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Extraversión y sana convivencia

Una reflexión sobre la convivencia desde las diferencias y la defensa del bien común.

Octubre 4, 2019

Cada día las relaciones humanas se vuelven más complejas, en la medida en que se empiezan a reconocer distintas formas de pensar, actuar, amar, educar, comunicar y vivir juntos. En la medida en que esas distintas formas son aceptadas por los otros podemos hablar de una sociedad tolerante e incluyente que propicia una sana convivencia, pero en la medida en que no se reconocen las diferencias y no hay respeto mutuo, la convivencia es poco sana y pacifica, es decir violenta.

Los seres humanos somos seres sociales por naturaleza. Convivir es algo que hacemos de manera rutinaria. Vivimos en centros urbanos y/o zonas rurales en los que no estamos solos, por esto es importante saber comunicarnos con los demás, en medio de las diferencias con las que los demás se relacionan con su entorno.

Sabemos que una de las habilidades blandas importantes del siglo XXI es la extraversión, término que la Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés) define como la “orientación de los intereses y energías de una persona hacia el mundo exterior de personas y cosas, en lugar del mundo interno de experiencia subjetiva”. Los extrovertidos son amables, sociables, seguros de sí mismos, enérgicos, aventureros y entusiastas. Es por esto que la familia, la sociedad y las instituciones educativas deben propender por formar niños y jóvenes extrovertidos y no introvertidos. Es un hecho que no podemos evitar las interrelaciones o la interacción con los demás.

Otro aspecto que determina una sana convivencia es el concepto del bien común, que cada vez parece más alejado de la formación en el hogar y las instituciones educativas, dando origen a conductas contrarias al respeto. Así lo evidenciamos en las marchas recientes en Bogotá, donde estudiantes fueron atacados sin justificación alguna por los Escuadrones Móviles Antidisturbios de la Policía Nacional – ESMAD y, de otra parte, encapuchados que estaban protestando, atacaron sin ninguna justificación las instalaciones del ICETEX, poniendo en riesgo la vida de los funcionarios que allí se encontraban laborando.

De ahí la importancia de inculcar en los jóvenes la aplicación de las normas de convivencia (moral, ley, cultura) que determinan la acción de un buen convivir cuando estas son interiorizadas y se acatan por la propia convicción, no por la mediación de agentes externos que deben utilizar la fuerza para su cumplimiento.

Recordemos que la convivencia implica valorarnos como seres únicos e irrepetibles, con capacidad de reconocernos unos a otros en nuestras diferencias y solucionar nuestros conflictos de la mejor manera posible.

 


Imagen Cameron Casey from Pexels

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Abogado, con especialización en opinión pública y mercadeo político y Magíster en Educación.
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Jaqueline Cruz Huertas
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