Usted está aquí

Carlos Enrique Cavelier,Alto Consejero para Educación del Gobernador de Cundinamarca

La mirada de un empresario.

Octubre 14, 2010

Trabajar a favor de la educación, un asunto moral
Carlos Enrique Cavelier, Coordinador de Sueños de esta empresa (máximo cargo), miembro del Consejo Directivo de la Universidad de los Andes y Alto Consejero para Educación del Gobernador de Cundinamarca, pone de presente en esta entrevista su visión sobre el compromiso del sector empresarial con la educación, las posibles alianzas entre ambos y su concepción de un buen maestro.

 

La mirada de un empresario

Palabra Maestra: Empecemos por la pregunta obligada, ¿cuál fue la razón que los impulsó a ustedes a vincularse de esta manera con el Premio?

Carlos Enrique Cavelier: Hace dos o tres años estuve en la entrega del Premio y quedé gratamente sorprendido con la exaltación que se hace a los maestros: la presencia del Presidente de la República, la cantante de Aterciopelados cantando el himno nacional, ese jurado tan destacado conformado por Vicky Colbert, Alberto Espinoza, Luisa Pizano, entre otros, la transmisión en directo por televisión… Todo ese esfuerzo me pareció extraordinario. Además me conectó con una experiencia previa cuando estaba vinculado al Ministerio de Justicia e hice un trabajo enorme por levantar la dignidad de los jueces: tuvimos el Primer Congreso Nacional de Jueces, con el Colegio Nacional de Jueces; publicamos un artículo en El Tiempo sobre el tema e hicimos un trabajo de capacitación con ellos. Era como volver atrás. Los maestros y los jueces son en mi opinión las personas más importantes en una sociedad y tendríamos que valorarlas. En suma, creo que hay que hacer lo que está haciendo la Fundación Compartir: exaltar al maestro y ese es un aporte a la sociedad que creo estamos llamados a hacer la empresa privada.

 

P. M.: ¿Se han visto ya efectos de la versión Cundinamarca del Premio Compartir? ¿Cómo se vivió la noche de entrega de los premios en el teatro Antonio Nariño de la Gobernación de Cundinamarca?

C. E. C.: Es un proceso. El hecho de que hayamos estimular la labor de Gladys con una casa es una muestra de agradecimiento, a veces los valores materiales agregan un poco de brillo al proceso. Pero lo que me parece importante destacar es que la entrega de los premios se realizara en ese teatro, con presencia del Gobernador, que haya estado la Ministra de Educación, que hayan ido empresarios… Ahí está el reconocimiento. Echamos de menos la presencia de los alcaldes de los municipios que no fueron premiados y de muchos maestros… Como antropólogo estudio mucho los ritos de iniciación, y esos son los que marcan, ayudan a elevar la conciencia de lo que se está haciendo.

 

P. M.: Ha sido enfático en mostrarnos por qué como sociedad debemos reconocer a los maestros, ¿cuáles serían las razones particulares para que lo haga el sector empresarial, para meterse en estos temas de lo educativo?

C. E. C.: Podemos abordar el asunto desde el punto de vista moral o funcional. Si se prioriza el segundo, estamos mal. Yo opto por el primero. Todos los seres humanos nacemos con las mismas capacidades en el planeta; el ser más cercano en desarrollo mental al ser humano es el chimpancé, que tiene el 98% de nuestro componente genético; si comparamos una persona con coeficiente intelectual bajo con Albert Einstein, hay un pelo de diferencia entre el nivel de desarrollo de inteligencia. Todo esto para explicar que todos los seres humanos venimos con el mismo componente genético y posibilidades de aprender de nuestros maestros. He aquí una relación un poco absurda, pero que puede ayudar a ejemplificar cómo lo veo. Es como si compráramos computadores y al momento de prenderlos, la pantalla titilara y no saliera nada porque está sin software… no es más. La capacidad es la misma, solamente hace falta subir el software que da las posibilidades de aprovechar todo el potencial existente. Es un asunto de calidad de la educación.

Recuerdo las palabras del Gobernador el día del lanzamiento del Premio regional de Cundinamarca que había en el departamento unos municipios del siglo XXI, otros cercanos a este siglo, pero otros del siglo XIX o incluso cercanos al siglo XVIII. Esto me recordó una frase de Juan Lozano, el poeta, que decía que la vida en Colombia era como una carrera de cien metros, donde algunos empezaban en el metro cero y acababan en el metro cien, otros empezaban en el metro cincuenta y acababan en el metro cien, otros empezaban en el metro ciento uno, es decir que cuando la carrera empezaba ya la habían ganado. Pero otros empezaban en el metro menos trescientos, cojos y sin tenis. Tenemos todos, empresarios o no, que asegurar que las personas tengan el derecho a nacer iguales y que la educación sea equitativa, siguiendo el símil del poeta.

 

P. M.: ¿Y cuál es el perfil de ser humano que quisiéramos formar?

C. E. C.: Como antropólogo pienso que somos homos sapiens sapiens. Estamos mucho más para pensar, que para mecanizar y actuar. Decía Bill Gates que el software y muchas aplicaciones creadas por Microsoft, instaban a las personas a usar mucho más el pensamiento que a realizar un trabajo mecánico. Después de la Revolución Industrial, el trabajo físico debería prácticamente haber desaparecido y consolidar el trabajo mental. Había una frase también de Henry Ford, que refleja lo que ocurría en su momento, cuando empezaba el proceso de industrialización en Estados Unidos: “¿por qué tengo que contratar una persona entera si yo solo necesito un par de manos?”. Hoy en día es al revés y habría que decir “¿cómo es que tengo que contratar solo un par de manos y no puedo aprovechar a toda la persona?”. En mi opinión en la era del conocimiento, lo fundamental es la educación. Eso es lo único que uno necesita de verdad en la vida.

 

P. M.: Desde esta perspectiva del desarrollo del conocimiento, ¿cuáles son las áreas que usted diría son prioritarias? ¿Qué campos del pensamiento y del ser humano habría que trabajar?

C. E. C. : Yo creo que debemos desarrollar una base enorme de biólogos y botánicos que, obviamente formados en el nivel de doctorado y maestría en muchas partes del mundo, puedan aprovechar la riqueza biotecnológica y de biodiversidad que tenemos en Colombia.

 

P. M : Y pensando en la formación que se da en la educación básica ¿qué le diría a los maestros de este país?

C. E. C.: En cualquier nivel de educación, lo primero que yo creería necesario hacer es potenciar al máximo la capacidad de los niños para aprender a pensar, no en trasmitir conocimientos como tal, no en darles la fuente del conocimiento, sino centrar la atención en que aprenden a pensar. Es que la mente humana es maravillosa, es como una plantica que se alimenta y cuanto más se alimenta de cierta manera empieza a crecer casi que por centímetros al día. Las preguntas entonces son: ¿qué le tenemos que dar para que crezca?, ¿cómo la tenemos que alimentar?, o mejor, ¿qué preguntas tenemos que hacer?, ¿qué elementos tenemos que ofrecer?, ¿qué apoyo le tenemos que dar a estos niños para que aprendan a pensar?

Estoy convencido de que todo esto no puede ser una actividad individual; ha de ser una actividad de compartir experiencias, de grupos de trabajo, de la misma manera como por ejemplo los colaboradores de grandes compañías discuten y analizan de manera gregaria sus formas de trabajo, cómo están operando los procedimientos, qué están haciendo bien y qué están haciendo mal, los resultados que van obteniendo y a qué se lo atribuyen. Seguramente hoy día se hace en los colegios, más no tengo conocimiento sobre la pedagogía que prima.

 

P. M.: De cara a los problemas de nuestra sociedad, de conflictos, de cómo no logramos entendernos ni aceptar las diferencias ¿qué cree usted que podría hacerse en la educación básica?

C. E. C.: Creo importante generar una especie de burbujas en los colegios, no para que los separen de la realidad, sino para que los protejan de lo que sucede allá afuera. Colombia vive una brutal violencia, grandes ríos de violencia derivados de todo el proceso histórico que hemos vivido, comportamientos que al no ser contenidos, se vuelven una forma de vida. Ahora, el proceso del narcotráfico, del que hemos sido víctimas, genera aún más violencia con la imposición por la fuerza de las armas. Me parece que es necesario que de eso se hable en los colegios y se trate de entender. Todos estamos llamados a conocer nuestra historia para no cometer los mismos errores.

 

P. M.: ¿Cómo trabajar conjuntamente empresas y escuelas que comparten un mismo territorio?

C. E. C.: Los temas administrativos son hoy en día de cierta complejidad y las empresas tenemos acceso a tecnologías que podrían resultar de interés a los sistemas educativos para resolver problemas básicos que a veces parecen irresolubles para personas que han sido preparadas como pedagogas, asuntos relacionados con el personal, el pago de nómina, el manejo de personal. Otro elemento puede ser fijar unos indicadores críticos: cuáles son esos indicadores críticos, cómo los escogemos, cómo los renovamos, cómo descartamos unos, cómo nos quedamos con otros, cómo los medimos permanentemente. En tercer lugar se me ocurre que podrían hacerse unas pequeñas pasantías de estudiantes de bachillerato en las empresas, para que ellos vean cómo funcionan, por qué funcionan, qué hacen.

¿Son acaso verdaderas cajas fuertes como la de Rico McPato donde los dueños y los gerentes se bañan en plata, y hacen fiestas estrambóticas o generan valor hacia la sociedad, generan empleo, aumentan la productividad, aumentan la inversión? En fin, se trataría de cerrar esa brecha entre los muchachos y las empresas, pero también entre los profesores y estas. Tenemos conocimientos que podrían resultarles de interés. También ha sido el interés nuestro acercarnos a ellos.

 

P. M.: Y ¿qué podrían aprender ustedes de las escuelas?

C. E. C.: Seguramente muchas formas de acercarnos a las comunidades colombianas… Creo que las personas que trabajamos en los cargos directivos de las empresas a cierto nivel tendemos por el destino de la vida a ser casi siempre de estratos 4, 5 y 6 y no entendemos la realidad del sistema público de educación colombiano en el que se educan el 70% de nuestros niños.

No entendemos cuál es la condición real de los maestros, la de los niños; su preparación, las herramientas con que cuentan, como tampoco los esfuerzos extraordinarios que hacen para formar los niños, los sacrificios personales y profesionales que hacen.  Tenemos que entender cómo sacar los niños con talentos excepcionales adelante, cuidándolos desde que los detectamos, buscando formas de tener los cupos en las universidades listos para que los reciban.

 

P. M.: ¿Cuál es para usted el perfil de un buen maesto?

C. E. C.: Creo que primero es alguien que conoce en profundidad su área y el material existente al respecto. Segundo que tiene el “don” de transmitir confianza a los niños para generar una enorme empatía con ellos. Tercero que pueda crear las preguntas y otras formas de elucidar procesos mentales vitales para el grupo de edad.  Y finalmente que genera en sus alumnos una enorme sed de conocimiento y aprendizaje.

 

 


*Imagen de Carlos Enrique Cavelier tomada de www.reportecorporativo.com

Boletín de noticias
Registre su correo electrónico para recibir nuestras noticias.
Escrito por
No hay votos aun
Estadísticas: .
Jesús Samuel Orozco Tróchez
Gran Maestro Premio Compartir 2005
Senté las bases firmes para construir una nueva escuela rural donde antes solo había tierra árida y conocimientos perdidos.