que hace que una persona muestre una pasión por las matemá- ticas que otra no dudaría en declarar como exagerada? ¿Y por qué razón personas listas intelectualmente en campos donde se han formado con esmero, gritan su ineptitud, su incapacidad por las matemáticas?

La respuesta no es fácil. Las relaciones entre la afectividad y el aprendizaje de las matemáticas son objeto de investigaciones relativamente recientes; Gómez (2000) fija los años 80 como la década en la que aparecen estudios al respecto y cita autores como DÄmbrisio (1985), Bishop (1988), Mwllin-Olsen (1987), Lerman (1986) y McLeod (1988), en otros.

A pesar de las divergencias en los enfoques con los que hayan adelantado las investigaciones, podríamos afirmar que todos ellos coinciden en reconocer que el llamado “dominio afectivo”, incluye una amplia gama de fenómenos vinculados con las actitudes, creencias, apreciaciones, gustos, preferencias, emociones, sentimientos y valoraciones de los individuos.

Subrayemos entonces que eso que hemos llamado el gusto por un área no es una manifestación aislada, sino que involucra los fenómenos aquí mencionados para hacer posible el establecimiento de vínculos afectivos con el objeto que se conoce. El gusto por las matemáticas no es un fenómeno que pueda comprenderse sin involucrar las creencias que los individuos tienen sobre la materia, su enseñanza, su aprendizaje, la utilidad que tienen y el concepto de sí mismos como aprendices.

Pero, ¿en dónde y cómo los niños y los jóvenes se hacen a este mundo de creencias? Simplificando el análisis podríamos limitarnos a decir que las construyen en el interjuego de la vida social, familiar y escolar. En el aula de clase, y también con suma importancia, fuera de ella. 

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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María Del Rosario Cubides Reyes
Gran Maestra Premio Compartir 2006
Desarrollé una fórmula química que permitió a los alumnos combinar los elementos claves para fundir la ciencia con su vida cotidiana sin confundir los enlaces para su futuro.