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Maestro: del sueño a la realidad
¿Qué quiero ser cuando sea grande? En la infancia, cuando era estudiante, veía las cosas para cuando fuera grande, jugaba con lo que quería ser y a veces sin saber que eso era lo que quería ser.
En la niñez todo gira alrededor del juego, y a través de este aprendemos y mostramos cosas de las que podemos notar, como lo que queremos ser cuando seamos grandes, así mismo, muchos no sabemos, que eso a lo que jugamos nos marca la vida o nos encamina a nuestro futuro.
Cuando era niña, fui buena estudiante y sobresalía, lo cual me impulsaba a ayudar a mis compañeros explicándoles y reforzando los conocimientos impartidos por los maestros; aparte, en mis ratos libres y de distracción, jugaba con mis hermanos y primos a la profesora, donde yo tomaba el papel de maestra, explicaba y proponía tareas.
A medida que fui creciendo y por diferentes eventos en mi vida, fui dejando al lado el juego y lo de compartir con mis compañeros, mi vida se encaminaba hacia otro rumbo muy distante al que mostraba en mi infancia.
Después de todo lo transcurrido, llegó la oportunidad de ingresar a la universidad y sin dudar estudie una carrera que me llamó la atención: licenciatura en educación básica con énfasis en educación física, recreación y deportes. No me imaginaba que esta me llevaría a encontrarme con lo que una vez soñé y muchas veces jugué a ser.
Al transcurrir de mi carrera universitaria, el aprender de mis profesores y el experimentar cada día lo que enlaza el aprender con el enseñar y el aprender a enseñar y a quién se enseña; me veía cada día en la posición de maestro, compartiendo lo que aprendo.
Pero, llegó el momento de enfrentarme a la realidad, y recuerdo las frases de un profesor que nos decía: ¡en las instituciones a donde van a ir, ustedes son los profesores, si no se paran firmes se los comen sus estudiantes!, con estas palabras, pensaba, ¿será que estoy en lo correcto?, ¿a qué me iré a enfrentar? Y quería dudar de lo que estaba haciendo pero nunca dije que no.
El primer día que fui al colegio escogido, sólo a presentarme con las maestras, identificada con mis ropas deportivas, donde se evidenciaba que iba ser la docente de educación física, tuve una gran bienvenida. Niños de los grados primero y segundo de primaria, en las edades de 5 a 8 años, corrieron hacia donde mí a abrazarme sin limitar fluir su afecto, gritando: ¡llegó la seño de educación física! ¡En ese momento entendí que no estaba equivocada y que tome la decisión correcta, alguien me estaba esperando!
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