Maestros de carne y hueso: una lucha sin fin

Vemos cómo, hace poco, se terminaba un paro- el segundo más largo de la historia- y cómo el presidente Juan Manuel Santos, entre sus públicas y bien organizadas mentiras, establecía con líderes de la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación –FECODE- unos acuerdos que, si bien mejoran un poco las condiciones de la educación en Colombia, distan de lo que realmente necesita nuestro país.

Pero esto, es solo una muestra de que los maestros siguen trabajando por mejorar las condiciones laborales y cuando hablo de ello no solo refiero de los sueldos y de la parte económica, hablo de aquello que mejore las condiciones para poder desarrollar un trabajo optimo y de calidad y así dejar de ser uno de los países con peores resultados en pruebas externas.

Lo anterior me lleva a reflexionar que el bastión de la educación son los maestros que día a día llevan las cargas de una sociedad insulsa en donde padres, madres, tíos, tías y abuelos solo buscan deshacerse de aquel chico que no tiene ni sabe lo que quiere; esta es otra de las luchas que nosotros como maestros tenemos que seguir día a día.

Esto es solo es una muestra efímera de esas luchas insaciables con las cuales el maestro, ese profesional incansable, verraco, perseverante y audaz debe llevar durante toda su vida, esas luchas que solo el maestro de carne y hueso conoce y sabe sortear, además de ser el ejemplo a seguir por todos esos estudiantes.

Finalmente, solo queda decir que el maestro es y seguirá siendo aquel transformador de vidas, ese humano sin derecho a equivocarse y con temor siempre a ser juzgado por el mínimo error, aquel que con tan solo una palabra cambia un rumbo y una vida para bien.

Aquel que con una acción será recordado para siempre por muchos y muchas, aquel que a pesar de no ser lo que debería ser, en este país nunca pierde la esperanza y el pie de lucha por la mejor educación de este, un gran país.