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El país conoce el estudio ‘Docencia rural en Colombia: educar para la paz en medio del conflicto armado’

Junio 4, 2019

Responder a ellos es hoy una necesidad apremiante que tiene el país para cerrar las brechas que existe con las poblaciones urbanas y garantizar, de esta forma, un desarrollo social, sostenible y equitativo en todos los territorios, pero especialmente, en aquella ruralidad dispersa que ha sufrido con mayor impacto las consecuencias de la precariedad de la pobreza y del arraigo de la cultura de la violencia que ha generado el conflicto armado en todo el país.

Frente a esto, la Fundación Compartir presenta el estudio “Docencia rural en Colombia: Educar para la paz en medio del conflicto armado” en el cual se da a conocer cuál es el estado del desarrollo profesional de los docentes y directivos rurales.

Marcela Bautista, autora de la investigación junto a Gloria González, asegura que con este documento Colombia comprenderá cómo los educadores del país han logrado permanecer en medio de la violencia y, al mismo tiempo, convertirse en un actor fundamental para la superación del conflicto armado y la construcción de la paz.

“La clave para garantizar una educación de calidad en la ruralidad colombiana y pertinente a las particularidades de cada territorio, son los maestros, pues son ellos quienes con más ahínco representan al Estado en las zonas rurales y son quienes logran transformar las comunidades a través de su labor educativa”, señala Bautista, quien además es socióloga y magister en sociología de la educación de la Universidad Nacional de Colombia, con estudios superiores en Políticas de Juventud.

Un trabajo hecho en la región

Para realizar el estudio “Docencia rural en Colombia: Educar para la paz en medio del conflicto armado”, la Fundación Compartir en el 2018 se dirigió a las zonas con más mayor índice de pobreza y conflicto armado del país.

Luisa Gómez, presidente de la Fundación Compartir, afirma que este estudio, hecho desde los territorios rurales de Colombia, logra hacer eco de los silencios y las voces de sus maestros y maestras.

“Los aportes de política que se realizan desde los hallazgos del estudio apuntan a: i) la cualificación de los procesos de formación docente desde un enfoque de ruralidad; ii) garantizar la protección y atención psicosocial de los maestros y rectores en zonas de conflicto armado, así como el fortalecimiento de su desarrollo socioemocional y, iii) la creación de un plan de reconocimientos e incentivos para mejorar la calidad de la permanencia de los docentes y directivos docentes en zonas rurales”, complementa Gómez.

En cifras

Uno de los hallazgos que se lograron con este estudio, fue conocer cuáles fueron las afectaciones de los maestros rurales en el conflicto armado. En este punto se evidenció que, entre 1958 y 2018, en todo el país, un total de 1.579 maestros fueron víctimas directas del conflicto armado, de los cuales, el 35,5% se presentaron en las regiones de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial, PDET.

De igual forma, según lo explica Marcela Bautista, se evidenció que las escuelas rurales en el país configuran un foco importante de reproducción de la inequidad social y educativa en el país debido a las múltiples necesidades que presentan en términos de infraestructura, alimentación, transporte, acceso a servicios básicos, materiales pedagógicos, propuestas educativas pertinentes para los contextos y formación docente.

“En el área urbana se encuentran 17.346 sedes educativas (32,5%), y en el área rural, 35.949 (67,5%). Esta última distribución refleja la alta dispersión que presenta la educación rural. Además, la mayor parte de las sedes rurales solamente ofrecen los grados de primaria (46,6%) y preescolar (37,5%), mientras que pocas ofrecen educación secundaria (8,4%) y media (5,1%), y solo 2,4% ofrece educación para adultos por ciclos”, señala Bautista.

Gracias al estudio “Docencia rural en Colombia: Educar para la paz en medio del conflicto armado”, el país puede conocer, a ciencia cierta, cómo está la distribución de directivos rurales por cargo.

“Para el año 2018, de los 6,233 directivos rurales vinculados al sector oficial, el 42,3% eran rectores; 36%, coordinadores; y 21,7%, directores rurales. Dentro de la composición de los directivos docentes rurales existe un desequilibrio en materia de género, con una mayor representación de hombres. De los 6.233 directivos, 3.916 son hombres y 2.316 son mujeres”, afirma la autora de la investigación.

En cuanto a docentes, Para el año 2018, en el país se encontraban vinculados 309.889 docentes, de los cuales el 34% (106,679) está en la zona rural; el 64%, en la zona urbana; y el porcentaje restante no cuenta con un registro de la zona.

“Del total de maestros rurales, 66.308 son mujeres, las cuales representan el 62,2% de la planta docente rural, frente a los 40.371 hombres (37,8%), lo que muestra un cambio en la distribución de género frente a lo encontrado en los directivos rurales”, ultima Marcela Bautista.

Además de estas cifras, en el estudio Colombia conocerá cuáles son las trayectorias de formación de docentes y directivos docentes rurales, su formación en servicio y posgradual, permanencia, cómo es la relación que tienen con la comunidad y el territorio y de qué forma los educadores en las zonas rurales se convierten en agentes en la superación del conflicto armado y la construcción de la Paz.

Desde la Fundación Compartir se espera que este aporte resulte en intervenciones y estrategias más pertinentes que mejoren el desarrollo profesional de la docencia rural en el país y contribuyan a construir los espacios de reconciliación que Colombia necesita.

Lea y descargue el resumen ejecutivo del Estudio realizado por la Fundación Compartir

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Henry Alberto Berrio Zapata
Gran Maestro Premio Compartir 2007
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