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Indígenas guajiros, mulatos y pardos y su participación en la independencia de Colombia
Indígenas guajiros, mulatos y pardos y su participación en la independencia de Colombia.
Introducción
La independencia de nuestro país es uno de los temas que más interés suscita en los historiadores, no sólo por su trascendencia, sino por la complejidad del fenómeno que dos siglos después sigue generando muchos interrogantes. Uno de estos, es la participación de mulatos, pardos e indígenas en el proceso independentista. Aunque existen trabajos sobre esta temática, en el caso de La Guajira, se privilegia lo indígena, eclipsando a otros grupos étnicos. Por ello, es necesario indicar que este territorio, desde el siglo XVI, ha sido escenario de un profuso mestizaje que, no sólo originó nuevas categorías sociales y étnicas, sino que también estableció relaciones de parentesco y solidaridad entre los diferentes grupos que lo poblaban y que fueron vitales al momento de participar en los conflictos bélicos que allí se desarrollaron. En este sentido, se pretende indagar los sistemas de alianzas, las motivaciones que tuvieron y la forma en que operaron: indígenas guajiros, pardos y mulatos en la independencia del territorio colombiano.
Control territorial y sistema de alianzas
La resistencia de los indígenas Wayúu hacia los intentos de sometimiento por parte de las autoridades españolas obedece, en gran medida, a la defensa del territorio y del orden que habían establecido en el mismo. En la colonia existieron ciertos órdenes sociales a lo largo y ancho de la geografía nacional que “…cuestionaban las bases mismas de la legitimidad del ordenamiento social colonial, al mostrar que era viable vivir bajo otros parámetros organizativos” (Herrera, 2002, p. 15). En este sentido, los indígenas guajiros también se rigieron a unos órdenes particulares, diferentes a los establecidos por el gobierno español. Por ello, las autoridades españolas crearon diversas estrategias para controlarlos como la fundación de pueblos, campañas militares y misiones religiosas, entre otras. La mayoría de ellas fracasaron y optaron por instituir la figura del Cacique. Su función consistía en “servir de puente entre los indios y autoridades, velar por el buen desempeño de los nativos e impedir cualquier tipo de desorden en el seno de la comunidad” (Polo, 2005, p. 73).
Esta figura, que recaía en los jefes indígenas más poderosos, fue importante para los españoles como una medida de controlar los constantes ataques y sublevaciones de los indígenas Wayúu, aunque también sirvió para que muchos jefes adquirieran cierto poder y protagonismo e incluso tuvieran autoridad sobre diferentes clanes. Entre los caciques más importantes puede mencionarse a Cecilio López Sierra, quien era un prestigioso mestizo, hijo de un funcionario y comerciante de Riohacha y una india millonaria, emparentado además con los jefes nativos del norte de la península. Esta situación “…fue aprovechada por las autoridades hispanas para nombrarlo cacique, cargo que no dudó en aceptar dadas las expectativas de lucro que podía obtener: por un lado, se entendía con el poder hispano aceptando, en la letra, las recomendaciones de sus funciones, pero por otro, participaba en las actividades contrabandistas con sus congéneres de la Alta Guajira” (Polo, 2005 p. 4). Queda evidenciado que a pesar de que el gobierno español creía mantener cierto orden en el territorio guajiro, la realidad es que estaba muy distante de ese propósito. No obstante esta situación, las alianzas siguieron considerándose como una estrategia importante para articular a los Wayúu a las pretensiones del gobierno español, aunque en ocasiones no se logró alcanzar.
Lo anterior evidencia que el sistema de alianzas entre autoridades locales e indígenas Wayúu, iniciado en la colonia, sería determinante en el apoyo que brindaron estos últimos a las fuerzas realistas durante la independencia. Asimismo, fueron cruciales las estrechas relaciones que mantuvieron los indígenas guajiros y la sociedad hispánica local, en la forma “como las comunidades indígenas respondieron a la crisis política que golpeó a la monarquía española después de 1808” (Saether, 2012, p. 142).
Esta situación deja entrever que, al contrario de lo que sucedía con las élites e intelectuales de las ciudades grandes de la América española y su deseo de independencia de la Corona, los grupos indígenas y locales de los pequeños pueblos no tenían claridad sobre lo que estaba ocurriendo. Su participación en el proceso independentista obedeció a otras motivaciones que se expondrán más adelante.
Pardos, mulatos e independencia: el caso de Miguel Gómez
La mayoría de pueblos que existieron en La Guajira durante el siglo XVII y hasta la segunda mitad del XIX eran mestizos en el amplio sentido del término. Entre estos pueblos puede mencionarse a Moreno. Su poblamiento se inició en 1665 y su destrucción ocurrió en 1858. Se caracterizó por la práctica de la esclavitud. Se infiere que estos esclavos fueron llevados allí por familias españolas que se dedicaron a las labores agrícolas y ganaderas y, para soportar el trabajo, requerían de mano de obra esclava. Entre estas familias pueden mencionarse “los Rodríguez, Arregocés, Medina, Aguirre, De Armas, Gil, Márquez, Pinedo, Pinto, Sierra, entre otras, que constituyeron la élite morenera” (Ojeda, 2002, p. 67). En esta población también habitaron una gran cantidad de indígenas wayúu, por lo que se produjo un notable mestizaje.
Lo expresado hasta el momento indica que existió una notable población de negros africanos en Moreno y, debido al cruce con indígenas y españoles, se presentó un mestizaje que dio origen a nuevas categorías étnicas: mestizos, pardos y mulatos. La referencia a este pueblo se da por el hecho de que Miguel Gómez, líder de una importante guerrilla que apoyó a las fuerzas realistas en el proceso independentista, tenía una importante parentela en este pueblo y mantuvo relaciones de compadrazgo y solidaridad con algunos jefes nativos de la zona.
El padre de Miguel era Gabriel Gómez, “capitán de milicias, nacido en soledad, en la provincia de Riohacha de una mujer esclava” (Saether, 2010, p. 141). A pesar de ser un hombre casado por la Iglesia, vivía en concubinato con dos o tres mujeres. Se presume que éstas eran indígenas y eso le permitió mantener una relación estrecha con los clanes guajiros. La doble condición que tenía: ser empleado de la Corona y tener relaciones de parentesco con las comunidades indígenas, lo convirtieron en una especie de intermediario étnico que se movía con facilidad entre los diferentes grupos asentados en la zona.
Las alianzas que tenía fueron heredadas por su hijo Miguel. Este personaje también era un hombre de color y capitán de milicias. Había “nacido en 1770, figuraba como pardo en los registros milicianos y tenía una numerosa parentela en Moreno” (Saether, 2010, p. 215).
Los documentos que registran información sobre la participación de pardos y mulatos como Miguel Gómez en el proceso independentista no aportan datos del período comprendido entre 1810 a 1818, sino que lo hacen a partir de 1819, cuando el General Gregor Mac Gregor, militar escocés, partidario de la libertad hispanoamericana y muy cercano a Simón Bolívar y a Francisco de Miranda, reclutó en Londres una tropa de irlandeses y británicos y se tomó la ciudad de Riohacha el 5 de octubre, aunque sólo pudo mantenerla sitiada por algunos días, “el 11 de octubre de 1819, una fuerza constituida en su mayoría por indios guajiros y dirigida por los capitanes de milicia: Clemente Iguarán y Miguel Gómez, apoyados por un puñado de residentes de la ciudad, expulsó a algunos de los invasores, incluyendo a Mac Gregor, mató a unos tantos y tomó como prisioneros a los restantes” (Saether, 2010, p. 210).
No obstante, el apoyo brindado por Miguel Gómez a las huestes realistas, el ambiente que se vivía en Riohacha era tenso y conflictivo y la hizo más vulnerable a los ataques de los rebeldes. En carta fechada el 30 de octubre de 1819, el gobernador José Solís describía a los habitantes de Riohacha como “gente bárbara, inmoral y sin religión, que se inclinan a quien más les da” (Saether, 2012, p. 211). De igual manera, Solís fue acusado de arbitrariedad y de sembrar el horror, por algunos vecinos de Riohacha.
Ante esa situación, el “12 de marzo de 1820, Riohacha volvió a ser ocupada, esta vez por una fuerza más grande comandada por Mariano Montilla y Luis Brion” (Saether, 2012, p. 214). El gobernador huyó hacia Moreno y la mayoría de los vecinos también habían escapado. Las únicas fuerzas que trataron de retomar Riohacha fueron las guerrillas de Miguel Gómez y sus tropas de indios guajiros, mulatos y pardos.
Conclusiones
La Independencia no fue un proceso lineal sino más bien asincrónico. En efecto, mientras en agosto de 1819 se declaraba la finalización de la Campaña Libertadora y la creación de la República de Colombia, vastas zonas de su territorio, entre estas La Guajira, seguían bajo control realista.
La participación que tuvieron indígenas, pardos, mulatos y mestizos en el proceso independentista de nuestro país, liderados por el pardo Miguel Gómez, es una prueba contundente de que estos grupos fueron grandes protagonistas y no actores secundarios de este proceso.
El apoyo que brindó Miguel Gómez y sus tropas a las huestes realistas fue posible debido a que mantuvo un sistema de relaciones basado en el parentesco y el compadrazgo con las comunidades asentadas en las zonas aledañas a Riohacha, con la sociedad riohachera y el gobierno local español. Esta condición le permitió moverse en el entramado social de ese contexto y ser gran protagonista del proceso independentista.
Referencias
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Herrera, M. (2002). El arrochelamiento: nominar para criminalizar. El Taller de la Historia, 2, 11-46.
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Ojeda, M. (2002). Ciudad de Moreno: origen y destrucción. Barranquilla: Grafiimpresos Donado.
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Ortega, M. (2013). Maicao: frontera y poblamiento. Bogotá: Publieditar.
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Polo, J. (2012). Indígenas, poderes y mediaciones en La Guajira en la transición de la Colonia a la República (1750-1850). Bogotá: Uniandes.
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Polo, J. (2011). Los indígenas de La Guajira en la independencia de las provincias caribeñas de la Nueva Granada: una aproximación. Recuperado de http://www.scielo.org.co/pdf/meso/v15n30/v15n30a03.pdf
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Polo, J. (2005). Etnicidad, conflicto social y cultura fronteriza en La Guajira (1700-1850). Bogotá: Corcas.
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Polo, J. (2005). Etnicidad, poder y negociación en la frontera guajira, 1750 –1820. Informe final de investigación presentado al Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH). Recuperado de http://www.icanh.gov.co/recursos_user/resultados%202006-30.pdf
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Saether, S. (2012). Identidad e Independencia en Santa Marta y Riohacha: 1750-1850. Bogotá: Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH).
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Sánchez, H. (2010). La presencia de indios, negros, zambos y mulatos en la historiografía sobre la Independencia del Caribe colombiano, 1770-1830. Historia y Espacio, 34, 25.
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