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PISA 2018: 15 años del mismo diagnóstico

Estamos sobrediagnosticados y no corregimos el rumbo.

Enero 20, 2020

Los maestros somos la clave y ¿qué hacemos con eso?

Colombia, en las pruebas PISA, se parece a aquel enfermo que va al médico cada cierto tiempo a que le hagan los mismos exámenes de rutina y sueña con escuchar un progreso en su salud. El médico con resultados en mano dirá algo como: “Señora Colombia, tiene los mismos problemas que hace tres años, el colesterol y la tensión siguen empeorando, y el azúcar igual de mal”. Seguido del diagnóstico, el médico también da las mismas recomendaciones de siempre, “recuerde que debe cambiar sus hábitos: coma más saludable, evite las grasas, no fume y, sobre todo, haga mucho ejercicio”.

En el tema educativo, Colombia desde el 2006 viene juiciosamente haciéndose los exámenes (Pruebas PISA) y tiene el diagnóstico muy claro, el cual se repitió en los resultados 2018. Estamos mal en lenguaje y ciencias y muy mal en matemáticas.

Aunque las pruebas PISA hicieron visible este problema al compararnos con otros países, ya desde el año 2000, con el cambio de las pruebas Icfes, el país tenía suficiente evidencia del diagnóstico. Debemos recordar que en 2000 el Icfes hizo un cambio importante a las pruebas de estado alineándolas con la evaluación por competencias, similar a la forma en que PISA evalúa hoy en día.

La primera aplicación por competencias hecha por el Icfes mostró los inmensos problemas del sistema educativo colombiano. En un artículo de la revista semana de junio del año 2000 dice:

“Andrea Sánchez, estudiante de undécimo grado del Liceo Francés, lectora de novelas clásicas, amante de la música salsa y el reggae, entró en los anales de la historia educativa colombiana sin proponérselo. Los 69 puntos que obtuvo en la nueva prueba del Icfes, sobre un total de 100, la convirtieron en uno de los tres mejores bachilleres del país de los colegios de calendario B.”

Esto indica que los mejores estudiantes están lejos de los máximos puntajes posibles. Es importante recordar que para ese año tan solo el 1 por ciento de los estudiantes de calendario B, tradicionalmente los colegios de élite con mejores puntajes, alcanzaron el rango alto en cada una de las pruebas.

Además de ser consciente del diagnóstico, el país también es consciente de los “hábitos que debe cambiar”. El país ha hecho reflexiones profundas sobre la problemática educativa.

Como ejemplo, solo basta revisar los documentos que han surgido de las diferentes misiones de sabios y los planes decenales, sin contar la cantidad de coloquios, seminarios, mesas de trabajo, documentos de expertos, entre muchos otros aportes a la discusión. Sin embargo, aún no logramos materializar la reforma estructural que el país necesita en materia educativa. Por ejemplo, aun dudamos si deberíamos transitar a una educación basada en competencias, superando el paradigma del enfoque de contenidos, discusión superada en muchos sistemas educativos del mundo.

Teniendo en cuenta la evidencia de los últimos 20 años, se encuentra un amplio consenso en que el foco, para mejorar el sistema educativo colombiano permitiendo mayor equidad, lo debemos poner sobre los maestros. No significa que los demás temas que afectan la educación no sean importantes o relevantes, sino que son los maestros la clave para detonar los cambios del sistema educativo a largo plazo.

Para lograr un cambio, las acciones deben centrarse en permitir que la trayectoria profesional de los maestros, desde la formación inicial hasta llegar a la pensión, se alineen con la carrera docente (convertirse en maestro del sector oficial). Actualmente, hay un divorcio entre trayectoria profesional docente y carrera docente. Esto hace que los grandes esfuerzos por fortalecer la profesión docente y aumentar su prestigio social se diluyan

Algunos ejemplos del efecto de este divorcio son: formar más docentes al año de los que requiere el país; los docentes deben esperar en promedio más de 10 años después de su grado para ingresar a la carrera docente, para los afortunados que pueden ingresar; el ascenso y reubicación en el escalafón tiene un diseño que genera incertidumbre, el escalafón está hecho para que unos poco puedan ascender y los demás solo tengan la esperanza; ingresen otros profesionales a las aulas como maestros y, que la formación posgradual y continua vaya al vaivén del gobierno de turno.

Para poder llegar a una carrera docente que realmente tenga en cuenta toda la trayectoria profesional de los maestros, se requiere una trasformación estructural, donde hay por lo menos dos actores claves, gobierno y maestros o sindicatos.

Del sindicato se requiere algo que podría sacarlo de su actual línea de acción: reivindicación laboral de los actuales maestros. La reciente propuesta de Fecode sobre escalafón docente sólo ajusta algunos puntos para favorecer a los actuales maestros y desconoce una carrera articulada con la trayectoria completa de la profesión docente.

Es clave que el sindicato piense en los maestros que hoy no han nacido y llegaran en los próximos 40 años. El segundo actor clave es el gobierno, quien tiene la histórica misión de trasformar la carrera docente para poder iniciar, con el eslabón clave de la cadena, una verdadera transformación de la educación hacia la dirección que el país requiere.

Esperamos de corazón que la próxima vez que la Señora Colombia tenga cita con el médico pueda decirle que ya arrancó con el cambio de hábitos, ya sea que cambió de dieta o empezó a hacer ejercicio, con el sueño que los exámenes de laboratorio salgan mucho mejor que los que se ha estado tomando desde el 2006.

Contenido publicado originalmente en la página de La Silla Llena.

 


Imagen lasillallenaapi.lasillavacia.com

*Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad estricta del autor.
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Carlos Enrique Sánchez Santamaria
Gran Maestro Premio Compartir 2011
Con el apoyo de las tecnologías logré que los estudiantes convirtieran el pasado de exclusión que vivió éste municipio lazareto en un pretexto para investigar, conocer la historia y conectarnos con el mundo.